El insólito error de los sicarios que costó la vida de Máximo y encendió a todo un barrio
Vecinos cuentan por lo bajo qué pasó la noche del crimen del nene de 11 años, víctima ajena de una disputa entre dos bandas que se disputan el territorio para la venta de droga, robos y usurpaciones de casa. El Estado, antes del promocionado desembarco de los gendarmes, ausente.
Con mucho dolor todavía, después de esa tarde de furia que terminó con varias casas demolidas mientras las cámaras de TV transmitían en vivo a todo el país, los vecinos de barrio Los Pumitas tratan de explicar ahora lo que pasó el último sábado, esa noche fatídica en la que una ráfaga de tiros desde un auto negro terminó con la vida de Máximo Gerez e hirió a otros tres chicos, uno de ellos una nena de 2 años.
Máximo vivía con su papá detrás de la canchita en la cual jugaba. En la noche del sábado había ido a lo de su tía, que preparó unas pizzas caseras. Y cerca de las diez de la noche salió con sus primos a comprar una gaseosa al kiosco que estaba al lado. Cuando estaban en la vereda, recibieron los disparos.
“Pasó un auto que buscaba el kiosco abierto las 24 horas que era de los Villazón y funcionaba frente a la canchita. Era el de la pared verde, que fue uno de los lugares que demolieron completo el lunes. Ahí se vendían artículos de almacén y gaseosas, pero droga también. Como estaba cerrado, siguieron de largo. Y una cuadra más adelante, cuando vieron un kiosco que sí estaba abierto, le dieron. Habrán pensado que era el que tenían que atacar. Dispararon y estaban justo los chicos en la puerta, que no tenían nada que ver", explica una voz del barrio que pide anonimato. Un error fatal.
Los atacantes venían de la zona de Campbell, unas cuadras más al oeste. Una zona dominada por “Araña” Ibáñez, preso en Piñero. Desde la cárcel, maneja la venta de droga en su barrio, ataques, robos y extorsiones a sus vecinos. En diciembre pasado, ese rincón rosarino fue noticia cuando tras un doble crimen hubo enfrentamientos con la policía. Y su banda está enfrentada con la del "Salteño" Villazón, que está preso en Coronda y tiene el control de lo que pasa más acá, en la zona de Los Pumitas. Son pocos metros de diferencia, unos 500, con dos grupos antagónicos disputándose el territorio.
Con esa línea de investigación, en la noche del lunes el fiscal Adrián Spelta informó el hallazgo junto a personal de la AIC de una Honda Civic negro, en barrio Godoy. La mujer que lo tenía fue detenida, junto a sus dos hijos. Su nombre es Alejandra R. y es esposa de un taxista preso por el homicidio de la adolescente Ticiana Espósito, en septiembre de 2020. Cuando se lo detuvo por aquel hecho, el hombre vivía en Campbell al 1200, zona del “Araña”.
El martes por la tarde se dieron nuevas detenciones por el caso de Máximo. A partir del testimonio de varios testigos, se supo que eran dos jóvenes que iban en el auto que disparó a los chicos. “Son primos del Araña”, reseñó una fuente del caso.
La historia del Salteño
“El barrio está tomado por ellos, por la banda del ‘Salteño’, hace varios años. Empezaron robando motos, a veces las vendían completas y otras por partes, los repuestos. Si vas hasta el arroyo, vas a ver que está lleno de partes de moto. Después los Cantero le empezaron a bajar droga y se metieron en esa. Y ahora ya hace un tiempo que lo que hacen es la de balearte la casa para usurparla”, relata otra de las voces, que pide no ser grabada ni en video ni en audio. “Me podrían reconocer la voz”, apunta.
Los vecinos conocen bien la mecánica y así la explican: pasa alguien en moto, balea una casa y deja un mensaje avisando que sus ocupantes tienen que irse. Esta zona de Empalme no es la única de Rosario que padece el nuevo modus operandi de bandas sumamente rústicas y con alcance barrial, que ampliaron el menú de opciones para recaudar: del robo y el narcomenudeo, a las extorsiones y el negocio inmobiliario. Con una economía pulverizada y enormes capas de la población en los barrios sin un recibo de sueldo o un familiar con garantía, alquilarle al “narco” termina siendo una alternativa.
El lunes, de hecho, los líderes de la pueblada iban apuntando una por una qué casa debían ser atacadas. Los móviles de TV relataban en vivo la “destrucción de búnkeres”, pero varias propiedades destruidas y luego saqueadas no eran puntos de venta de droga, sino las casas que la banda del “Salteño” había usurpado.
Los balazos llegan una, dos, tres veces. Los noticieros de Rosario y los portales de noticias web están llenos de notas con el mismo título, publicadas en los últimos dos años: “Balean una casa por error”. A veces se deja una nota amenazante, a veces nada. Es que el delito de la usurpación y la extorsión, frecuente en los barrios que dominan las bandas narco, se va expandiendo hacia el resto de la ciudad como una mancha de aceite.
Cuando se le pregunta a los vecinos en distintos rincones de Rosario por la presencia policial ante estos hechos, la respuesta es encogerse de hombros. Los uniformados que caminan los barrios nunca se enteran. “O pasan el viernes a buscar la coima por el punto de venta de drogas”, es la denuncia más frecuente. Por eso la necesidad y la urgencia de instalar otro tipo de dominio territorial por parte del Estado, tal vez la presencia de Gendarmería. Aunque hasta ahora, los efectivos que recorren Empalme Graneros no lograron disminuir la dinámica violenta.
Si no dejás tu propiedad, pueden matarte. Y cuando te vas, no hay cómo recuperarla. En barrios como Los Pumitas o Empalme, como pasa en Tío Rolo, Tablada, Ludueña y otros puntos de la Rosario por fuera de los bulevares, la ocupación de los espacios es precaria. Hay viviendas sin papeles en pasillos o al lado de vías del tren, casillas que fueron creciendo sobre tierras que eran terrenos fiscales o donde no se conocía al propietario. Inmobiliarias, pedido de garantías y demás trámites que funcionan en el centro, en estos barrios son una ficción. No hay tanto papelerío como para la clase media, así como faltan otros servicios esenciales, como cloacas, agua, recolección de residuos o veredas. “Acá en los pasillos no entran las ambulancias ni los policías”, decía la tía de Máximo el lunes, en medio de la pueblada.