Dos periodistas que vieron de cerca la represión de 2001: “Fue una cacería”
Claudio Berón y Marcelo Nocetti contaron sus vivencias de aquellas jornadas tumultuosas, donde la muerte pasó más cerca que nunca.
Los disturbios que desató la inestabilidad económica con mayor desocupación de la historia argentina y la crisis de representatividad en los gobiernos que llevaron a la desesperación en las clases medias y bajas tuvieron en diciembre de 2001 el estallido de la clase media por la confiscación de sus depósitos, y de los barrios, por la angustiante crisis económica que en algunos lugares tuvo su clímax con saqueos y la consecuente represión policial. La periferia rosarina y Villa Gobernador Gálvez fueron escenarios de este caos.
El hambre y la desesperación de miles de personas, sumado a la difusión en radios desde el Gobierno provincial de Carlos Reutemann donde prometían un acuerdo con las cadenas de supermercados para repartir bolsones de alimentos terminó con las tristes imágenes de saqueos y represiones de la policía provincial con balas de plomo, que terminaron con la vida de nueve personas, siete de las cuales en Rosario, una en Villa Gobernador Gálvez y otra en Santa Fe, este último a manos de un comerciante que era saqueado.
El periodismo no escapaba a esta realidad, y muchos fueron los reporteros radiales y de medios escritos y televisivos que pusieron el cuerpo en conocer lo que sucedía en este triste capítulo de la historia, y entre ellos hubo dos, Claudio Berón y Marcelo Nocetti, que sufrieron graves secuelas.
Berón es periodista de policiales en el diario La Capital y Radio Nacional Rosario, y por esos días se enteró que había ingresos policiales en el humilde barrio Vía Honda, con el solo objetivo de reprimir ya que “en esa zona no había supermercados”. En medio de su reporteo, cuando ingresó en varias casillas y entrevistó a los vecinos que denunciaron el robo de sus pertenencias por parte de efectivos además de la represión, justo al salir fue víctima de una bala de plomo en la espalda a la altura de su cadera. “Mas en la columna y no la contaba”, dijo en diálogo con Rosarioplus.com.
En un recuerdo vívido, Berón describió: “Lo que recordamos los periodistas que hemos cubierto esos días es el caos, la sinrazón y la injusticia. La gente siendo agredida gratuitamente, por la represión misma, y eso es lo que pasó en la Vía Honda y en otros 10 barrios de la ciudad, desde el sur hasta el norte pasando por el oeste y los pueblos cercanos. Fue un caos en costo de vidas y de dolor para muchos rosarinos”.
Narró sobre aquel día en que resultó herido: “Llegué con el fotógrafo Marcelo Bustamante, nos paramos en Avellaneda a la altura de Garibaldi, me metí por el pasillo mientras él se quedó sacando fotos en la cuadra. En esta zona que es muy pobre no hay supermercados. Al no haberlos, la represión (que era respuesta de los saqueos) no tenía mucho sentido, excepto la cacería. La policía vino a cazar a la gente desarmada con balas de goma y de plomo, con escopetas y revólveres ilegales que guardaban en las botas”.
Se acercó justamente a cubrir ya que supo de las represiones y que “muchos policías en los operativos entraban en las casas y se robaban motos, muebles, pertenencias de los vecinos, y los nenes corrían como escena de batalla, en una escena muy desigual porque la gente estaba desarmada”. Y aclaró: “No fui el único periodista herido en estas coberturas, hubo otros tres baleados en Rosario en menor o en mayor medida. Por suerte ninguno terminó grave”.
El barrio Vía Honda, en el sudoeste rosarino, hace 20 años tenía muchos descampados y las casillas eran más humildes, no había casas de material. “En esa época no se vendían drogas acá, pero desde hace unos años a pocas cuadras hay una cocina funcionando. Por esto hubo muchas muertes en esta zona, y hay usurpaciones de viviendas que se usa de bunkers”, precisó el cronista de policiales de La Capital.
Finalmente Berón reflexionó: “Lo único que deseo es que algo así no vuelva a suceder, las malas gestiones de gobierno, desigualdad, injusticia social y decisiones políticas en el medio. Como ciudadano sentí mucha frustración de no entender cómo se llegó hasta ahí, y espero no volver de nuevo. Lo que siento es cierta impotencia porque los funcionarios del 19 y 20 de diciembre de 2001 siguieron libres. Nadie fue juzgado, ni siquiera el gobernador de entonces”.
Corridas de cebúes y un trágico final en La Gallega
Marcelo Nocetti trabajaba en la radio AM LT8, donde ofreció reportear desde el móvil al enterarse que por la tarde del 19 de diciembre había disturbios entre saqueos y represiones en La Gallega de la avenida San Martin en el cruce con la avenida Leandro Alem, de la vecina Villa Gobernador Gálvez.
En el camino, pasando villa La Lata casi lo derriba un cebú que escapó de un camión jaula saqueado para hacer asado con las vacas. Al llegar al lugar del conflicto en el cruce de avenidas, escuchó por parte de un efectivo que las balas son de plomo porque “sino a estos negros de mierda no los corremos más”.
Luego vio la imagen que nunca más va a olvidar: la muerte de Graciela Acosta, una madre humilde que buscaba comida para sus hijos y fue baleada de frente en el tórax. Nocetti fue el testigo clave para que el policía cumpliera 11 años de condena.
En una charla con Rosarioplus.com Nocetti recordó vívidamente esa acalorada jornada de hace 20 años: “Camino al supermercado paso por el barrio Las Flores y veo toda una hilera de efectivos tirando contra la villa, entonces estacioné y conté sobre ese panorama al aire. Vi una banda de muchachos que tomaron un camión jaula de los frigoríficos de esa ciudad para robarse las vacas y hacerlas comida. Entonces salió un cebú que se va por debajo del puente ferroviario, y enganchó con un cuerno un auto Fiat 128 y lo tiró por los aires”.
Escuchando sus propias palabras, el propio cronista reconoció: “Esto parece una comedia, pero fue así. El cebú se dio vuelta y me empezó a seguir a mí, yo miraba por el espejito retrovisor y me seguía, así que doblé a la derecha para escapar y el cebú siguió hacia el lado del río. Después habrá sido asado para mucha gente, imagino”.
Fue entonces que Nocetti se dirigió a la rotonda al supermercado donde estaba el conflicto. “Dejé el auto y cuando vi la escena quedé paralizado. El desprecio por la vida que había, cada vecino valía menos que un paquete de fideos para esos canas”, aseguró.
En la vereda frente al supermercado había unos cuatro policías con escopetas “supuestamente con balas de goma, y había dos o tres oficiales tirando con la reglamentaria. dos agentes me apuntaron a la cabeza y les dije que soy periodista, que estaba saliendo al aire en la radio y me dejaron circular. Me llamó la atención que tiraban a la gente al pecho al otro lado de la calle. No hubo mas muertes de casualidad. El operativo no lo pudieron haber organizado estos agentes. Fue el entonces ministro Álvarez o los jefes de la policía”.
Fue entonces que escuchó las palabras clave de la desidia: “Yo le consulté a un agente si para usar las armas tenían postas de goma, y ahí me dijo ‘a estos negros de mierda si no es con plomo no los corremos’. Esa frase más un estudio de balística le costó 11 años de cárcel, porque fui testigo en la causa”.
A unos cien metros se empezó a juntar gente, y Marcelo se acercó a ver qué pasaba. “Lo primero que escuché fue una mujer diciendo ‘la tengo acá’, hablaba de la bala que le sacó del pecho a Graciela. La bala le ingresó por las costillas y le salió por el medio del pecho. Había mucha gente alrededor, no me voy a olvidar más. Todavía recuerdo los ojos en shock así negros grandotes, sin pestañar. Se la llevaron y después me entero que murió”.
Nocetti relató sobre aquel hecho y algunas consecuencias que debió padecer: "Estas imágenes no se borran, me aparecen en sueños. Tuve amenazas, intentaron secuestrar a mis hijos una vez, otra vez entraron a mi casa, revolvieron todo cuando yo no estaba, y defecaron en algunas habitaciones. Tuve el respaldo del Sindicato de Prensa, pero desde el Estado ninguna gestión se nos acercó a ofrecernos contención de ningún tipo".