Condena condicional para un chofer de aplicación de viajes que abusó de una estudiante
La pena es de dos años por tocamientos indebidos en perjuicio de la joven, pero no irá a prisión. El hombre deberá hacer un curso y cumplir con reglas de conductas que no le permitirán acercarse ni contactarse con la víctima.
Un hombre que trabaja como chofer para una aplicación de viajes fue condenado este jueves a la pena de dos años de prisión de ejecución condicional, tras un juicio abreviado en la ciudad de Santa Fe, en el que admitió tocamientos indebidos en perjuicio de una estudiante a la que trasladó hasta una residencia universitaria, informaron voceros judiciales.
El hombre, de 54 años e identificado con su nombre de pila, Marcelo, permanecía detenido desde el lunes, luego de que una estudiante lo denunció por abuso en un traslado desde su trabajo hacia la residencia estudiantil de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en la medianoche del viernes.
El chofer, quien dijo que trabajaba para Uber, deberá observar además reglas de conducta, entre ellas la prohibición de acercarse o tomar contacto con la víctima y hacer un taller sobre Políticas de Masculinidades, que dicta el municipio local.
La condena condicional fue dictada por el juez Sergio Carraro en una audiencia en la que la fiscal Celeste Minniti, de la Unidad de Violencia de Género, Familiar y Sexual (Gefas), imputó al chofer por el delito de abuso sexual simple.
La fiscal, que luego acordó la pena con la defensa del acusado, indicó tras la audiencia que el hombre "realizó tocamientos que ella no habilitó”. El caso se conoció el lunes, cuando el acusado fue detenido tras unas horas de búsqueda luego de que la víctima lo denunció en la Seccional 3ra. de policía y en la Comisaría de la Mujer.
La joven estudiante informó a la policía que un chofer al que solía llamar para sus traslados a través de la aplicación Uber la sometió a un abuso entre el viernes cerca de la medianoche y los primeros minutos del sábado.
La chica había pedido el traslado para dirigirse desde su trabajo hacia la residencia de la UNL, situada en el predio contiguo a la Ciudad Universitaria. Al momento de llegar a la residencia, la joven le pidió ayuda a personal de custodia, que tras escuchar su relato la acompañó a realizar la denuncia.