Balearon dos veces un pasillo en el que hay un bunker atendido por una embarazada
Es en Empalme Graneros. Denuncian que hace un mes se instaló un puesto de venta de drogas que funciona de 11 a 18 hs. A pocas cuadras, está la Comisaría 24, que ante el reclamo de los vecinos pidió "que lo hagan por escrito y con firmas".
Viven en Empalme Graneros, sobre avenida Génova pasando Travesía, casi abajo del puente por el que pasa el ferrocarril. Es un pasillo angosto con piso de tierra, en el que se apiñan unas diez familias con varios chiquitos en cada casa, que ahora en la mañana caminan sobre el barro, porque anoche llovió. Nadie acá tiene trabajo estable, sobreviven como pueden con changas y con la ayuda estatal de los planes para desocupados. A cinco minutos del glamoroso Puerto Norte, el contexto acá es otro. Y a una situación de vida ya complicada, en las últimas horas se le sumaron ataques a balazos. La última balacera fue anoche y de milagro no terminó en tragedia: "Nosotros estamos acá hace como ocho años. Y ahora se puso jodido, hace como un mes que empezó, desde que pusieron un bunker en la casa que da a la calle", dice una de las vecinas que pide reserva de su nombre.
Se van juntando más habitantes del lugar, que llegan todos con testimonios similares. Cuentan que el último viernes dos desconocidos balearon desde afuera. Y que a pocas cuadras, un pibe paró con su moto y le disparó a una camioneta que estacionada en la vereda. El ataque quedó registrado en un video que difundió la televisión. Ayer en la noche del martes, fue todavía más espeso: entraron al pasillo y tirotearon.
Durante la charla, muestran los mensajes que llegaron por WhatsApp antes del ataque: "Te damos 24 hs para que te vayas, sino te mandamos bala". "Te doy 24 hs para que dejes la casa, sino te hago cortar el pelo".
Alguien cuenta que el bunker funciona de 11 de la mañana a 6 de la tarde. Y dice después: "Queremos que hagan algo, que nos ayuden, porque van a terminar matando una criatura. Ya hubo cuatro heridos, hasta un perro salió lastimado de la última balacera. Acá hay movimiento durante todo el día y la policía no hace nada".
Hay dos comisarías cercanas al lugar: una es la 10ma, en Alberdi y la otra es la 24, en la intersección de Travesía y Juan José Paso, a unas seis cuadras. "Hicimos reclamos y nos dicen que tenemos que dejar por escrito la denuncia, con la firma y los datos de todos nosotros. ¿A vos te parece que nos vamos a exponer así? Pedimos que vengan con un patrullero, que vean lo que pasa. Acá todos los días cuando terminan del bunker, se llevan como 200 mil pesos. Una chica embarazada lo atiende, encerrada", revela otra voz que tampoco se anima a dar su nombre.
Balaceras repetidas en unos días y a pocas cuadras
"Se encontraba con amigos y pasa una moto 110 cm3 con dos masculinos que le efectúan disparos. Desconoce los motivos", informó el parte policial difundido en la tarde del viernes 21, cuando a las cuatro de la tarde Matías F., de 23 años, era trasladado por un móvil del SIES hasta el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez. Ese día el joven recibió seis disparos, pero milagrosamente fue dado de alta a las 48 horas, con buena evolución clínica.
En la noche del martes 25, según el relato de los vecinos del pasillo, los heridos fueron tres. Además, resultó baleado un perro. Con pocas horas de diferencia, hubo otro ataque a balazos a un comercio unos 500 metros al oeste, por Génova al 2800. Y en el último tiempo se repitieron balaceras en la cuadra del club Reflejos. "Algunas son noticia en la radio y la televisión. A veces los móviles ni vienen. Pero ruido de balas hay casi todos los días", se lamentan los vecinos de Empalme Graneros.
La crónica recorre unas pocas cuadras del noroeste rosarino, pero no es el único rincón de la ciudad con esta realidad. A la falta de soluciones en materia de vivienda y de empleo, se le suma la inseguridad que genera la expansión del narcomenudeo. Y el ejercicio podría replicarse en otros puntos con un relato similar: se instala un bunker y alrededor suyo aparecen las balaceras. Los policías -como suelen contar los vecinos que dan sus testimonios con mucho miedo- generalmente hacen la vista gorda. La Justicia Federal, que debería penalizar los delitos vinculados al tráfico de drogas, nunca aparece en estos casos. De vez en cuando pasa que la violenta disputa por el territorio termina con una muerte: ahí aparecen los móviles de la radio y la televisión, que llegan para cubrir la crónica policial que también se repite en sus formas. Pero después las cámaras se apagan, los medios se van y el barrio vuelve a ser el mismo. Y como en "El día de la marmota", para los que se quedan la realidad se repite un día tras otro. La diferencia es que lo que está pasando hace varios años en Rosario, no es una película, ni es ficción.