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Ya no saben qué inventar, suelen decir los abuelos ante cualquier novedad que, a priori, luce extravagante. Pero, como dijo Charly García, la vanguardia es así. La multinacional que hizo fama con el buscador de Internet más popular, Google, de ella se trata, ha patentado una solución para quienes rehúyen de ir al médico o someterse a interminables y tediosos análisis y consultas en hospitales, con larguísimas esperas y diagnósticos inentendibles. 

Se viene el cuarto de baño inteligente, donde todo lo que parecen objetos inertes no lo son tanto. Espejo, inodoro y bañera estarán provistos de tecnología sensible para controlar distintos aspectos de la salud de sus usuarios. Hasta la alfombrita para pisar descalzos frente al espejo pesará a quien se pose en ella, y le medirá el ritmo cardíaco. Tomá!

La compañía con origen en Mountain View patentó en la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos (USPTO) un proyecto de baño capaz de realizar exámenes físicos y avisar en caso de que algo esté fuera de lo normal.

Según divulgó el sitio especializado 3DPrint, el espejo servirá, no sólo para mirarse y reventarse granitos, sino también para localizar manchas de la piel que requieran de una observación más minuciosa por un dermatólogo. La bañera no será solamente el sitio de la ducha, sino también simularía una cabina de ultrasonidos para observar el interior de nuestro cuerpo generando un mapa tridimensional de la estructura ósea.

La alfombrilla de baño, además de ser usada como método de protección ante imprevistas caídas, sería capaz de pesar al usuario y de detectar su ritmo cardíaco, siendo incluso capaz de hacer un electrocardiograma. Y sí, el inodoro también tendría otro uso, y sería el de medir la presión y los movimientos de nuestros intestinos e incluso podría analizar nuestras deposiciones. Uff. Por lo menos, que no se les ocurra añadirle un termómetro rectal.

Por último, el usuario de toda esta parafernalia tecnológica podrá recoger la información en un dispositivo externo, un pen drive o una computadora del hogar, y llevarla entonces hasta un médico, ya sí, de carne y hueso.