Crecen los pedidos de ayuda alimentaria en los centros barriales
En la Municipalidad estiman que la demanda de comida aumentó 30 por ciento desde marzo. Advierten que hay nuevos pobres como efecto del desempleo y la inflación. Hay niños que acuden a los centros de convivencia barrial y piden las sobras de comida para llevar a su casa. "Se nota que vienen de una noche larga, sin haber cenado", cuentan
"Vemos que los chicos llegan a los centros de convivencia barrial con una noche muy larga, es decir, que no cenaron la noche anterior o que lo hicieron de manera insuficiente. Además, comenzaron a pedir los alimentos que sobran para llevarlos a sus hogares para que sus padres puedan comer", contó la secretaria de Desarrollo Social municipal, Laura Capilla. Es que aumentó la cantidad de gente que pide comida en esos efectores de la Municipalidad. Alrededor de un 30 por ciento, estiman. Todo un reflejo del resultado del programa económico de Mauricio Macri en ocho meses de gobierno. Además, entre quienes integran este aumento de la demanda alimentaria se cuentan hombres y mujeres que antes se mantenían al margen de la asistencia estatal y resolvían sus necesidades por su cuenta. Lo confirmó la titular del área, Laura Capilla: "Hay sectores nuevos que se suman a la demanda, jóvenes con niños y también adultos mayores. Muchos se acercan para averiguar posibilidades de trabajo, de algún emprendimiento porque el ingreso que tenían se terminó, o porque lo que ganan ya no les alcanza. La carne y el pollo desaparecieron de las ollas".
Son las conclusiones de quienes trabajan en los efectores municipales de barrio, en contacto directo con la población más vulnerable de la ciudad. Son 33 centros de convivencia barrial (CCB), 12 polideportivos y más de 70 centros de salud, entre locales y provinciales. Y su experiencia común surge de la tarea diaria en cuanto a la asistencia alimentaria a través de la Tarjeta Unica de Ciudadanía (TUC), los CCB y con 207 centros comunitarios en los que funcionan comedores y copa de leche.
En Rosario hay 55.000 beneficiarios de la TUC, un programa que la Provincia implementa desde 2008 para reemplazar los tickets y cajas alimentarias. Esta tarjeta representa apenas 260 pesos mensuales de ayuda, y es asignada sobre todo a madres jóvenes y familias con niños con problemas de salud. El denominador común: sus inscriptos sobreviven con menos dinero que el salario mínimo vital y móvil, actualmente, 8000 pesos mensuales. La Municipalidad atendía 220 solicitudes en enero; hoy son 350.
En los CCB, los operadores también perciben el deterioro del tejido social. "Como complemento de las actividades educativas y recreativas que se brindan, también se sirve desayuno y merienda. Estamos notando mayor concurrencia de niños, y en general vemos que los chicos llegan con una noche muy larga, es decir, que no cenaron la noche anterior o que lo hicieron de manera insuficiente. Además, comenzaron a pedir los alimentos que sobran para llevarlos a sus hogares para que sus padres puedan comer", reveló la titular de Desarrollo Social a Rosarioplus.com. En los CCB acuden a diario 980 niños de 3 y 4 años, y además lo hacen otros 1800 de entre 5 y 12 años a actividades recreativas y culturales dos o tres veces por semana, y unos 1600 adolescentes que participan además del programa provincial Nueva Oportunidad. También empiezan a notar que algunos jóvenes que asisten a las actividades de capacitación en oficios o integración recreativa preguntan si hay algo de comer para llevar a sus familias.
La demanda de cajas con alimentos que se entregan en los CCB creció 70 por ciento entre enero y mayo, según datos de la secretaría municipal.
Desempleo, desesperanza
"Fue a partir de marzo, con la intensificación de la actividad en los centros barriales por el período escolar también, que empezamos a notar mayor asistencia de la población más vulnerable a estos efectores, y eso viene in crescendo. Son nuevos niños, también jóvenes y madres que exponen que la situación se les complicó, que quedaron sin empleo, que no les alcanza. El joven que ayudaba al tío pintor ya no tiene más esa changa, la chica que limpiaba en casas de familia tampoco, o que antes vendía ropa o algún producto y ya no más, el albañil que terminó la última obra y no volvieron a llamarlo. Esas situaciones hoy se repiten a diario", expuso Capilla.
La semana pasada, en la reunión del Consejo Económico y Social, la subsecretaria de Producción municipal, María Fernanda Ghilardi, presentó un informe con indicadores sobre el nivel de empleo en Rosario en lo que respecta al segundo trimestre de este año. "A nivel del aglomerado Gran Rosario hay una caída entre el segundo trimestre de 2016 y el primero" afirmó y agregó que se puede observar una desaceleración en la creación de puestos de trabajo y en relación a la cantidad de ocupados del primer trimestre hay una baja.
Una actividad que genera mucho empleo en los sectores más vulnerables es la construcción. Desde la Cámara Argentina de la Construcción, Guillermo Berman expuso que actividad decayó a partir de las elecciones presidenciales del año pasado. Además agregó que el pico de actividad fue en septiembre del año pasado con 450.000 trabajadores aproximadamente en todo el país, y que al día de hoy son 60.000 trabajadores menos debido al freno en la obra pública desde que asumió el nuevo gobierno nacional.
Carne, un recuerdo
El panorama que pintó la funcionaria municipal condice con lo dicho por el gobernador Miguel Lifschitz la semana pasada, al señalar que "la demanda de salud pública aumentó porque hay muchas familias nuevas por debajo de la línea de pobreza". Capilla confirmó que en la interacción con otras áreas del municipio el personal de los centros de salud advierte un incremento de consultas debido a familias nuevas que acuden al servicio luego de haber perdido su empleo formal y, por ende, su cobertura de obra social.
La titular del área develó otro rasgo emergente del deterioro social: el personal de los CCB está recibiendo últimamente la demanda de ancianos, jubilados o no, que se acercan a pedir alguna clase de ayuda pese a que no están dentro de la población objetivo de esos efectores. "Nos llega la demanda a través de vecinos de esos adultos mayores a los que ya sus ingresos o sus estrategias de vida no les alcanzan para vivir", contó. "La gente cuenta y refleja el cambio que hubo, el impacto de la inflación hizo que, por ejemplo, hoy la carne y el pollo hayan desaparecido de las ollas; la plata no alcanza y encima hay una baja en el empleo que es notoria. En los barrios las changas informales son el medio de vida de mucha gente, y eso hoy cayó muchísimo, por eso piden trabajo, preguntan por emprendimientos, la posibilidad de hacer algo", agregó Capilla.