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El kiosco de diarios de Córdoba y España, frente al Arzobispado, ya no tiene calaveras y diablitos. El particular arte desplegado sobre el kiosco en cuestión había generado polémica en los vecinos del barrio por su ubicación, pero ese debate ya es cosa vieja.

"¿Necesitás usar una faja y no sabés cuál es la indicada?", interpela un pulcro y blanco cartel que ahora decora el negocio, con imágenes de cuerpos femeninos con fajas. El cambio, que había sido anticipado por el dueño del kiosco en medio de la polémica, se concretó este miércoles al mediodía.

Los primeros días de septiembre, el microcentro se vio alterado por las figuras de diablos y esqueletos, nada menos que en el frente del Arzobispado de Rosario. Una calavera ardía en llamas y su expresión causaba el efecto de mirar hacia arriba al costado, justo donde se encuentra la imagen de Jesucristo.

En diálogo con Rosarioplus.com, el dueño del local, apodado “Tortuga” precisó que el cambio de calaveras por mujeres en fajas fue porque “era beneficioso para el bolsillo”, pero aclaró la nueva decoración "no arruina el dibujo ya que es un ploteo que se coloca y se quita con calor". Advirtió: "Así que cuando me canse y extrañe el dibujo lo saco”.

En el momento de las calaveras y diablitos, el dueño del kiosco había contado: “La imagen remite a la canción Calaveras y diablitos de los Fabulosos Cadillacs porque soy rocanrolero”. Había asegurado comprender el malestar que podía generar por sensibilidad de vecinos cristianos, pero se manifestó sorprendido por haber recibido llamados de amenazas en un tono de mayor violencia. En tanto, desde el Arzobispado aseguraron que no les provocó ningún escozor.

El encargado de la comunicación del Arzobispado, Rubén Bellante, fue quien aclaró que “el hombre del kiosko nos explicó que se trataba de una canción y que cambiará la expresión”. Aunque pasaron casi dos meses hasta que las imágenes fueron cambiadas por las figuras de publicidad, Tortuga aclaró que esto fue pactado muy pocos días después de la pintada.

“Me hicieron una propuesta interesante en lo económico, y lo primero que les pregunté era si no arruinaría el dibujo que acababan de hacer. Como es un ploteo me aseguraron que el dibujo queda intacto”.

Tanto revuelo terminó beneficiando al kiosco y a los artistas que lo intervinieron, ya que el propio dueño aseguró: “La publicidad me trajo más clientes, sólo uno dejó de comprar y hoy justo pasó y se quedó mirando la nueva imagen, y a los chicos les trajo más trabajo, al punto que el propio Ulises Baine expuso por estos días en el Museo Louvre”.