Investigadores rosarinos crean un novedoso tratamiento para infecciones bucales
Científicos rosarinos del Conicet y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) trabajan en el desarrollo de un novedoso método para el tratamiento de infecciones bucales con un parche que se adhiere a las encías y libera de forma gradual un fármaco.
El invento de los científicos rosarinos es capaz de erradicar la "Candidiasis orofaríngea", un hongo bucal que afecta a personas inmunodeprimidas.
El director del proyecto, Darío Leonardi, científico del Conicet y del Instituto de Química Rosario (Iquir, Conicet-UNR), dijo que las tareas de investigación comenzaron hace tres años y que actualmente las pruebas que se realizan son in vitro.
"Los resultados son muy positivos y promisorios, aunque faltan más ensayos para que el dispositivo llegue al mercado”, adelantó, y si bien afirmó que “todavía no se hicieron pruebas en animales ni humanos", destacó que "el trabajo en las fases previas, arrojó muy buenos resultados”.
Junto con Leonardi también trabajan en el proyecto María Celina Lamas, Claudio Salomón y el becario Guillermo Tejada, todos del Iquir, así como el investigador del Centro de Referencia de Micología (Ceremic), Maximiliano Sortino.
Lamas explicó que la Candidiasis oleofaríngea “puede aparecer en la boca de personas que se encuentran inmunocomprometidas por alguna enfermedad -sida, por ejemplo- por estar atravesando un tratamiento quimioterapéutico o por otros factores que debilitan el sistema inmunológico”.
“Ese es el momento adecuado para que el hongo provoque una infección en encías, garganta, paladar, lengua y otras superficies de la mucosa oral", remarcó.
El hongo suele combatirse con un enjuague bucal que contiene el antifúngico nistatina, pero tiene el problema de que al ser un líquido, "no queda adherido a la zona afectada por la micosis”, sostuvo Leonardi.
Dado que "requiere varias aplicaciones diarias para mantener su efecto terapéutico", “estamos tratando de crear una alternativa, trabajando en el diseño de parches de cinco milímetros de diámetro y de entre uno y tres milímetros de grosor”, que se fijen en la encía y liberen el fármaco de forma gradual, precisó.
Para poner a punto el parche y que llegue a ser apto para la industria farmacéutica, el grupo evalúa diversos factores. "Cada uno de esos discos es sometido a diferentes pruebas de caracterización, estudios de elasticidad y resistencia a la ruptura para que cuando el parche llegue al paciente, pueda ser manipulado y utilizado sin que se dañe”, señaló Leonardi.
(Télam)