Evita, Un Puente de Amor , a treinta años de su estreno, regresa a las tablas con una flamante adaptación con dirección musical de Pablo Jubany y dirección actoral y escénica de Daniel Querol.  La obra está protagonizada por el propio Querol junto a figuras de nuestra canción popular como Mirna Manassero y Javier Migled.

Se estrenó en 1986 en la Sala Lavardén. En 1988 realizó funciones en Teatro El Círculo. En 1989 se presentó en Buenos Aires, en el Teatro Presidente Alvear. Realizó giras y presentaciones por distintas localidades del país. La obra, además, marca la cumbre de uno de los tándems autorales más destacados de la historia del tango y la canción de nuestra ciudad, Domingo Federico y Miguel Jubany.

Más allá de toda bandería política, la pieza revive uno los mitos definitivos de nuestro país, aquel que, como ningún otro, tiene al pueblo como protagonista absoluto de una historia compleja y emocionante.

La obra tendrá dos únicas funciones: viernes 11 y sábado 12 de agosto, a las 21 hs, en el Teatro Empleas de Comercio.

A días de su estreno RosarioPlus.com conversó con Pablo Jubany sobre la nueva versión y la construcción entre actores y músicos de diversas generaciones.

- El nuevo elenco está integrado por actores que fueron parte de la puesta original y mucha gente joven que estaba en su niñez en la década del 80, ¿cómo fue esa integración?

De hecho, todos éramos niños en los 80, salvo Daniel Querol, el único integrante de aquella versión original, que por entonces era muy jovencito. Como sea, Daniel hoy sigue teniendo una perspectiva, un espíritu y una impronta tan juvenil como cualquiera de los que somos "nuevos", y es además uno de los artífices de esta visión contemporánea de la obra, así que todo más que bien en ese aspecto. No hubo que atravesar un proceso de integración en ese sentido, para nada.

- Tu papá Miguel es uno de los creadores de Evita, un puente de amor por lo que habrás crecido conociendo la obra. ¿Tenés algún recuerdo de Evita… durante tu niñez?

Totalmente. Me acuerdo de un montón de cosas, porque en realidad tengo bastante buena memoria, pero en concreto cada función de la obra -que, vale decir, nunca gozó de una temporada o una gira con funciones consecutivas- constituía una ocasión muy movilizante para mí. Recuerdo El Círculo llenísimo en el '88, el Alvear en Buenos Aires en el '89 y la cena posterior en el Bauen; me acuerdo de estar viajando y charlando con Daniel y Félix Reinoso, el director de la obra por aquel entonces. Otro recuerdo que tengo es estar con mi viejo y un editor en la isla de edición de Cablehogar, en el viejo edificio de Córdoba al 2000, mientras elegían inserts para poder pasar por Canal 4 alguno de los show de El Círculo que habían filmado a una sola cámara, con una M9000.
La obra es muy intensa, por lo que una de las cosas que más me impactó entonces fue la emoción de la gente: el fervor, el llanto. La gente se ponía como loca, de verdad; y eso, además de la calidad letrística y musical de la cosa en sí, me ha ayudado a tener siempre muy presente la obra y -sobre todo- los temas que la componen.

-¿Cómo fue la aproximación para la versión contemporánea? ¿Buscaron aggionarla?

Relativamente. La obra tiene un formato de cantata; o sea, no es una comedia musical ni una obra de teatro, pero tampoco un recital, y la verdad es que lo que sentíamos que podíamos mejorar con respecto a la versión original era otorgarle cierta integralidad a la producción. Lo que recuerdo, y he corroborado charlando con Daniel, es que en su anterior encarnación, la puesta se componía uniendo los elementos musicales, letrísticos, escénicos y hasta dramáticos de una manera un tanto atomizada. Lo que hicimos fue intentar darle, desde el diseño sonoro hasta la disposición en el escenario y las visuales, pasando por las imágenes y otras herramientas promocionales, una cohesión estética a todos esos elementos. Porque, por cierto, la partitura y la letra y el arco estructural que las contienen son increíbles: no hay mucho que hacer al respecto.

- En la primera puesta de la obra había una orquesta en vivo, de qué manera pensaron ahora la inclusión de la banda Jubany ¿Hicieron en la fusión entre el rock y el tango o pudieron por el sonido y la impronta de Jubany

Una de las características más salientes de la música en la versión original era cierta cualidad vanguardista, tanto formal como sónicamente hablando, y la orquesta era, en realidad, un ensamble bastante "progresista" -sobre todo teniendo en cuenta que estaba a cargo de uno de los protagonistas de la escena del tango porteña en su década de oro, la del 40-, compuesto por dos bandoneones, una guitarra clásica, batería y un yamaha dx7. Además, el elemento tanguero, vale decir, ocupaba un espacio bastante discreto: sólo los temas para voz masculina -un tango, una milonga, un par de valsesitos- tienen esa impronta, y de hecho en esta versión los tocamos mayormente con Franco, y tanto él como yo manejamos bastante ese lenguaje. Pero lo cierto es que la mayor parte del resto de la música es muy, muy expansiva, casi rapsódica, y tiene mucha dinámica, muchos altos y bajos, y, aunque fue un trabajo muy grande para el grupo lograr "incorporar" las cadencias y sus estructuras en general más dramáticas que cancionísticas, es ideal para llevarla tímbricamente para cualquier lado, incluso el rock, aún siendo -como lo fuimos- estrictamente fiel a la partitura.