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Boris Johnson es un hombre raro. Desde su aspecto personal hasta sus declaraciones públicas dejan en evidencia la excentricidad del nuevo primer ministro del Reino Unido, un político de 55 años formado como periodista, que se desempeñó como legislador, alcalde de Londres y ministro de relaciones exteriores. Suele llamar la atención de la opinión pública con acciones y declaraciones formuladas desde la incorrección política, algo que tiende a confundirse cada vez más en todo el mundo con autenticidad.

Hay muchas expectativas en torno al gobierno que inicia y su destino político se encuentra atado al destino del Brexit, el proceso de desconexión de la Unión Europea (UE) que se convirtió en un dolor de cabeza no solamente para los británicos y para los socios del bloque comunitario, sino para la economía global dado el grado de incertidumbre que produce. Johnson está indisolublemente ligado al Brexit porque fue uno de sus más destacados promotores, incluso a expensas de quienes fueron sus jefes políticos. Primero David Cameron, el líder que convocó -y perdió- el referéndum mediante el cual los británicos optaron por la ruptura con los socios europeos. Luego Theresa May, quien apuntaba a un Brexit acordado y ordenado que no fuera traumático para sus compatriotas y al que Johnson se opuso, pregonando la necesidad de una salida que no supusiera dependencia alguna de la UE. Ahora Johnson deberá demostrar si es capaz de llevar adelante el Brexit de manera exitosa en la fecha prevista del 31 de octubre.

Nuevo liderazgo conservador

Al tratarse de un sistema político parlamentario, no fue necesario convocar a elecciones generales dado que la alianza mayoritaria entre conservadores y unionistas irlandeses se mantiene en pié. Lo que quedó en evidencia fue la incapacidad de Theresa May para disciplinar a su propio partido, dividido entre quienes apuntan a un Brexit acordado y quienes pretenden una ruptura total con la UE debido a que no quieren mantener ningún compromiso con el bloque comunitario. May fracasó tres veces en su intento de que el Parlamento aprobara un acuerdo de desconexión, y las tres veces se debió principalmente a la rebeldía de sus correligionarios.

Tras un proceso de selección dentro del propio partido conservador, Boris Johnson logró imponerse y tomó posesión el miércoles pasado como primer ministro. Horas después, dio a conocer los nombres de los 31 ministros y secretarios de Estado que lo acompañarán. Un total de 17 ministros de la administración May dimitieron o fueron descartados por el nuevo primer ministro. El nuevo jefe de los conservadores en la Cámara de los Comunes, Jacob Rees-Mogg, negó que se tratara de una purga interna.

El Brexit

En el actual panorama importan más que nunca los perfiles de aquellos que, sin estar en primera línea, van a manejar realmente los hilos del Brexit. Entre ellos se encuentran Sir Edward Lister, quien ya fue su mano derecha cuando era alcalde de Londres y ahora será su jefe de personal en 10 Downing Street. También tendrá un lugar relevante Ben Gascoigne, su asistente personal cuando fue alcalde y posteriormente cuando se convirtió en ministro de relaciones exteriores. Lee Cain,  responsable de prensa de la campaña euroescéptica en el referéndum de 2016 de la que Johnson fue protagonista, será su director de comunicaciones. También se encuentran en su equipo otros reconocidos euroescépticos que se habían despegado del gobierno de May por no compartir su estrategia negociadora con la UE. En suma, los euroescépticos tomarán las riendas del gobierno.

Una de las preocupaciones mayores se centra en los rebeldes en las filas del propio partido conservador. Muchos de ellos podrían estar dispuestos a votar contra Johnson si, llegado el momento, la oposición laborista presentara una moción de censura contra el gobierno para evitar un eventual Brexit sin acuerdo. En el Parlamento circulan rumores sobre supuestos movimientos de los conservadores europeístas para evitar una salida caótica. Hay teorías que apuntan a que seis de ellos se estarían planteando dejar sus filas para unirse al partido Liberal Demócrata, algo que dejaría a Johnson sin mayoría para gobernar y provocaría su caída.

Otros rumores plantean la posibilidad de forzar un gobierno de unidad nacional formado por conservadores y laboristas europeístas para superar la barrera de octubre y solicitar a las autoridades europeas en Bruselas otra ampliación del plazo de salida.

Por el momento, Johnson sigue defendiendo que su prioridad es conseguir cambiar el acuerdo de retirada que May había consensuado con la UE para abandonar el bloque de manera ordenada. Con ese fin, Johnson apuntaría a invitar al presidente francés Emmanuel Macron y a la canciller alemana Angela Merkel para intentar acercar posturas.

Por el lado del bloque comunitario, la Comisión Europea estaría preparando un paquete de ayuda de miles de millones de euros destinados a la República de Irlanda para compensar el daño económico que podría acarrear un divorcio sin pacto, ya que, sin duda alguna, sería el país más afectado.

En este punto, Johnson quiere eliminar el backstop o salvaguarda para evitar una frontera dura en Irlanda. Se trata de una garantía legal, una cláusula que negociaron británicos y europeos para evitar una frontera física entre la República de Irlanda y el territorio británico de Irlanda del Norte, la cual entraría en vigor en caso de que Reino Unido y la UE no llegaran a un acuerdo comercial durante el período de transición del Brexit. La medida apunta a evitar asperezas entre ambos países, algo que podría reavivar viejas disputas entre católicos y protestantes. Desde Bruselas ya han reiterado en varias ocasiones que sin el backstop no habrá acuerdo.

Si en octubre Johnson no cumple su promesa de sacar al país del bloque y acaba pidiendo una nueva extensión de plazos, serán los propios conservadores euroescépticos quienes pidan su dimisión para forzar unas elecciones anticipadas. En ese caso se abriría un nuevo frente incierto, en el cual el político antisistema Nigel Farage con su Partido del Brexit, podría convertirse en protagonista.

Ante este panorama signado por la incertidumbre y las defecciones dentro de los partidos políticos tradicionales, surgen cada vez más preguntas. ¿Será Johnson un primer ministro moderado y pragmático, como lo fue en su época de alcalde londinense? ¿O será extremista e imprevisible, una suerte de pequeño Trump dispuesto a todo para sacar al Reino Unido de la UE en otoño? No será necesario mucho tiempo para comprobarlo.

Por ahora Boris Johnson, quien fuera el corresponsal favorito de Margaret Thatcher, cumplió su sueño de mudarse a 10 Downing Street. Pero nadie puede garantizar que vaya a estar allí por mucho tiempo.