Señalizaron la casa que reunió por primera vez a familiares de desaparecidos
Es uno de las marcas de la memoria que eligió la Municipalidad a 45 años del último Golpe de Estado
La fachada ubicada en cortada Ricardone entre Mitre y Entre Ríos se parece a la de muchas otras propiedades que sobrevivieron a las demoliciones de las últimas décadas en la ciudad. Tiene puertas altas y escaleras de mármol, por las que se llega al piso de arriba. Pero acá no sólo están las historias que puede acumular cualquier casa con el paso del tiempo. Acá mismo, en abril de 1977, se empezaron a reunir por primera vez familiares de detenidos por la dictadura militar en Rosario.
La casa es desde este martes uno de los lugares que la Municipalidad eligió para la señalética de la memoria a 45 años del último golpe militar. Hace pocos días, como parte del mismo programa, se había colocado un cartel con el nombre y el apellido de cada una de las Madres de la Plaza 25 de Mayo, en la calle así denominada, por Puerto Norte.
Desde ahora, una placa en la vereda de Ricardone 1258, explica que allí funcionó la primera sede de organismos de derechos humanos en la ciudad. “En esta casa funcionó la filial Rosario de la Liga Argentina por los derechos del Hombre”, dice el cartel. No es fácil ponerse en la piel de los que llegaban a esta casa, a pocas cuadras del Centro de Prensa del Mundial 78 que funcionó en la actual Plaza Montenegro, desahuciados por la detención de algún familiar.
Cuesta dimensionar desde el presente la sensación de llegar a esos encuentros en los que se buscaba información de los desaparecidos, cuando nadie hablaba del tema. Yolanda Medina, una de las primeras personas que visitó esta casona en plena dictadura, en diálogo con el móvil de Sí 98.9, recordó : “Acá vinimos con mi mamá, a mediados del ‘77. Se lo habían llevado a mi hermano, todavía no creíamos que sería un desaparecido. Lo habían detenido y no sabíamos nada de él. Cuando veníamos, siempre había también otros familiares de gente detenida. A nosotros nos recibió Fidel Toniolli a quien siempre le agradecí mucho. No teníamos influencias, no éramos políticos. Llegamos con mi madre, con nuestro dolor y acá nos ayudaron mucho. Acá nos enseñaron a reclamar, a hacer los hábeas corpus, nos ayudaron económicamente, éramos una familia obrera”.
Oscar Medina era delegado metalúrgico. Trabajaba en los Talleres Filippini, en Villa Gobernador Gálvez. Y en el año 74 había sido protagonista de una lucha obrera, por el pago a término. Lo había mandado a detener la Triple A. Después, ya durante el gobierno militar, volvió a la fábrica y hubo un nuevo conflicto. “Todo empieza un problema por un balancín, que era un sector en el que él trabajaba. Se le había sacado un tope para hacerlo funcionar más rápido, pero se corría el riesgo a manipularlo que la máquina le corte las falanges a los obreros. Y el reclamo de él, terminó con su detención. Porque le armaron una causa muy terrible, con la complicidad de la patronal y el gremio. Se lo llevan en el ’77, en un operativo conjunto de la policía y el Ejército, en su casa. Supimos que llegó a la Jefatura, pero después perdimos los pasos”, se emocionó Yolanda.
La causa Klotzman es la que investiga la desaparición de Medina y de otros 26 obreros entre agosto y noviembre de 1977. En el juicio, Yolanda fue una testigo junto a su hermano Héctor, también delegado gremial detenido por la dictadura, que pudo luego recuperar su libertad y hoy es dirigente de los trabajadores telefónicos. Por lo que se pudo reconstruir, Oscar Medina estuvo desaparecido en el Centro de Detención conocido como Quinta de Fisherton, en Mendoza al 9100.