La Forestal, una historia que continúa a 100 años
Este viernes 29 de enero, al cumplirse 100 años de una de las mayores revueltas de los obreros de La Forestal, en la comuna de Villa Guillermina del norte provincial, se realizó un acto conmemorativo y se inauguró un monumento a Teófilo Lafuente, el primer secretario general de Sindicato de Obreros del Tanino y protagonista de las huelgas obreras contra la patronal inglesa.
El periodista e historiador Oscar Ainsuain, autor junto a Carlos Del Frade del libro "La Forestal, explotación y saqueo", en conversación con Rosarioplus.com afirma que “el homenaje a Teófilo Lafuente visibiliza una lucha que se pretende ocultar, una lucha que los trabajadores y el resto de los argentinos merecen conocer”.
El monumento al trabajador que lideró la lucha obrera inaugurado este viernes está tallado en madera y será trasladado luego al predio de la vieja fábrica de tanino convertido en Parque de la Memoria y la Identidad de los Pueblos Forestales, en un predio donado por los nuevos dueños de la vieja fábrica.
Rosarioplus: -¿Qué significaba La Forestal para la provincia y puntualmente para el norte provincial por aquellos años?
Oscar Ainsuain: -La Forestal fue un inmenso latifundio imperialista de 2.100.000 hectáreas repartidas entre el norte de Santa Fe, el sur del Chaco y el noreste de Santiago del Estero que se edificó sobre territorios arrebatados a los pueblos originarios. Nosotros, al igual que Gori, en el libro la definimos como un “Estado dentro del Estado” ya que disponía de un sistema ferroviario y de puertos propios, ejercía el control del comercio, tenía moneda propia por lo que el peso argentino no circulaba en el feudo. Pero lo más importante es que para garantizar el “orden” disponía de los servicios autorizados por el gobierno provincial de la “Gendarmería Volante” y cuando surgían problemas en la justicia aparecían los jueces siempre prestos a solucionarlos, desde ya a favor de la Compañía. Por eso decimos que su poder era inconmensurable.
RP: -En otro de sus libros, titulado “Del genocidio y el robo de tierras al Boom Sojero”, Ainsuain refiriéndose al poder de la empresa explicaba que “toda la vida de la región dependía de La Forestal, una sociedad que lo monopolizaba todo si se tiene en cuenta que las escuelas, proveedurías de alimentos, viviendas, energía eléctrica junto a los teléfonos, hospitales o el transporte eran de la empresa. El trato que la empresa brindaba a los obreros era inhumano. Los contratistas de obrajes, por su parte, parecían empleados del monopolio más que pequeños empresarios y tenían prohibido, incluso, contratar gente “marcada” por la empresa debido a su actividad sindical. El total de los salarios de los trabajadores era prácticamente absorbido por la proveeduría o el almacén de la empresa, y de esta manera los obrajeros cobraban en especies y la empresa disponía libremente del dinero”.
¿Cuál fue el rol del poder político de entonces en el desarrollo de la empresa inglesa y su posterior fuga?
OA: -Sin la complicidad del poder político les hubiera resultado imposible acceder a 2.100.000 hectáreas. Ellos vendieron la idea de que “traían el progreso” y que el postergado norte provincial pasaría a ser una región productiva y de prosperidad. Esta es la razón por la que el poder político hizo todo tipo de concesiones para garantizarle a la Compañía las condiciones para producir con una altísima rentabilidad. Primero les cedieron tierras a precios muy por debajo de su valor real, después les otorgaron beneficios de todo tipo en materia impositiva y finalmente cuando la empresa decidió reemplazar el quebracho por la mimosa e irse del país, tanto el gobierno provincial como la mayoría de la legislatura se negaron a la expropiación impulsada por la Comisión Investigadora de La Forestal. Ni siquiera se les exigió indemnización alguna por el genocidio ambiental provocado.
RP: -¿Tanto la huelga como la feroz represión pueden pensarse como hechos aislados que ocurrieron en Santa Fe por el poder de la empresa o era una situación general de la época?
OA: -No, no fueron hechos aislados. La Forestal luego de los levantamientos de 1919-1920 quería poner “la casa en orden”. En cambio la reacción de los trabajadores sí estaba vinculada con un momento histórico concreto. Después de la Revolución Rusa de 1917 se produjo un auge de las luchas obreras en el mundo y en Argentina. Que los obreros de La Forestal desfilaran armados por Villa Guillermina, Villa Ana y el resto de los poblados del feudo tiene que ver con ese momento histórico concreto. No nos olvidemos que durante esos años se produjeron luchas similares como la de los Talleres Vasena o las que se conocen como la Patagonia Rebelde.
RP: -¿Por qué cree que es importante recordar aquellas huelgas y a sus dirigentes como sucedió hoy en Villa Guillermina?
OA: -Personalmente entiendo que desde la perspectiva del movimiento obrero es justo recordar no sólo la huelga de La Forestal sino también las de los Talleres Vasena y la Patagonia Rebelde ya que fueron los levantamientos más significativos de esos años con miles de muertos. Fueron levantamientos que se dan de tanto en tanto y que las clases dominantes intentan borrarlos de la memoria colectiva, tratando de evitar que las nuevas generaciones saquen conclusiones que pongan en peligro sus intereses. Por eso celebro el homenaje de hoy a Teófilo Lafuente ya que visibiliza una lucha que se pretende ocultar, una lucha que los trabajadores y el resto de los argentinos merecen conocer.
RP: -¿Que ve de similar en la situación de la Provincia de aquellos días con la actual?
OA: -Indudablemente transitamos otro momento histórico donde los sueños revolucionarios de entonces no están presentes con la misma fuerza. Sin embargo hoy la Provincia, al igual que durante esos años, tiene una economía concentrada y extranjerizada, especialmente en el estratégico complejo agroexportador del Gran Rosario y en sectores como el financiero, carnes, lácteos, acero, químico y petroquímico, etc. Al mismo tiempo en dos departamentos emblemáticos de La Forestal como General Obligado y Vera sigue vigente el latifundio con decenas de propietarios de entre 10.000 y 93.000 hectáreas. Por eso en el libro concluimos que se observa un modelo que se extendió en el tiempo y que es necesario cambiarlo. En definitiva se trata de “una historia que continúa”.