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En 2021 Angela Merkel concluirá su cuarto mandato. Habrá gobernado Alemania por 16 años ininterrumpidos una de las principales potencias globales y el país que -junto a Francia- constituye el núcleo económico y político de la Unión Europea (UE).

Famosa por su aspereza en cuestiones presupuestarias, la semana pasada Merkel sorprendió a propios y ajenos al dar una nueva lección política, en el actual contexto signado por la pandemia de Covid-19 en el cual los liderazgos políticos brillan por su ausencia.

Un plan para enfrentar la crisis

La Comisión Europea aprobó la semana pasada un plan denominado Next Generation UE por 825 mil millones de dólares para ayudar a los países del bloque a enfrentar la crisis sanitaria y económica producto de la pandemia. De esa cantidad, 545 mil millones se desembolsarían en forma de subvenciones a fondo perdido y 280 mil millones como préstamo.

Si bien el plan necesita el respaldo de los 27 países miembro de la UE para ser aprobado definitivamente, sería imposible llevarlo adelante sin el respaldo de Angela Merkel. La Canciller ya expresó su apoyo y es eso lo que asombra, dado que representa un cambio significativo en la postura habitual del gobierno alemán, que siempre se opuso a la idea de una mutualización de las deudas, es decir, a que fuera el bloque quien asumiera una deuda y no los países miembro de manera individual.

Junto al presidente francés, Emmanuel Macron, Merkel se adelantó a la Comisión Europea y presentaron juntos la propuesta. El dinero se redistribuiría entre los países del bloque en forma de subsidios y según el grado de dificultad en que la pandemia los haya puesto.

En definitiva, 545 mil millones de dólares se repartirán entre los miembros de la UE en forma de subsidio, acorde a las dificultades que cada uno enfrente y esa suma será solventada por el bloque. Como cada país asumirá posteriormente el reembolso del préstamo de manera proporcional a su contribución a la UE, Alemania deberá pagar más por ser el mayor contribuyente neto.

El cambio de postura de Merkel

Angela Merkel fue dura con aquellos países que más sufrieron la crisis económica y financiera de 2008, al punto de llevar a Grecia a una situación desesperada. Sin embargo, esta nueva crisis producto de la pandemia del Covid-19 no tiene precedentes.

Quizás parte de la respuesta se encuentre en que Merkel busque dar un impulso a la economía de su país. Alemania solo prospera cuando la UE prospera, suele repetir la canciller. Lo cierto es que Alemania es el país que aprovecha más que cualquier otro miembro de la UE el mercado común. En tal sentido, ofrecer un incentivo a las economías del bloque apuntaría a que éstas puedan comprar productos alemanes. Dicho de otro modo, si la crisis aplasta al mercado interior europeo y al euro, Alemania será la primera perjudicada. Las exportaciones alemanas se han visto beneficiadas por la moneda única, y el gobierno alemán parece ser consciente de que si países como Italia y España -la tercera y la cuarta economía de la zona euro y dos de los países más afectados por la crisis del coronavirus- se hunden, arrastrarían también a su propia economía.

Pero además del interés estrictamente económico, Merkel da indicios de su preocupación respecto del futuro de la UE, especialmente después del Brexit. En ese sentido, parece haber comprendido que la solidaridad es conveniente en lo económico y cohesiva en lo político.

Además, no debe perderse de vista que Merkel finalizará su mandato el próximo año y también podría pensar en dejar un legado. Su imagen global a propósito de la gestión de la crisis de los refugiados procedentes de Oriente Medio y el norte de África tiene en general un saldo positivo, pero no así la gestión de la crisis financiera de 2008. Quizás es por eso que quiere afrontar esta crisis de forma diferente, pensando ya no tanto en los votos alemanes o en las deudas de los gobiernos de los países socios en la UE, sino más bien en su propio ingreso a los libros de historia.

En cualquier caso, debe reconocerse que Merkel siempre fue europeísta y su discurso y praxis políticas fueron de lo más consecuente que pudo observarse en el mundo en las últimas décadas. De algún modo, Merkel hizo un esfuerzo valorable por cumplir con el pedido de Barack Obama al concluir su presidencia, de que fuera ella desde entonces la líder del mundo libre.

Pero aún no está todo dicho

Pese a lo expuesto, el plan para que la UE pueda superar la crisis actual tiene que sortear obstáculos.  La decisión final debe ser consensuada y alcanzar esa meta no será sencillo con la oposición de aquellos países denominados los cuatro frugales -Austria, Dinamarca, Suecia y Holanda- para los cuales, la fórmula para recuperar la economía debería consistir en préstamos, sin mutualización de la deuda.

En el fondo, la batalla que se libra es la del individualismo versus la solidaridad. Merkel ya adoptó posición del lado de la solidaridad. Veremos qué postura sostienen Europa y el mundo tras una crisis global tan grande como la actual.