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“El Brillo del Ocaso” es el nombre que fue dado a la muestra que abrió con las fiestas de fin de 2018, de los artistas rosarinos Leo Serial, Sebastián Amarillo y Gustavo Postiglione, en la galería de arte La Raíz, en el corazón de Pichincha.

La muestra permanece abierta al público para ser visitada de 14 a 18 en Pueyrredón 77 bis, todos los días hasta este jueves, día en que se realizará un evento de cierre de la muestra con entrada libre, desde las 19.

Leo Serial nació el 11 de Agosto de 1981 en Rosario, donde actualmente trabaja como muralista, pintor e ilustrador. Participa de proyectos paralelamente a su producción personal. Su obra combina el dibujo con la pintura y la escritura. Dialoga entre el arte callejero y algunas tradiciones antiguas, entre el aforismo y la novela.

En esta ocasión, para la muestra colectiva “El brillo del ocaso” se podrá ver expuesta una selección antológica que recorre los últimos cuatro años de su producción.

Las pinturas abstractas de Sebastián Amarillo tienen colores fuertes e imágenes figurativas, aunque rara figuración,  ocupan una buena parte de la muestra. En cada cuadro se ven las huellas de una pincelada alegre y colorida que se reparte en diferentes estilos. No es una estética perfecta. Por el contrario, la idea de cada obra es mostrar la imperfección en lo figurativo, con representaciones desfiguradas de rostros que asemejan a la diversidad de cada ser humano.

Son obras que no tiene pretensión de ser obras de arte, sino de producir efectos lúdicos y alegres que vivifiquen los espacios. Son obras tangibles y llenas de alegría que solo intentan lograr efectos de entusiasmo, exaltación y bienestar. Así se conforma la muestra del diseñador Sebastián Amarillo.

El cineasta rosarino Postiglione, devenido el fotógrafo y artista plástico, muestra tres obras tituladas El Ocaso de La Tierra, Operación trueno y Bandera de mimos. Sobre ellas precisó: “El Ocaso de la Tierra es un cuadro que hice con la idea de que sea parte de la escenografía de mi film La Peli. Fue un juego que significó pensar una obra que podría estar montada en un museo y que tuviera una reminiscencia de cierta pintura abstracta, y como el cuadro era una ficción suponía también que podía representar algo que no era, de la misma manera que un actor se transformaba en un personaje ficticio, la obra tendría esas características. Un cuadro ficcional, como un falso Pollock o artista de similares características, y yo también en el mismo momento me convertí en un artista plástico inexistente pero con una obra real que hoy está impresa en un film pero a su vez puede tener vida por fuera de la película. La técnica para hacerlo fue con pintura latex tirada sobre la tela de manera aleatoria tratando de combinar los colores y las formas a partir de un criterio.

Operación trueno es una serie de tres fotografías que tomé con una cámara Go Pro en una pileta de natación. Al igual que El Ocaso de la Tierra formó parte de una película, el corto Vidas privadas de la película sobre los relatos de Fontanarrosa. Pero a diferencia de El Ocaso, las fotografías ya existían antes del film, y se me ocurrió que podían formar parte de la escenografía en una serie de tres que tienen algo de la abstracción del Ocaso pero desde una concepción y manipulación digital. Aquí lo que importa es el color y de qué manera las líneas negras atraviesan ese azul que si bien es una piscina, también podrían ser parte del mar. Y por esto último, el título de Operación trueno que es el título y un libro de James Bond, en donde una gran parte de la trama sucede bajo el agua. Las fotos me remitieron a ese film de Bond.

Bandera de mimos es mi preferida, quizás porque es la última y la única de las tres que no fue pensada dentro de un film sino que tiene absoluta autonomía. Es una obra que nace de la observación de lo cotidiano y de qué manera la captación de un momento puede simbolizar el universo de una pareja. La insinuación de un cuerpo y una sábana cubriéndolo como una bandera que abraza mientras dibuja la formas. Ese cuerpo es la representación de la mirada del amor hacia una mujer por parte de quien observa, que es un voyeur que evita esconderse manifestando su presencia ya que la distancia que lo separa es mínima. Me gusta pensar el arte desde lo mínimo cotidiano, me gusta pensarme en ese lugar del observador que puede registrar esos pequeños instantes que de alguna manera den cuenta del transcurrir de la vida. En este caso quiero transmitir lo que hay detrás de la mirada, detrás de mi ojos puestos en ese cuerpo de mujer”.