__tadevel:head__

Hace algún tiempo que Tinder se está perfilando como la herramienta de muchos y muchas para conseguir pareja. Sí, Tinder, la aplicación que intenta entrelazar el destino de dos que andan por ahí buscando vaya uno a saber qué, pero que claramente no quieren estar solos. Entiéndase por "conseguir pareja" lo que cada uno ande buscando, ya sea un encuentro casual o un noviazgo.

Ahora bien, son muchos los que se quejan de que no les va nada bien. Y no se trata del esperado primer encuentro. Por lo general, lo que se critica es lo frustrante que es comenzar el diálogo con desconocidos, que algunos son desubicados, que otros se cuelgan o que son aburridos.

En un intento por aportar a que haya más "amor" en el mundo (otro concepto muy debatible, por cierto) Rosarioplus.com propone unas reglas de oro de lo que NO hay que hacer cuando se intenta conocer a la media naranja en Tinder. El que quiera, que se sirva de ellas. Y los que no, que sigan renegando pero que dejen de quejarse.

No vale la pena no ser quien uno es. ¿Dijiste que tenías diez años menos, pusiste la foto antes de quedar pelado? ¿En serio pensás que nunca se va a descubrir el engaño? ¿Y si la que descubre el engaño realmente parecía potable y te descarta al verte no por cómo lucís si no porque de arranque empezaste con mentiras? Aplica también a las chicas adictas a los filtros de las fotos y demás. A ver, maquillaje nos ponemos todos, pero de ahí a abusar del Photoshop hay un camino bastante largo. 

No comenzar por lo obvio. Lo dicen los expertos y tiene mucha lógica: no hay que empezar el chat con preguntas obvias del tipo "¿Qué andás haciendo por acá?". Está claro que se anda buscando a otra persona y que de arranque es difícil responder claramente el tipo de relación que se quiere. En todo caso, esa es una pregunta para hacer más tarde, cuando se sepa de qué viene la otra persona. Si de inicio se pregunta eso, la otra persona puede sentir que se le está tomando examen.

No parecer desesperado. Nada menos atractivo que el que confiesa "Estoy solo, necesito a alguien", "Estoy buscando a mi media naranja", "Sueño con conocer a alguien ya, lloro todas las noches", "Me adapto a todo tipo de relación, decime qué querés". Tirarse a la pileta sin confirmar que haya agua suena tremendo y ahuyenta aún a quien también esté buscando lo mismo y no lo diga. Así que, de arranque, lo mejor es un poco de prudencia. 

No sonar aburrido o promedio. "Me gustan los deportes", "Me gusta el cine", "Me encanta el chocolate". Basta de obviedades. Está bueno darse a conocer con algún gusto específico. Si te gusta el cine, aclará que es Tarantino o que te reís con comedias románticas. Si morís por Los Pumas o sos fan de la judoca Paula Pareto, también es un dato. Si es chocolate, contá la vez que hiciste una foundeu y que te salió riquísima. Hay que venderse un poco, porque el que está en Tinder probablemente está chateando con más personas y si uno es del montón, puede perderse en la multitud.

No ser demasiado gracioso. Está bueno hacer un chiste para relajarse. Pero hay que tener en cuenta que cuando se empieza a chatear no se sabe quién es el otro, qué le da gracia y qué lo ofende. El límite es difuso. Y además un par de chistes hechos personalmente pueden ser divertidos pero en el chat pueden sonar a payaso. A tener cuidado. 

No andar contando otras historias de Tinder. Atenti con hacerse el canchero o la canchera del estilo "Conocí a dos locos en Tinder, menos mal que sos normal" porque la normalidad está sobrevaluada, primero, y después porque podés sonar demasiado confiado y del estilo Don Juan. ¿Realmente contarías sobre tus ex en la primera cita? Ok, eso se aplica también al diálogo en Tinder.

No mandar  fotos subidas de tono sin que haya contexto que lo avale. Te desubicaste, pibe/a. Si el flaco recién está empezando a contar quién es y le mandás la foto del escote (lo mismo aplica para los muchachos con sus abdominales o sus partes íntimas) no estás sumando puntos. Además, es un riesgo enviar material privado a quien todavía no sabés quién es. El texting y las fotos sugestivas pueden ser herramientas divertidas pero con la persona correcta y a su debido momento. 

El resumen de lo que sí hay que hacer es simple y suena a libro de autoayuda: relajarse y ser uno mismo. Tampoco es un examen, es una manera más de conocer a alguien, y si Tinder no funciona, siempre está el bar, la salida con amigos, un cumple, vaya uno a saber qué le tiene el destino preparado. A no perder la fe.