La final de la Champions League es un partido desparejo
Uno de los eventos masculinos más convocantes del año se desarrollará mientras las mujeres se juntan para exigir derechos básicos, como el de vivir
Hoy en Cardiff, a 7.200 km de Kilimanjaro (Tanzania, África), el Real Madrid y la Juventus juegan la final de la Champions League, el torneo de clubes más popular del planeta. La competencia se creó a principios de los años noventa. El fútbol ya movía cifras increíbles de dinero y la televisión era el mejor socio que podía tener para seguir aumentando esos números. La organización fue pensada para la televisión. Y esta respondió. Todos los años el negocio creció. Cada año los equipos se llevaban más premios por participar. Sin ir más lejos, este año, la Uefa -el ente organizador- repartirá unos 1.300 millones de euros. Para la Women’s Champions League -el mismo torneo protagonizado por mujeres- 2017 fue el año en que la Uefa comenzó a pagar algunos gastos de logística.
Acá en Argentina pasa algo similar. "Los clubes están obligados a desarrollar equipos femeninos pero después no les asignan presupuestos”, cuenta Josefina Martorell del otro lado del teléfono. En un par de semanas, Josefina viajará a Kilimanjaro, una montaña al este de África. Lo hará junto a otras 27 mujeres y disputarán un partido de fútbol que pasará a la historia por ser el que se haya jugado a mayor cantidad de metros sobre el nivel del mar. Algo que ningún hombre hizo. “África es el continente más desigual en cuestiones de género, y el más violento. Y la montaña, de casi seis mil metros de altura, simboliza lo que la mujer enfrenta. La montaña es lo que nos pasa a las mujeres todos los días”, relata Jose.
Mientras habla está saliendo de la Villa 31, rumbo a la estación de trenes. Sale de una reunión de trabajo, promueve la integración y urbanización de ese espacio. Hace algunos años, JP Morgan le ofreció un puesto de trabajo pero cuando tenía todo para comenzar recibió el llamado de Médicos Sin Fronteras y no lo dudó. Desde ese día su vida estuvo ligada a ayudar a otros. De chica jugó al fútbol, le gusta el deporte aunque ha perdido algo de atención en lo que pasa en el día a día. “Ayer me di cuenta de que el sábado es la final de la Champions”, grafica. Hoy juega la Juventus de Dybala, un chico de Laguna Larga, Córdoba, a una hora en auto del lugar donde Ana Rosa Barrera fue encontrada sin vida este viernes a la vera de la ruta 5. La mató su esposo.
Bajo el lema “Ni una menos, vivas nos queremos”, las mujeres de todo el país convocan a marchar contra la violencia machista. Violencia física, psicológica y económica. Cada 18 horas un hombre mata a una mujer. De cada cinco cargos directivos en las empresas del país, solo uno es ocupado por ellas. Es común encontrar mujeres que ocupan el mismo cargo que un hombre, pero resignando dinero. El árbitro que esta tarde juzgará el partido entre el Real Madrid y la Juventus, Felix Brych, fue sospechado de fraude fiscal y llegaron a allanarle la casa. Las cuentas de este hombre llamaron la atención del gobierno. Bibiana Steinhaus, la réferi de la final de la Woman’s Champions League que hace dos días jugaron el Lyon y el PSG, durante la semana se viste de policía y patrulla la Baja Sajonia alemana. Bibiana trabaja en el fútbol alemán, una de las potencias -del fútbol- que más recursos y tiempo dedica a las políticas de género, pero no puede vivir del fútbol. Quizá el año que viene pueda, pero cuando empiece a dirigir partidos masculinos.
Además de las cifras, la mujer está totalmente apartada de los grandes relatos deportivos. “Hay dos cosas que apartan a la mujer del fútbol -explica Josefina-. Por un lado el fútbol femenino no ofrece una salvación económica como sí se la ofrece al hombre. Por el otro, desde niños se nos instala la idea de que el fútbol no es para las mujeres, es una cosa de hombres”.
“Cuando un juego moviliza a miles de millones de personas deja de ser un mero juego”, dijo el periodista inglés Simon Kuper en Fútbol contra el enemigo, un libro para entender los vínculos entre el fútbol, el poder y la cultura. Macri no es quien es si no fuese por su paso por Boca. Caso similar al de Berlusconi en Italia, quien por su éxito en el AC Milan no solo dominó Italia un par de décadas sino que también tuvo crédito cómo para cosificar a la mujer desde su cargo de presidente de la república. Ocupar un lugar en el palco del estadio del Real Madrid te asegura buenos negocios y contratos con el Estado. Los Mundiales tienen la potencia de instalar cualquier mentira como verdad y para certificar esto solo hay que ver la foto de Videla festejando en la platea del Monumental en 1978. “La mujer está totalmente relegada en el fútbol. No existe en la construcción de ese relato que arma el fútbol. Pasa en Silicon Valley, dónde hay más hombres que mujeres. Pero no sorprende cuando escuchás al vicepresidente de Estados Unidos diciendo que con la única mujer que se sentaría es con su mujer. Y pasa en el fútbol”, cuenta Josefina.
A pesar de tener los pasajes comprados, Josefina todavía está juntando dinero para llegar a la cima del Kilimanjaro. Hay que costear más gastos: comida, traslados, equipos especiales para llegar hasta allá, asistencia médica. Para eso armó un crowdfunding, un sistema online de financiación colectiva a partir de pequeñas donaciones que cualquier persona que tenga una tarjeta de crédito puede hacer. La Uefa no apoya este partido, apenas si promovió durante estos días un hashtag para promocionar el deporte femenino en la previa de la final.