"Yo soy el mejor de todos"
En la noche de Las Vegas fue Floyd Mayweaher quien agigantó su leyenda al dirimir en su favor una rivalidad que después de cinco años quedó sepultada tras doce asaltos
Después de tanta expectativa, la hegemonía incontestable de Floyd Mayweather (48-0, 26 KO) durante los tres primeros rounds asomaba como el prólogo de un combate con destino decepcionante. Es que Money escribió durante el primer cuarto de la pelea un monólogo intachable. Otra vez la presa se escapaba del voraz cazador, decorando la escena con perniciosos contragolpes a la mandíbula de su frustrado victimario ante un abucheo generalizado como banda sonora.
Sin embargo, bastó tan solo un segundo para que Manny Pacquiao (57-6-2, 38 KO) conmoviera las certezas que Pretty Boy empezaba a construir con un cross que desató escenas de dramatismo absoluto. Contra las cuerdas, Floyd sobrevivió frente a un enfurecido Pacman que descargó en ráfagas incesantes sus violentas, poderosas y relampagueantes combinaciones. bajo el rugido ensordecedor de los filipinos en el MGM Grand. La resistencia tuvo un final feliz con el campanazo que marcó el cierre del cuarto asalto porque el temporal se había transformado solamente un mal recuerdo.
La pelea del siglo no decepcionó aunque seguramente no habrá saciado las expectativas de aquellos casuales espectadores sedientos de gozar con un trámite sanguinario sazonado con nocauts a diestra y siniestra. Pacquiao, el favorito de la mayoría de las 16.507 almas que colmaron el estadio veguense, se entregó por completo a su causa y desdibujó a Floyd como pocas veces en su carrera. Nunca nadie, ni siquiera Marcos Maidana durante su primera contienda, había logrado someter durante tanto tiempo a un Mayweather que, nunca durante toda su trayectoria, se mostró tan vulnerable como este sábado.
Probablemente el Pacquiao de hace cinco años hubiera noqueado a esta versión deslucida de Mayweather, exageradamente premiada por uno de los tres jueces que le dio por ganados diez de los doce rounds. Sin embargo, el Floyd de hace un lustro no hubiera entregado las ventajas que su alter ego, en franco declive, reveló en este histórico dos de mayo. En el sexto asalto se repitió la historia del cuarto: Pacquiao encerró a Mayweather contra las cuerdas y puso otra vez sobre la palestra no solo la posibilidad concreta de su primera caída sino también la de su primera derrota.
En medio de la constelación que engalanó el ring side del MGM, una estrella brilló por encima de todas cuando los jueces fallaron el triunfo en decisión unánime de Mayweather, quien como anécdota se convertía en el monarca unificado de la categoría welter. Era lo de menos porque Money, quien en la conferencia de prensa posterior se encargó de ridiculizar a los críticos que durante los últimos cinco años lo acusaron de escaparle al único hombre que podía estropear su invicto, había consumado con éxito su faena: había vencido a Pacquiao demostrando sobre el ring que en los últimos veinte años no hubo otro como él. “Todos tuvieron su era, Alí tuvo su era, pero en mi era yo soy el mejor de todos” se recogió la leyenda en su propia leyenda ante los micrófonos de un cuadrilátero convertido en sala de prensa para la ocasión.