La vuelta a la actividad fue dolorosa para la selección argentina que regresó a la Universidad de Qatar para retomar los entrenamientos y recuperar la normalidad después del batacazo inesperado sufrido el martes ante Arabia Saudí en la puesta en escena de la Albiceleste en Qatar 2022.

Fue un mazazo inesperado el del estadio Luisail. Un freno seco en el momento menos adecuado, en la cita más inoportuna que dejó afectados a los integrantes del plantel de Lionel Scaloni. Pero aún más a los aficionados que contemplan Qatar como una oportunidad única de levantar por tercera vez la Copa del Mundo.

Caras bajas y semblante serio entre los jugadores que saltaron al campo a realizar el entrenamiento previsto. También en el cuerpo técnico que afronta una tarea extra para lo que resta de primera fase. La regeneración física y también la anímica.

Messi reconoció tras el histórico revés que el vestuario estaba muerto después de perder el partido inicial de un Mundial por primera vez desde Italia 1990.

El traspie sufrido contra Arabia Saudí, un rival menor, sin impacto en los grandes torneos y que aparece ocasionalmente por los campeonatos mundiales, fue un serio toque de atención para el equipo de Scaloni que irrumpió con cierta suficiencia en la competición proyectado por los treinta y seis encuentros sin perder que acumulaba del tirón. No pensó Argentina en estancar su racha ante un adversario como el de Hervé Renard.

A efectos de clasificación, la derrota apenas cambia nada. Sobre todo tras el empate posterior entre México y Polonia que alivia la actuación argentina. Si Argentina gana los dos partidos, clasificará. Y eso tienen en la cabeza cuerpo técnico y jugadores. Todo está abierto en el grupo una vez completada la primera jornada.