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Las relaciones exteriores de Argentina atraviesan un proceso de cambio. Del fervor inicial del nuevo gobierno por avanzar en los acuerdos entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE), la mirada parece puesta ahora en las tentaciones de los mercados del Océano Pacífico, que desde hace tiempo desplazó al Atlántico como vehículo de los mayores flujos comerciales globales.

El presidente Mauricio Macri decidió recientemente viajar a la cumbre de presidentes de la Alianza del Pacífico que se realizará 1° de julio en Santiago de Chile. Dos semanas antes, mantendrá un encuentro con su par de Colombia, Juan Manuel Santos, un referente insoslayable de  ese bloque al que apelará para facilitar la acogida de Argentina. El gobierno ya presentó un pedido formal para que Argentina sea incorporada como país observador de la alianza comercial.

Al parecer, el gobierno argentino espera situar al país como líder regional, provocando un acercamiento con la Alianza del Pacífico para actuar luego como vínculo entre ella y el Mercosur.

Los dos bloques regionales se encuentran en las antípodas ideológicas. La Alianza del Pacífico suscribe a la vertiente neoliberal y el Mercosur al progresismo. Es por ese motivo que los gobiernos kirchneristas se habían mantenido alejados del bloque del Pacífico, argumentando que en realidad éste respondía a los intereses de los mercados, dictados principalmente desde los Estados Unidos.

¿Qué es la Alianza del Pacífico?

Se trata de un proceso de integración regional iniciado en 2011, compuesto por Chile, Colombia, México y el Perú. Cuenta además con dos países candidatos a incorporarse, Costa Rica y Panamá.

Su objetivo es alentar la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de los países miembro, con el compromiso de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. En definitiva, el bloque aspira a profundizar la integración entre las economías de los países que lo componen y a definir acciones conjuntas para la vinculación comercial con los países de la cuenca del Pacífico, sobre la base de los acuerdos comerciales bilaterales.

Debido a su crecimiento económico sostenido en los últimos años -que fue superior al de los países del Mercosur- se denomina a los países de la alianza como los "Pumas de América Latina", en  alusión a los "Cuatro tigres asiáticos" -Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán- que lograron un fuerte crecimiento de su economía a partir del incremento de las exportaciones, un alto grado de industrialización y la mejora en la calidad de vida de sus habitantes en corto tiempo.

Los cuatro países fundadores de la Alianza del Pacífico reúnen el 40 por ciento del Producto Bruto Interno de Latinoamérica, un mercado de 217 millones de personas y concentran el 50 por ciento del comercio latinoamericano, al mismo tiempo que atraen el 41 por ciento de la inversión extranjera en la región.

Un país que quiera integrarse a la Alianza del Pacífico, debe cumplir entre los requisitos con la vigencia del Estado de derecho, de la democracia, del orden constitucional y del libre mercado. El país postulante también debe ser americano y contar con soberanía en el Océano Pacífico. Es por eso que, al menos en principio, Argentina podrá participar en calidad de país observador y no como miembro pleno.

Las intenciones del gobierno argentino

La canciller Susana Malcorra expresó que "hay un claro objetivo del Presidente de empezar a trabajar arduamente en una alianza real con los países del Pacífico y unir esas voluntades con las del Mercosur". Al parecer, Macri quiere ensayar un acercamiento de la Argentina a los países del Pacífico para empujar posteriormente al Mercosur a una estrategia de acuerdos comerciales conjuntos.

Con ese propósito, Macri viajará los días 15 y 17 de junio a Colombia para participar en Medellín y en Bogotá en un foro económico de América Latina y es en ese contexto que se reunirá con el presidente Santos. Ese encuentro es clave porque el mandatario colombiano también es un impulsor del acercamiento entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. Éste será el primer paso de Macri en su afán de acercar posiciones con la Alianza del Pacífico, lo que le abriría las puertas para poder asistir en calidad de observador a la cumbre de presidentes de ese bloque regional, prevista para fin de mes.

En lo formal, la Cancillería argentina presentó un pedido concreto a los países de la Alianza del Pacífico para obtener el estatus de “país observador" y, en principio, habría respaldo unánime de Chile, Perú, México y Colombia para avalar el pedido argentino.

En términos políticos, el rol de “pivote” que Macri quiere ejercer entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico es posible en buena medida por la debilidad actual de Brasil como líder regional. De hecho, Uruguay y Paraguay, socios del Mercosur, ya actúan como observadores de la Alianza del Pacífico, pero ninguno tiene el poder suficiente como para convertirse en articulador interbloques.

Pero detrás de los gestos visibles y de las intenciones manifiestas, también podría haber motivaciones ocultas del actual gobierno. Hay quienes sospechan que en realidad, el gobierno argentino persigue el objetivo último de ingresar al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o TPP por su sigla en inglés, que consiste en un tratado de libre comercio firmado entre 12 países de la Cuenca del Pacífico y que funciona como un tratado de libre comercio al estilo del fallido ALCA, es decir, como un bloque de cooperación internacional que asume acuerdos en rubros específicos. El problema del TPP es que además de intentar rebajar las barreras comerciales, busca establecer un marco común de propiedad intelectual, reforzar los estándares de derecho del trabajo y del derecho ambiental, y establecer un mecanismo de arbitraje entre los inversores privados y los Estados, pero en ese contexto, siempre terminará por beneficiar a los países con mayor cantidad y rubros patentados, es decir, a los más poderosos, principalmente los Estados Unidos y Japón.

De hecho, en los 12 países firmantes del TPP, los acuerdos alcanzados enfrentaron a los respectivos gobiernos con sindicatos, organizaciones ambientalistas y grupos que reivindican por ejemplo, el acceso a medicamentos más baratos frente al poder de las grandes corporaciones farmacéuticas, dueñas de marcas y patentes y furiosas opositoras de la producción de medicamentos genéricos, que son mucho más económicos y, por lo tanto, más accesibles a los sectores populares.

Otro dato político a tener en cuenta es que el TPP dejó afuera -al menos hasta el momento- a los países BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- con los cuales Argentina mantiene una fluida relación comercial.

Argentina puede y debe aprovechar el multilateralismo y el pragmatismo en sus relaciones exteriores, pero de manera responsable y sin perder de vista a sus principales socios. La crisis que atraviesa Brasil en algún momento terminará, al igual que el enfriamiento de la economía China. La influencia de esos dos socios comerciales puede balancearse con nuevas y fecundas sociedades, pero lo que no puede hacerse es postergar los vínculos con Brasil y China para arrojarse a los brazos de países o bloques comerciales que podrían suponer graves desequilibrios comparativos. 

Las relaciones exteriores argentinas están cambiando. Pero el cambio es solamente eso, cambio. Podrá afirmarse que es bueno o malo sólo después y no antes de ver los resultados.