Las obras escultóricas de bronce “Moisés” y "La fuerza" del artista Rogelio Yrurtia se tribulan junto al ingreso del Museo municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. Es que la obra planificada por concurso internacional en 2017 para la ampliación y refacción fue rescindida por acuerdo municipal y provincial, y el vallado que rodeaba el predio anexo, donde se proyectaba levantar un depósito, fue retirado luego de 15 meses de ningún avance.

Este cerco que yacía junto al museo desde noviembre de 2019 fue señal de que la primera etapa de la obra se realizaba. El trabajo debía llevar 10 meses hasta su concreción, pero vino la pandemia y dejó la decisión en stand by hasta febrero pasado. Con la incertidumbre de qué pasará entonces con la ampliación y refacción de esta institución casi centenaria que alberga entre 4500 y 5000 obras, más de 3600 ciudadanos firmaron con su nombre y apellido una petición creada hace poco más de una semana desde el sitio de causas Change.org.

En un marco lejano al fin de la pandemia, y más bien de cara a una segunda ola, no se desconoce que la prioridad si de obras se trata pasa por mejorar y ampliar centros de salud y escuelas que aún no pudieron abrir para volver a clases. El intendente Pablo Javkin declaró que “existen otros problemas más urgentes en medio de la pandemia”, y en sintonía el ministro de Cultura Jorge Llonch dijo que “es más prioritario construir centros de salud que ampliar un museo en este contexto tan preocupante”.

RosarioPlus consultó con la secretaria de Arquitectura provincial a cargo de la obra, Leticia Battaglia, quien recordó que “la recisión fue decisión del municipio y el Gobierno Provincial. Se licitaba solo la estructura de hormigón armado, y así iba a quedar. Las prioridades fueron atender la pandemia en esa instancia”. Sin embargo, la quita del vallado, y por ende la recisión de esta obra, no fue notificada a las autoridades del Museo Castagnino, que se enteraron por trascendidos.

Entre el reclamo ciudadano y la realidad que impone prioridades en áreas no relacionadas a la cultura y el arte, el secretario de Cultura, el director del Castagnino, y la creadora de la petición en Change.org -una docente de Letras jubilada- se refirieron a la particular situación.

La mujer que encabeza la petición online explicó que su objetivo es “cuidar el patrimonio de todos que es la cultura porque es lo que permanece a la coyuntura: como en una casa, si se te rompe un caño hay que arreglarlo, y si no entran las obras, hay que ampliar”.

Por su parte, y aunque pertenecientes a una misma gestión municipal, Dante Taparelli y Raúl D’Amelio analizaron en las antípodas la salida a este reclamo de obra que hoy estaría valuado por encima de los cuatro millones de dólares. “La obra hoy es imposible”, fueron los términos del secretario de Cultura, quien de todas formas con la creatividad que lo caracteriza, ya llevó varias ideas superadoras a una reunión con autoridades del museo y de la Fundación Castagnino.

En tanto el director del Castagnino, y además arquitecto, Raúl D’Amelio, dijo: “La ampliación no es un capricho: se trata de una institución de impacto internacional, con obras de gran importancia y volumen. La obra es completamente necesaria, pensada desde la gestión anterior a mi asunción y que las autoridades actuales sostenemos, ya que tanto el valor patrimonial de miles de obras como el complejo edilicio de 90 años lo requieren, para el guardado de conservación, pero también para la restauración e investigación que acá es permanente”.

Si bien aseguró seguir apostando a volver a la obra, también manifestó comprender que “la decisión la toma el Ejecutivo”.

Se busca una salida

Las opciones son muy claras, y no por eso simples. La obra proyectada por el Estudio cordobés Carballo Errasti, ganadora del concurso, responde a las necesidades edilicias y patrimoniales, pero este no es el momento según la decisión de los dos niveles del Estado. Ante la situación de callejón sin salida, y justamente después de que circulara la petición ciudadana por los pasillos de la cultura rosarina, se dio la reunión de los miembros de la fundación con las autoridades municipales, donde Taparelli expuso algunas ideas superadoras al proyecto de la megaobra.

El nuevo responsable de la cultura local confió a este medio que el municipio no tiene un monto “demasiado oneroso” para realizar la ampliación consignada por concurso, pero que de todas formas “se puede llegar a buen puerto con otras acciones de refacción, que en la reunión recibieron muy conformes, y si se avanza en este sentido se conocerán próximamente”. Algunas de estas ideas fueron expuestas por el secretario de Cultura, pero por lo embrionarias, se preservan de cara a que estos lineamientos lleguen a buen puerto, y el Ejecutivo vea con buenos ojos la propuesta para dar luz verde.

El ‘estado del arte’, término más idóneo imposible, queda por estos días en manos de la mucha creatividad, buena voluntad y trabajo en conjunto en las próximas reuniones, para por lo menos garantizar el espacio necesario para la vasta colección moderna y contemporánea, ya que el propio D’Amelio aseguró: “La capacidad del museo está al límite y se necesita un nuevo edificio imperiosamente: físicamente no podemos seguir recibiendo obras de gran formato, pero como todo museo necesita renovarse con las producciones de artistas, que es la esencia museológica”.

En los últimos años fueron muchos los lotes de obras que ingresaron, tanto en el Castagnino como en el MACRO, que corresponden a un mismo complejo de patrimonio de la ciudad. “Tuvimos donaciones de 40 o 50 obras de Alberto Pedrotti, bocetos, documentos y dibujos de Julio Vanzo que hay que clasificar”, ejemplificó el director.

De cara a las próximas reuniones, D’Amelio analizó: “Ahora estamos en una fase de discusión de varios caminos posibles y habrá que ver cuál es el más potable, entre las variables de realizar ciertas etapas, son muchas decisiones a trabajar”. Y en el camino aclaró, en torno a la polémica suscitada en noviembre de 2020 cuando una tormenta produjo una filtración de agua del techo, que “aunque es un edificio que necesita refacciones, no está en riesgo la colección”.

Esto respondió en aclaración ya que en la petición de Magdalena Aliau firmada por los rosarinos ella deslizó sobre “las goteras que amenazaron una obra como la de Lucio Fontana”, que ya fueron reparadas, pero según considera “no basta, no se puede seguir con parches”. Cuando dialogó con este medio describió la imagen que le llegó de un balde bajo la gotera, y lamentó que le impulsó la sensación de que es “una imagen de país, donde no se cuida su cultura, y se puede revertir, como Varsovia se levantó tras la Segunda Guerra Mundial, reconstruida por el reclamo de sus ciudadanos”.

La autora de la petición fue docente de literatura grecolatina en la Facultad de Letras, así como en otras instituciones, como la Escuela Provincial de Teatro y Títeres, y siempre dio talleres literarios. Para ella, aunque no fuera artista plástica puntualmente, “el arte es una tabla de salvación, lo que libera de la finitud de la existencia, porque permite ver la belleza, o sea ver más allá de las necesidades básicas. Como dijo John Keats, es lo bello alegría para siempre”.

Bajo este concepto, ella observó que “en la sociedad los museos son vistos como un reducto de cosas viejas, pero ellos son la identidad de una ciudad”, fue entonces que al ver que quitaron el vallado decidió realizar la petición, y recordó que “el Castagnino es el primer museo del país que se levantó para ser un museo de Bellas Artes”.