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“El Papa está triste, este momento de la Argentina le hace acordar al ‘55”, disparó Hebe de Bonafini al comentar el encuentro de casi dos horas con el Sumo Pontífice en su residencia de Santa Marta. Todos saben que la Madre de Plaza de Mayo no es precisamente afecta a las medias tintas a la hora de hacer declaraciones. Es más, los medios hegemónicos utilizaron textual esta misma afirmación suya como para hacer ver una supuesta exageración de parte de Bonafini. Para hacer más radical su radicalismo y así ponerla afuera del centro de la política y neutralizar la fuerza de sus dichos.

Es obvio que los contextos históricos son absolutamente distintos, empezando por el hecho central de que este gobierno llegó al poder de manera legítima a través de las urnas, mientras que la Revolución Libertadora lo hizo mediante un golpe de Estado para derrocar a Perón tras asesinar a decenas de civiles inocentes en el bombardeo de Plaza de Mayo.

Pero no hay que ser un historiador consumado para darse cuenta de que el golpe del ’55 –como todos los golpes de Estado en la historia de nuestro país- tenía el acompañamiento de vastos sectores medios de la Argentina que, en muchos casos, habían consolidado su posición social o llegado a ese mismo segmento, beneficiados por las novedosas políticas públicas del peronismo. Eso no importó. Lo simbólico tenía un peso enorme, Perón ya era calificado como un tirano que había consumido en su desmesura los lingotes de oro que se pateaban por los pasillos del Banco Central, según marca el mito popular antiperonista. Lo simbólico también tuvo un peso enorme para que Mauricio Macri finalmente consiguiera alzarse con el triunfo en el ballotage del año pasado.

Pero por estos días, el ex presidente del Banco Central y miembro conspicuo de la Alianza política que llevó a Fernando de la Rúa al poder y al país al desastre; se encargó de traer al presente aquella conciencia de clase y aquel revanchismo que impulsaban los dictadores del ’55. Para Javier González Fraga el gran pecado del kirchnerismo fue “hacerle creer a un empleado medio que con su sueldo podía comprarse celulares y viajar al exterior”.

Con su frase de esta semana, González Fraga –que también ocupó el principal sillón del BCRA durante el menemismo- demostró que hay sectores que no cambian de idea y trajo al presente los dichos de aquel oficial de Marina de apellido Rial que le espetó a un nutrido grupo de huelguistas en 1957: “Sepan ustedes que la Revolución (Libertadora) se ha hecho para que el hijo de un barrendero siga siendo barrendero”.