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El presidente Mauricio Macri eligió pensar que el “ruidazo” contra el sideral aumento de las tarifas, no existió. Por las dudas, ese mismo día temprano, una supuesta amenaza de bomba en la Casa Rosada, permitió vallar el ingreso a la Plaza de Mayo. La protesta no tuvo quizás la contundencia que esperaban organizadores y participantes, pero su dimensión en las principales ciudades del país permite establecer con escaso margen de error que irá creciendo en número y organización en la medida que el presidente y su gabinete no reviertan sus políticas respecto del tema.

Si el gobierno en serio no se hubiese preocupado por la primera manifestación ciudadana en su contra, no hubiera mandado a sus militantes, dirigentes y funcionarios de todo rango a agitar en las redes sociales que se veía “mucho kirchnerismo duro movilizando militantes” en los distintos puntos de concentración. Esa fue la frase elegida para sacarle volumen transversal a las concentraciones. Macri sigue eligiendo confrontar con las figuras políticas de la anterior administración porque entiende que ahí está el rédito para cosechar.

Pero otra cosa es la que contaban en las distintas multisectoriales que se integraron a lo largo y a lo ancho del país, formando una inmensa red contra los aumentos irracionales en servicios básicos como luz y gas. Ahí la bronca encontró cauce y los orígenes políticos se fueron diluyendo hasta encontrar un punto de fusión en un tema concreto: el ataque al bolsillo del asalariado que no distingue preferencias políticas.

Los usuarios en general empiezan a notar el cambio de paradigma, donde los servicios esenciales han pasado de ser bienes sociales a bienes de mercado. En ese entendimiento es que el ministro Aranguren ha dicho, por ejemplo sobre el incremento de los combustibles, que “el que tenga dinero para utilizarlo lo hará y el que no, no”.

Es la misma lógica que lo lleva a decir a Macri aquello de no andar “en patas y en remera” adentro de la casa para ahorrar gas, cuando en realidad lo que quiere decir es que no es para todos poder andar en patas y en remera adentro de sus domicilios: es para los que puedan pagarlo. Con el agravante de una nueva y seria asimetría con Capital Federal, donde allí el tope del 400 por ciento determinará que departamentos de lujo en barrios coquetos no lleguen a pagar más de 500 pesos por su factura de gas, sin importar el consumo. Mientras que en esta provincia, ese mismo 400 por ciento impactará por sobre los mil pesos, porque arrancan de una tarifa mucho más elevada desde el año pasado.

El gobierno de Cambiemos quiere hacer ver como que apenas retrocedió unos pasos en el tarifazo y que es todo lo que va a conceder. Pero la aprobación por mayoría de la oposición en el Senado nacional de un proyecto de declaración que le pide al Ejecutivo que retrotraiga las tarifas de los servicios y la ratificación del fallo de Cámara sobre la suspensión de cualquier aumento tarifario, tienen a Macri y su gabinete con escaso margen de maniobra. Los plazos para hacer oídos sordos a los “ruidazos”, empiezan a consumirse.