Tablada: postales de una de las zonas más violentas y castigadas de Rosario
El barrio donde suenan disparos "cuando la droga llega a los búnkeres". Esta semana un joven apareció maniatado y sospechan que haya sido quien horas ametralló la casa de la abuela de un líder narco que está preso. Temen que la vieja disputa de los Funes y los Caminos se haya reactivado
Los que tienen más años recuerdan que la última obra grande que se hizo por esta parte de Rosario fue la doble traza de Grandoli, que coincidió con el Mundial '78. Eso pasó hace más de cuarenta años, cuando todavía todos tenían trabajo: vivían de la pesca, eran estibadores o un empleo registrado en los frigoríficos de la zona del Saladillo. Pero hoy la realidad es otra. Y caminar por Tablada es sentir que la Argentina está fracasando. Los que tienen laburo registrado son los menos. Se hacen changas, se cobran planes sociales, alguno pone un kiosco en la ventana de su casa. Otros, que no son pocos, se van hasta el centro para buscar algún arrebato, o arman su circuito económico a partir del bunker, un negocio que se cocina a los tiros. Así se sobrevive en este rincón de la ciudad, al que le queda demasiado lejos el colorido que en estos días muestran los III Juegos Suramericanos de la Juventud.
Acá, en la tarde nublada y fría de un sábado a fines de abril, los vecinos tratan de adivinar si esta noche se volverán a sentir tiros, como pasa casi siempre. "Dicen que esa es la señal de que la droga llegó bien al bunker", relata una voz que pide anonimato. Que enseguida cuenta con desazón la sensación que tiene cuando pibitos que conocía desde que usaban pañales, ahora tienen 13 o 14 años y pasan armados. "Esto se volvió a desmadrar hace algo menos de un año, porque están usando una droga nueva: fuman crack", asegura.
Quien habla, conoce el barrio como la palma de su mano y escucha mucho lo que se cuenta en estas calles sin veredas. "Mezclan la cocaína con bicarbonato y pedacitos de esponjita de bronce, la queman y la fuman con bombilla. Eso les consume hasta los huesos y vos los ves que cuando salen a robar, te desconocen aunque se hayan criado en la casa de al lado. Hemos visto chicos de hasta 12 años dados vuelta. Así como hace unos años estaba lo de la bolsita de poxiran, ahora está apareciendo el crack".
El relato habla de lo que pasa en el Cordón Ayacucho, uno de los márgenes de Tablada. Del otro lado, está "Pimpilandia", ya para el lado de los monoblocks del barrio Municipal. Y en el medio, la zona de Grandoli con su histórico tanque de agua, donde se juntaban los militantes de la Resistencia Peronista que le decían a Aramburu que Villa Manuelita no pensaba reconocer a la "Libertadora". Acá no hay edificios modernos, ni veredas prolijas, ni parques cuidados, ni luces led. Estos son rincones de Rosario en los que las políticas públicas -cuando las hay- nunca alcanzan. Son cientos de familias que sobreviven como pueden y saben que si el barrio sale en televisión, es para contar sobre un crimen o una nueva balacera.
Llegó la droga y cambió todo
Siempre se dijo por acá la historia empezó a cambiar en los '90, cuando arreciaba la desocupación y al mismo tiempo el más antiguo de los Selerpe, un viejo portuario, empezó a traer cocaína que bajaba de los barcos y se vendía en el barrio. Con el tiempo, el clan familiar se extendió y el apellido se hizo frecuente en las crónicas policiales. El "Negro" Jorge fue detenido en 1995 por infracción a la ley de drogas; Froilán Francisco cayó en un operativo antinarcóticos en 2007. Y Jorgelina "La Chipi" fue detenida varias veces, la primera a los 14 años. Con el tiempo, la droga fue pisando más fuerte en Tablada y derivó en el armado de dos grandes núcleos, fuertemente enfrentados: el de los Funes y el de los Caminos.
La pareja de "Chipi" Selerpe es Alan Funes, líder de una de las bandas que opera desde la cárcel, enfrentada con la de los Caminos, en referencia al ex líder de la barra de Newell's que fue asesinado, el "Pimpi".
"Hoy, esos pasillos que ves ahí donde Seguí deja de ser bulevar, antes de llegar a Grandoli, están llenos de búnkeres y cocinas de droga. Están frente a la escuela. Y por ahí tiene que pasar la obra que Javkin y Perotti anunciaron ya dos veces, pero que no vemos que avance", cuenta otro de los vecinos a RosarioPlus. Y amplía: "Acá en el barrio a las doce de la noche suenan tiros. Esa es la señal de que la droga llegó bien a los búnkeres. Y meten una ráfaga de ametralladora al aire. La policía, cuando alguno de nosotros habla con ellos, te dicen que no pueden hacer nada. Tampoco tenemos comisaría, porque se cerró en la época de Pullaro, a pesar de la historia que había acá cerca en el Fonavi con los Caminos, la zona que se le dice 'Pimpilandia'". La referencia es la seccional 16ª, de Ayacucho al 3300, que el Ministerio de Seguridad cerró como tal en 2016. Desde entonces, la zona quedó en jurisdicción de la seccional 15ª, cuya sede está en Sarmiento y Ameghino, a veinte cuadras.
La presencia estatal
"Nosotros hacemos todo lo que podemos. Aportando a la construcción del tejido social desde el municipio, con la provincia, con la Iglesia, con las escuelas, con los Centros de Salud. No es sencillo porque es un barrio que ha estado atravesado por una enfrentamiento entre bandas narco, que no me animo a decir que sean las más violentas de la ciudad, pero al menos sí de la zona sur", le dice a RosarioPlus el Director del Centro Municipal Distrito Sur, Diego Herrera.
El funcionario indica que la gestión de Pablo Javkin tiene como prioridad retomar obras pendientes en el Cordón Ayacucho. Y explica: "Tanto en ese rincón del barrio, como en Grandoli y Gutiérrez, tenemos un espacio que se denomina multiagencial, que se reúne una vez por semana. En ese dispositivo conviven la Municipalidad, la provincia y el Ministerio Público de la Acusación. Se reúne en lo que fue una Biblioteca Popular y se trabaja mucho sobre el análisis de la situación, se han detectado usurpaciones y de ahí han salido varios allanamientos".
Sobre la denuncia de que en Tablada se está consumiendo crack, Herrera señala que no tienen información oficial sobre el tema: "Cuando fue el episodio de Puerta 8 en Gran Buenos Aires, hubo un alerta en Tablada. Pero al final esa vez los internados fueron de otra parte de la zona sur, cuando se hablaba de la cocaína adulterada. Pero no lo hemos visualizado".
Enfrentamientos en la zona de la droga "buena y barata"
El relato habla también de un tejido social muy fragmentado: "Las familias acá están rotas. La escuela ya no cumple el rol de antes, porque no podés aprender letras y números si en tu casa el entorno es el que tienen muchos chicos acá. Los directores y docentes se terminan encargando de funciones para las cuales no estaban preparados, desde ir a buscar un chico que deja de asistir a clases y quizás lo encuentran vendiendo en un bunker u organizar el comedor escolar. Clubes, casi no tenemos. Y para hacerte socio tenés que tener un ingreso más o menos fijo. Es un desastre".
Además hay acá muchas familias disfuncionales, que por ahí tenés un papá preso, una mamá que atiende un bunker, chicos que dejan la escuela. "Lo que se escucha en el barrio es que acá se consigue droga buena y barata. Creemos que es por eso que viene tanta gente del centro en autos caros a buscarla, estudiantes de la facultad, taxistas, ambulancias. Y nunca hay un allanamiento, es como si nadie viera nada. Inclusive el que a veces vino fue Jorge Corona, el cómico. Los vecinos que lo cruzaron decía que se bajaba del auto y caminaba preguntando por los pasillos gritando ''¿Dónde está la meresunda de Tablada?"
En estos días, el intendente Javkin polemizó con el gobierno nacional sobre la llegada de refuerzos de Gendarmería a la ciudad. Pero antes, en la anterior crisis de seguridad que hubo en 2021, ya llegaron 600 efectivos con la promesa de apuntalar la presencia en zonas "calientes" del delito en Rosario. Tablada es una de ellas: "Los gendarmes pasan en esa Trafic verde que tienen, pero nunca muy seguido. A lo sumo bajan a pedir que les cambiemos el agua para el mate y nada más. La otra vez que habían venido, en el gobierno anterior, sí se había notado un poco más, porque paraban a la gente, pedían documentos. Ahora no, están medio pintados", observa otro de los vecinos consultados.
El lunes 25 de abril, los vecinos del barrio habían convocado una reunión por la seguridad. Pero el encuentro debió suspenderse, porque minutos antes pasaron con una ametralladora y metieron 38 tiros a un portón en Necochea al 3500, a pocos metros de donde tenían que juntarse. En ese lugar vive una de las abuelas de Lautaro "Lamparita" Funes, uno de los líderes de un clan criminal con mucho poder de fuego y enfrentado hace años con los Caminos. En Pasaje Hersilia esa misma noche también tirotearon. Ahí vivía la abuela de Alan Funes, el otro jefe de la banda.
El padre Claudio Castriccone, párroco del barrio y a cargo de una enorme tarea social, pone su cuerpo y su voz hace años. En cada entrevista que brinda, relata la situación de Tablada. Hace unos meses, polemizó con Carolina Losada cuando la entonces candidata a senadora nacional se ganó un título en los medios diciendo que los chicos de Rosario "sueñan con ser soldaditos" del narcomenudeo.
Castriccone le respondió: "Lo que los chicos quieren es jugar, crecer sanos. Lo que pasa es que les ofrecemos una sociedad que no los contiene". El cura integra espacios de contención social, que ante la crisis intentan frenar el avance del narcotráfico sobre los más chicos. Y señala que desde que se paralizó el Plan Abre, acá todo empeoró.
Horas después de las balaceras mencionadas más arriba, apareció muerto un joven en Esmeralda y Quintana: tenía varios impactos de bala, sus manos atadas y una venda en los ojos. Al cierre de esta crónica, según información brindad por el MPA, esa víctima seguía sin identificar. Pero en el barrio los vecinos ya le habían puesto nombre apenas supieron de los hechos. En la mañana del martes 26, se decía que "habían cazado al hijo del Gurú, el que le disparó a las dos abuelas de los Funes, como venganza de los Caminos por los asesinatos en el Audi con el bebé".
La sospecha recae sobre lo que había pasado en la noche del sábado 23, en otra parte de Rosario. Habían ejecutado en Colombia y Schweitzer con más de 30 disparos a Marcos Caminos, su bebé de un año y su novia, Micaela B. Estaban en un Audi cuando recibieron el ataque de parte de tres desconocidos que llegaron a bordo de una Ranger blanca, que había sido robada unos días antes y que fue incendiada poco después del doble crimen. A la causa la tiene la fiscal Georgina Pairola y aunque no hay detenidos, se sospecha nuevamente por el retorno de la disputa por el territorio entre los Funes y los Caminos.