Mancini: pasado de elite, presente de entrenador
El extenista rosarino llegó a ocupar el puesto número ocho del ranking mundial, fue jugador y capitán del equipo de la Copa Davis. Una lesión irrecuperable en su hombro lo alejó de la competencia a temprana edad y desde entonces recorre el circuito mayor como entrenador y afronta el desafío de dirigir la escuela del Jockey Club
Alberto “Luli” Mancini conforma esa prestigiosa nómina de tenistas de elite que ingresó al top ten mundial y que Rosario cobijó desde su primera infancia, cuando su familia se vino desde Misiones, su tierra natal, a instalarse definitivamente a la Cuna de la Bandera.
Su primer contacto con la raqueta fue en el club Provincial y su formación continúo en el Jockey, institución deportiva de la que nunca se desvinculó y donde en la actualidad funciona la escuela que dirige.
“Yo me forme tenísticamente en una época donde la etapa de menores no estaba profesionalizada como en la actualidad. A los juniors ahora los hacen competir como si tuvieran en el circuito mayor, eso se ve reflejado hasta en el armado del calendario. En cambio nosotros teníamos que jugar a nivel local para clasificar e ir a un nacional, en que jugábamos todos lo que habíamos viajado juntos como una delegación. Eso se fue perdiendo, los chicos planifican de acuerdo a su edad, viajan con sus padres y quedan un poco aislados”, comentó “Luli”, en relación a sus comienzos y agregó: “Creo que se está tratando de volver un poco a lo que era antes, aunque en ese sentido nuestra etapa fue más romántica. Nosotros de chicos nos divertíamos, no teníamos tanta presión”.
Junior prodigio
A los juveniles que comenzaban a tener buenos resultados y empezaban a sobresalir se les hacía muy difícil saber cuál era el camino que debían seguir para poder dedicarse de lleno al deporte de la raqueta. “No había tanta experiencia después de Vilas y Clerc. Mas tarde vino la camada de Martín Jaite y Horacio De la Peña y recién ahí llegamos nosotros. Por entonces, todavía eso de irse a jugar a Europa era medio raro”.
Pero su talento innato, estilo de juego y su gran despliegue físico hicieron que a los 17 años disputará su primer torneo profesional en España. “Por aquella época no existían los Futures que te daban puntos apenas superabas la primera rueda del cuadro principal, jugábamos los Satélites de cinco semanas de competencia, que se completaban con cuatro torneos y un Masters y recién ahí tenías tus primeras unidades para el ranking internacional. En mi debut, que fue a fines del 86´en España junté siete puntos, al año siguiente ya estaba posicionado como para participar en los challengers y en 88´ ingreso a los torneos de ATP”.
Su primer título en el circuito mayor fue a los 19 años en Bolonia, Italia, a los que le siguieron en el 89 el de Montecarlo, donde eliminó en la final tras un duro cotejo al alemán Boris Becker por 7-5, 2-6, 7-6 y 7-5 y el de Roma donde superó en instancias decisivas al estadounidense André Agassi por 6-3, 4-6, 2-6, 7-6 (2), 6-1. En octubre de ese mismo año accede al top ten, alcanzando la octava posición lo que le permitió ingresar al Torneo de Maestros.
Open Agassi
En su autobiografía, Open Agassi, el estadounidense ex número uno del mundo recuerda perfectamente y le dedica varios párrafos al reñido partido que perdió ante Mancini en la final de Roma de 1989 y que lo llevó a replantear su forma de trabajo y a incorporar a su cuerpo técnico a un nuevo preparador físico, Gil Reyes.
En un dialogo entre ambos, Agassi le cuenta a Reyes como vivió ese encuentro decisivo frente al argentino. “Mi rival me desgastó físicamente, hizo conmigo lo que quiso, como un gamberro de playa que me hubiese echado arena a la cara. Yo tenía el partido ganado, con un pie en el cuello de ese hombre, pero no pude rematar la faena. Tenía una pelota de partido a mi favor y Mancini me rompió el servicio, ganó el tie break, me rompió el servicio otras tres veces en el quinto set. A mí no me quedaba nada. Debo ganar en fortaleza, para no permitir que eso vuelva a ocurrir. Perder es una cosa. Que te superen es otra. Ya no puedo seguir soportando esa sensación”.
Retiro involuntario
Con un ascenso meteórico, los acontecimientos pasaban tan rápido que Mancini ni siquiera llegaba a asimilarlo. “Creo que ese momento, cuando llegué a estar entre los ocho mejores del mundo, no me di cuenta de lo que estaba pasando, recién me pegó fuerte al año siguiente, porque a nivel físico y técnico estaba preparado, no así mentalmente. Me costó reposicionarme en esa realidad y a la temporada siguiente no tuve buenos resultados porque no pude manejar la presión de ser top ten y me fui para atrás en el ranking”.
En el 91´ recuperó su fortaleza metal y se volvió a meter entre los mejores tenistas del planeta, pero dos años después una lesión en el hombro derecho prácticamente irrecuperable acabó con su carrera. “Apenas me lesioné el diagnóstico fue muy malo y me tuve que operar, a mi regreso jugué uno seis meses, logré algunos buenos resultados, pero el hombro no daba más. Tenía 26 años y unos cinco años más de carrera por delante. Estaba en uno de mis mejores momentos y me tuve que retirar definitivamente”.
Regreso con gloria
Después de su retiro del circuito profesional en 1996, Mancini, se mantuvo tres años totalmente alejado del tenis. “En el 99 comencé a entrenar unos meses a Mariano Puerta, después me incliné por el lado de los eventos, me costaba estar adentro de una cancha porque en parte todavía me seguía sintiendo jugador y me dediqué a organizar algunas exhibiciones y Futures en Rosario. Aún consideraba que no había dado todo en el tenis, estaba enojado por no poder seguir jugando y eso me mantuvo al margen. Pero cuando volví me involucre, me gustó, me sentí cómodo, estaba bueno hacerlo desde el lado de entrenador. Así que 2003 arranque con Guillermo Coria hasta febrero del año siguiente que me designaron Capitán de la Copa Davis”.
Escuela y Alto rendimiento
La nómina de los jugadores que requirieron de sus servicios es extensa, entre ellos la estadounidense Varvara Lepchenko a quién acompañó por el circuito hasta hace algunos meses para luego reanudar su vínculo con el uruguayo Pablo Cuevas, quién venía de una severa lesión de rodilla.
Pero la temporada 2016 lo encontró frente de un nuevo desafío como director de la escuela del Jockey Club de Rosario. “Mi idea era desde hace mucho tiempo poder armar una escuela desde la etapa formativa hasta la alta competencia, acompañando todo el proceso y desde la subcomisión del club surgió la inquietud de darle una vuelta de tuerca al tenis de menores y me convocaron para comenzar a trabajar con los chicos de todos los niveles, para que sigan creciendo dentro de la institución y abrir una plaza para que el Jockey sea un referente local”.
Bajo la órbita del ex número ocho del mundo funciona el minitenis, nivel inicial, intermedio y competitivo y lo acompaña un grupo de alrededor de ocho profesores.
“Nos hicimos cargo a fines del año pasado y empezamos con el tenis de verano que eso antes no existía y entre escuela y competencia concurrieron un gran número chicosque sigue en expansión. Además de la formación propiamente deportiva hacemos hincapié en el factor humano y la disciplina deportiva que son valores que le servirán para toda la vida”.