La historia de Pinky y Viruta, los presos que extorsionaban desde la cárcel
El fiscal Rébola imputó a una banda de 13 personas que extorsionaba comercios de barrio: carnicerías o ferreterías a los que les pedían 50 mil pesos o más, "para dejarlos trabajar". Los líderes estaban en prisión en la Unidad Penitenciaria nº 11, en Piñero, y daban órdenes a familiares afuera.
"Pinky" y "Viruta" son los seudónimos de los dos criminales que desde la cárcel de Piñero lideran una banda a la que se le comprobó al menos 28 hechos en los primeros meses de este año: balaceras y extorsiones que pudo detectar el fiscal Federico Rébola, que imputó a ambos junto a otras 11 personas que fueron detenidas en el marco de una investigación. Los comercios "apretados" son todos de cercanía, como una carnicería, un minimarket, una heladería, un corralón de materiales o una tienda de ropa, todos ubicados en zona sur y sudoeste de Rosario.
"Pinky" es David Agustín Peralta y "Viruta" es Mauricio Ariel Zanutti. Están juntos en el Pabellón 4 de la prisión de Piñero. El primero está preso desde noviembre de 2020 por robo agravado. Y el segundo desde noviembre de 2004, por robo calificado. Pero aún detenidos, no terminaron con su actividad delictiva, sino que la perfeccionaron. Desde la celda ordenaban delitos para realizar afuera, con la complicidad de parte de su entorno familiar, que recibía las ordenes. En la banda actuaban cuatro presos más.
En uno de los hechos, un comerciante pagó 400 mil pesos en seis veces, siempre bajo extorsión. Le buscaban el dinero en moto o en un Fiat Duna, en la zona sur de Rosario. A otra de las víctimas, de la zona sudoeste, la apretaban también por teléfono desde la cárcel. Y alguien extramuros en conexión con la banda era la encargada de pasar a buscar los pagos y objetos: le sacaron una notebook, celulares y cinco mil pesos. En los llamados exigían 30 mil pesos, pero se terminaban "arreglando con lo que tuviera a mano". Según describió esta víctima en la denuncia que hizo que la Fiscalía pudiera dar con los responsables de la extorsión, la primera vez que fueron a cobrarle aparecieron en un "auto hecho bolsa".
"Cincuenta lucas o te cierro el negocio"
En la imputación que presentó Rébola, se acumulan los hechos. Otra de las denuncias fue hecha por los titulares de una pescadería, que recibían llamados con este mensaje: "Ponés cincuenta lucas o te cierro el negocio. Tenés 24 horas, si no está la plata te cagamos a tiros".
En cada una de las extorsiones, alguien llama desde la cárcel a un número de WhatsApp que es aportado por su ayuda afuera de la prisión, que inclusive saca fotos que eran enviadas a las víctimas como demostración de que se tiene información del comercio o persona amenazada.
La audiencia se realizó el jueves 16 y viernes 17. Y se dispuso la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley para 13 personas por ser parte de una asociación ilícita dedicada a la ejecución de hechos ilícitos y/o a la provisión de servicios a terceros para su realización, referidos a la comisión de hechos de abuso de armas, extorsiones, estafas, tentativas de estafas y otro tipo de delitos.
El faso para la celda
En la imputación de Rébola hubo un capítulo especial para la identificación de llamadas. El documento permitió establecer el vínculo entre cada uno de los integrantes de la banda que extorsionaba.
Allí pudo determinarse que había comunicaciones entre "Pinky" y el "Brujo" Nahuel, que estaba fuera de prisión. Quien está detenido en Piñero le dice que tiene que llevarle "50 gramos de faso" en una próxima visita. Y organiza -siempre por teléfono desde la cárcel- la logística para que dos mujeres colaboren. Una debe buscar la marihuana y otra almacenarla hasta que la pasen a buscar para llevársela.
En esa misma conversación, el "Brujo" menciona "que habían apretado a una persona que le debía dinero, la subieron al auto y con un destornillador lo habían picado para exigirle el dinero adeudado. Y que al no obtener respuesta, le habían sustraído el teléfono", relató el fiscal en la imputativa. En cada caso, la evidencia encontrada cuenta con la fecha de la llamada y números que se cruzan.
Más adelante, el fiscal detectó que varios detenidos del Pabellón 4 compartían el mismo chip. Y uno de los imputados se quejó de que al no tener un teléfono propio, "no podía hacer plata" desde la celda.
—Voy a esperar a llamarte después, para que me presten el teléfono, lo que pasa que lo usan todo el día, yo también necesito uno -dijo el convicto.
Del otro lado le respondieron: —¿Pero no te iban a llevar uno?.
—No, porque me estoy cagando de hambre, me piden mucho, las zapatillas y como diez lucas -explicó desde su celda en la UP 11 de Piñero. La referencia es lo que le piden de coima los agentes del Servicio Penitenciario para hacer la vista gorda y permitirle a una visita que le pase un teléfono de manera furtiva.