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Las pinturas rupestres fueron una de las primeras expresiones del hombre. En el paleolítico, eran más que arte, eran una manera de documentar las experiencias cotidianas. Esa forma de expresión continúa aún vigente. En Rosario, como en tantas otras ciudades, son muchos los jóvenes que hacen arte callejero y resignifican las paredes olvidadas por los transeúntes a través de grafitis, murales, pintadas e intervenciones. 

Lautaro, artista de 30 años, es uno de los que se dedica a ‘grafitear’ por las calles de la ciudad. “Lacast” (así es su seudónimo) contó a Rosarioplus.com de qué trata la movida, qué lo motiva a hacerlo y cómo se las arregla para plasmar su arte en paredes olvidadas.

“Arranqué hace 10 años. Estudiaba en la facultad de Bellas Artes y el muralismo mexicano y su significado me dieron la inquietud de salir a la calle”, resumió. Además, Lautaro contó que la motivación estuvo fuertemente ligada a su historia familiar: “Mi viejo también era artista y ya de chiquito venía mamando todo esto”.

El joven explicó que también le interesó dar batalla por otros motivos. Habló de “el mal manejo que hay con los artistas", es decir, "que si no estás dentro de un círculo no tenes lugares para exponer o siempre son los mismos”. Consideró que “salir a la calle es ir en contra de todo eso y brindarle algo a la gente que no tiene la posibilidad de ir a un museo. El arte tendría que estar al alcance de todos, sea música, teatro o pintura”. 

En cuanto a su método, Lautaro manifestó que generalmente utiliza el stencil ‘guerrilla’ blanco y negro. Sin embargo, a la hora de pintar murales grandes lo hace a mano alzada por cuestiones de costo, en particular en trabajos a pedido. “El laburo con stencil es más caro por los cortes y los materiales”, detalló.

Al no contar con un vehículo, Lacast sale a pintar con un carrito de supermercado, donde guarda la escalera, la pintura y demás materiales. Explicó que por lo general no tiene problemas con nadie al momento de llevar a cabo la actividad: “Pinto en lugares que están abandonados o voy y pido permiso. Toco timbre dos o tres veces y si no me atiende nadie, pinto”, sentenció.

“Generalmente pinto cerca de donde vivo, pero también tengo cosas en el Abasto, el Parque Independencia, la Sexta y Barrio Martin”, puntualizó Lacast. Sin embargo, su arte también se puede apreciar en otras ciudades: “tengo amigos en varias partes de la Argentina, y cuando tengo una moneda viajo y pinto en otros lugares”.

En las paredes elegidas para plasmar su arte, Lautaro pinta habitualmente monos o chimpancés de diferentes tamaños y posiciones, y atravesados por una amplia gama de colores. En relación con el significado de su obra, explicó: “trato de armar un mundo paralelo y poner en duda hasta que punto el ser humano evolucionó o involucionó con respecto al chimpancé en lo que tiene que ver con desapariciones, guerras y  torturas que produce el hombre”.

Al momento, Lautaro dejó de pintar en la calle con tanta frecuencia y pasa la mayor cantidad del tiempo en su taller haciendo laminas, y cursos de serigrafía.