Un rosarino completó el ultramaraton más duro del mundo
Dimack Reyt tiene 54 años y corrió días atrás el Spartathlon, la prueba de ultramaratón más difícil del mundo. Realizó en casi 36 horas 250 kilómetros sin parar entre las ciudades de Atenas y Esparta, desde la Acrópolis, pasando por el Mar Egeo, campos de vides y olivares, el ascenso a un monte a 1000 metros sobre el nivel del mar, sol, calor, para finalmente besar los pies de Leónidas.
“Personalmente fue la culminación de un ciclo de preparación, competencias y entrenamiento que llevó unos cinco años dedicados específicamente a esta carrera. Muy emotivo. La verdad que lo viví con una emoción tremenda. La carrera requiere mucha concentración, mucha preparación, mucha logística. No hay nada que dejar librado al azar”, contó a Rosario Plus el corredor apenas llegado a la ciudad.
El rosarino participó la semana pasada en la carrera que recuerda al mensajero ateniense que en el año 490 antes de Cristo fue enviado a para pedir ayuda. La historia dice que en medio de la guerra entre griegos y persas, Filípides corrió 250 kilómetros desde Atenas a Esparta y llegó al día siguiente. La prueba recuerda ese evento y pasa por escenarios históricos y tan increíblemente bellos como difíciles.
Dimack es médico acupunturista. Participó del Maratón de Rosario en el mes de junio, y de 13 más, pero su fuerte son las ultramaratones, es decir en las que las distancias son superiores a los 42 kilómetros. Hace un año se consagró Campeón Argentino en 24 hs en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, en la que hizo 184 kilómetros, y eso le significó el pase a la ultra más emblemática y mítica que hay en el calendario internacional, en Grecia.
35 horas y 40 minutos después de haber largado, Dimack llegó a Esparta para cumplir con la tradición de besar los pies de la estatua del Rey Leónidas. Llevaba el número 203 en su remera del grupo de running MP, con la que se lo ve correr cotidianamente en la ciudad. Entre lágrimas, recibió para beber el cuenco con agua del río Eurotas y una corona de laurel. “Y al llegar desbordado de emoción, llorando los últimos dos kilómetros, porque verdaderamente se descarga ahí la tensión de tanto esfuerzo, de tanta expectativa. Contento. Mi objetivo era solamente terminar la carrera, ahí no le iba a ganar a nadie. Fui a competir donde compiten los mejores del mundo así que con llegar tenía demasiado”, relató el primer rosarino en completar el Spartathlon, uno de los 32 argentinos que en tierras de Filípides recrearon su proeza. En esta edición, la número 40, hubo 390 corredores de 54 países, y 10 argentinos.
Para sumarle condimentos y magia, la historia también dice que el mismo Filípides, fue quien luego de que Atenas le ganase contra todo pronóstico a los Persas en la batalla en Marathon, corrió más de 40 kilómetros hasta Atenas para adelantar el triunfo y murió luego de dar el mensaje.
Consultado sobre el recorrido de la prueba, Dimack destacó que son 246 kilómetros “non stop”, sin pausa, con puntos de control de pasada, en los que hay que pasar en un determinado horario para no quedar afuera de la carrera. “Comienza a la 7 de la mañana debajo de la Acrópolis, en el centro de la Atenas antigua. Va saliendo por distintas avenidas y recorre en sus primeros 80 kilómetros toda la costa del Mar Egeo en el Golfo Sarónico. Vas pasando por distintas aldeas hasta llegar al canal de Corinto, un lugar increíble que da paso desde el golfo hacia el mar interior. Y desde Corinto la ruta del recorrido empieza a adentrarse en campos de cultivos, olivares, vides, manzanos, higueras, toda una zona de cultivos más árida ya que la costa del mar. Y llegando al kilómetro 120 se comienza a subir una montaña, se atraviesa una cordillera que cruza Grecia de este a oeste. Y a partir del kilómetros 159 más o menos, se sube al monte Partenio se pasa por la cumbre de ese monte a 1000 metros sobre el nivel del mar, y se desciende del otro lado en una aldea que se llama Nestani”, describió.
En el segundo día de carrera, “amanece y el terreno sigue transcurriendo por el medio del continente, campo, mucho calor, mucho sol. Hasta llegar a una avenida que desemboca en la ciudad de Esparta. Se ingresa por unas avenidas después de cruzar un puente sobre el rio Eurotas. Se transcurre por un par de avenidas que terminan a los pies de la estatua del Rey Leónidas, que está en la cabecera del parque municipal de deportes de Esparta”.
“Terminé la carrera dentro del límite horario, 35 horas 40 minutos. Me traje mi medalla de finalización y el título de ‘espartatleta’ que solamente hasta el momento lo tienen 32 argentinos, y de Rosario soy el primero”, dice con orgullo Dimack. “Miro para arriba y solo veo el cielo, no puedo llegar más alto. Por fin he escalado mi Aconcagua”, sintetizó en sus redes sociales.