El 24 de febrero de 2020 Carlos “Bocacha” Orellano salió de su casa con la idea de divertirse, se despidió de su madre y fue camino al boliche Ming, ubicado en la ribera central de Rosario, dentro del complejo La Fluvial. Durante dos días no se supo nada más de él. Tras intensas búsquedas hallaron su cuerpo en las aguas del Paraná, no muy lejos de donde había estado esa noche. Su muerte tiene como acusados a dos policías y los dos "patovicas" que custodiaban el boliche.

A finales de julio del 2022, en la audiencia preliminar, el fiscal Patricio Saldutti solicitó llegar a juicio con un pedido de pena de 19 años de prisión para los funcionarios y 17 años de prisión para los patovicas, acusados de homicidio simple con dolo eventual en grado de coautores. A los dos policías, que son pareja y esa noche hacían tareas adicionales, también se les endilga los delitos de incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad ideológica. El juez Nicolás Foppiani fue quien confirmó la elevación a juicio oral que comenzará el 5 de abril de este año.

El asesinato prendió un fuego imposible de apagar dentro de quienes querían a Carlitos. Un centenar de jóvenes conformaron la Asociación Civil Carlos Bocacha Orellano que realiza actividades sociales en barrio Empalme Graneros. Una apuesta para mantener viva la memoria de este joven caído por la brutalidad de las fuerzas de seguridad, escenario que se hace carne en los barrios populares, donde las prácticas de violencia institucional forman parte del paisaje.

Vicky Alancay, reconocida cantora folclórica rosarina y prima hermana de Carlitos, forma parte de este ejercicio colectivo que se construyó desde el dolor y la pérdida. Un camino recorrido por la familia que va desde el asesinato del joven al “encubrimiento de la investigación y los palos en la rueda que pusieron los sectores del poder”. Y también de todo lo que se generó luego: la asociación civil, los festivales y movidas solidarias que son un emblema del trabajo territorial de este grupo.

“Hablar de mi primo me pone la piel de gallina, una hace un parate, mira hacia atrás y piensa lo poderoso que es el trabajo colectivo porque después de todo lo único que no pueden robarnos es la alegría. Nos robaron todo, incluso la vida, porque a Carlitos nadie no los va a devolver, pero pensar que nosotros podemos mantener su memoria viva a través del arte, la solidaridad y pidiendo justicia es esperanzador, nos mantiene activos”, expresa Alancay a RosarioPlus.com.  

“Estar organizados como asociación civil nos sirve para estar atentos ante la resistencia, como aprendizaje del hacer colectivo en la diversidad de pensamientos y recorridos militantes”, apunta luego la joven cantora que insiste en construir desde los barrios, sembrando siempre por la memoria de su primo Bocacha. En ese sentido, Alancay marca que estos recorridos los hicieron con “el cuero vivo” escuchando a otras familias que pasaron por la misma situación. “Es en parte lo que nos hizo pensar problemas ajenos porque lo vivimos con nuestra piel, así es como se asume la otredad”, aduce y trae a colación: “Existe un sistema represivo que busca que el pueblo se odie a si mismo mientras una clase alta sostiene sus privilegios”.

Festival y convocatoria

Con la sonrisa de Carlos Bocacha Orellano como bandera, tatuaje y canción, se llevará a cabo este sábado 25 de febrero, a las 17, en arroyo Ludueña y el río, la tercera edición del Festival por Bocacha, que llevan adelante familiares, amistades y la Asociación Civil que lleva su nombre. El espacio de memoria y visibilización de hechos de violencia policial e institucional en Rosario contará con bandas y muralismo en vivo y servicio de buffet. La invitación al festival por parte de los organizadores lleva consigo el pedido de justicia, “por quienes ya no están, y por los pibes que aún están entre nosotros”. También el viernes a las 18, la familia Orellano convoca a una ceremonia en la zona de La Fluvial para fortalecer la memoria y pedir justicia por Bocacha.

Además sus familiares y amigos suman a esta convocatoria interrogantes que siguen interpelando el contexto del caso: “¿Cuál es el rol de las instituciones que deberían cuidarnos, cuando sus mismos funcionarios facilitan y avalan las desapariciones y muertes? Creemos en la unión de las familias a través de la esperanza. Que esa esperanza sea grito y canto y que se escuche por toda la ciudad”. Para la Asociación Civil, será un encuentro entre quienes “siguen buscando Verdad y Justicia, y en conjunto con muchas familias rosarinas que hoy transitan el dolor, se pronunciamos en contra de la violencia institucional.

Con idas y vueltas se llega al juicio

Ya son tres años de la fatídica noche donde murió Carlos Orellano a causa de los golpes que le propinaron los policías y patovicas que custodiaban el boliche que luego disparó una causa judicial, donde los imputados se encargaron de “embarrar la cancha escondiendo pruebas”, incluso, según la familia, “borrando videos de cámaras de seguridad y la falsificación de actas que “acreditaban que el cuerpo de Carlos presentaba signos de violencia”.

Los imputados son Gabriel Nicolossi, de 39 años, y Karina Gómez, de 42; y los patovicas Emiliano López, de 31 años, y Fabián Maidana, de 53, que eran encargados de la seguridad del boliche al que había entrado la víctima. La hipótesis a la que llegó el fiscal Saldutti y llevará al juicio en abril es que entre las 4.30 y las 5 del 24 de febrero de 2020, luego de que Orellano fuera retirado del boliche, los imputados lo golpearon arrinconándolo contra la baranda que da al río Paraná y no le dejaron más opción que arrojarse al agua como única vía de escape de una fuerte agresión.

Esa secuencia se dio cerca del muelle 3, cuando los agresores rodearon a Orellano y según la acusación “se aprovecharon de su superioridad física y numérica”. “Lo golpearon y determinaron con su accionar que Orellano salte la baranda de protección y caiga a las aguas del río Paraná, circunstancia que le provocó la muerte”, indicó el fiscal. El cadáver del joven apareció en el río dos días después.