Bocacha Orellano: primeros momentos de búsqueda hasta descubrir lo peor
Una tía del joven que murió ahogado tras sufrir una paliza de patovicas en el boliche Ming brindó un conmovedor relato sobre las primeras horas de búsqueda en hospitales y comisarías.
Fue un momento intenso de radio y pasó en vivo por la Sí98.9 desde la puerta del Centro de Justicia Penal, en la mañana del lunes 8 de febrero. Sucedió minutos antes del comienzo de la audiencia por el caso Carlitos Orellano, el pibe que apareció flotando hace casi un año en el Paraná después de ir a bailar al boliche Ming, en La Fluvial hace casi un año. Por primera vez iban a estar frente a frente los familiares de la víctima con quienes fueron imputados por el homicidio. Y la tía abuela de Bocacha recordó con doliente precisión cómo fue aquel trágico 24 de febrero.
"Estamos esperando, a casi un año de lo que ocurrió. Nosotros sabemos que lo mataron. Quieren esconder todo, pero obviamente si esconden es porque lo mataron. El papá y la mamá de Carlos, por primera vez frente a los asesinos de su hijo, eso es una cosa muy dolorosa", dijo Mariana respecto de la audiencia imputativa del lunes.
"Ese día fue un fin de semana largo largo –evocó la mujer–. Habíamos dicho de ir a la isla en familia, porque los Orellano somos así. Como digo yo, somos familia y somos corazón. A Carlitos le pregunté si iba, porque así sabía si iba mi hijo, su primo. Porque como eran de la misma edad siempre estaban juntos y si no, se aburrían. Al mediodía, cuando ya habíamos cruzado y llegó la hora del almuerzo, yo le digo a Mari, la mamá de Carlos: 'Qué raro que no venga, eh. Porque él siempre cumple'. No era habitual que falte. En todo caso, si andaba con un amigo, lo traía a la mesa, pero estaba siempre. Y después de comer, nos pusimos con una tarta de manzana que yo había hecho, que a él le gustaba mucho. Y viene su mamá y me dice: 'Che, sabés que Carlitos desde la una que no se conecta al celular y lo tiene apagado'. Yo le contesto que estará con alguna chica. Pero ya a las cinco de la tarde con Mari dijimos de volvernos. Ella estaba nerviosa. Hacía calor, era pleno febrero. Entramos a la habitación de Carlitos y la ropa estaba toda igual. Ahí empecé a sentir algo feo, como una presión en el pecho. Ahí dijimos de llamar a sus amigos, al Nico, al Facu. Ellos también lo estaban buscando, porque tenían un partido de fútbol. Todos sabíamos que algo feo había pasado. Hablamos a los hospitales, al Heca, al Centenario, al Alberdi. Y como ya éramos varios buscando nos pasaba que a veces nos atendían y nos decían 'Ya llamaron acá preguntando por ese apellido'. Como a las dos horas le digo a su mamá de ir a la comisaría. 'De última, si aparece por ahí, le pegaremos por lo que hizo, pero hay que encontrarlo'. Cuando empezamos a hacer la denuncia nos piden una foto. Y les paso una que tenía yo, de Navidad, que era una foto que me mandó con una camisa por la que me había preguntado 'Tía, ¿te parece muy flashera esta ropa?' Yo le había dicho que le quedaba hermosa, que él era joven. Esa foto fue la primera que circuló por toda la ciudad cuando no aparecía".
—A un año de eso que contás, ¿creés que hoy se empieza a hacer justicia?.
—Esperemos que así sea; y si no, la haremos nosotros, porque esto es insoportable.