Vecinos de Pichincha volvieron a Tribunales por los ruidos molestos
El vecindario continúa este martes una audiencia judicial para que haya una orden expresa de mayor control en la zona gastronómica y de diversión nocturna que lo tiene a maltraer.
El conflicto por ruidos molestos de los vecinos de Pichincha tomó ribetes legales en la previa de la pandemia. Este martes los habitantes del histórico barrio rosarino acudirán a Tribunales para una nueva audiencia ante la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial. La demanda contra el municipio fue presentada en septiembre de 2019 basándose en la ley Nº 10.000 de intereses difusos y fue rechazada por un juez de primera instancia tras una cautelar que en ese momento levantó polémica.
Esta será la continuación de la primera audiencia celebrada por este tribunal en el mes de diciembre del año pasado. El fin es escuchar a las autoridades y vecinos, y de esa forma resolver sobre el pedido original: control de las habilitaciones otorgadas.
Uno de los vecinos damnificados contó a RosarioPlus las peripecias que vive a diario y sus problemas para conciliar el sueño por el nivel de ruido que propicia la zona los bares y lugares de diversión nocturna.
“En mi caso data de una larga historia, mucho antes de que yo llegara los vecinos venían sufriendo este problema de no poder dormir, el bullicio de la gente, las salideras, los gritos, la música alta de los boliches bailables, de los bares y cervecerías con parlantes a la calle, que está prohibido”, contó el afectado, quien pidió mantener su identidad en reserva.
El vecino que compartía medianera con un centro cultural que no tenía habilitación para ese rubro, manifestó que ese sitio lo “tuvo ocho meses sin dormir”.
“La música traspasaba todo, pero a veces hasta las seis de la mañana. La música en mi casa entraba por aire, por las paredes, una vez hicimos medir las vibraciones: los cimientos temblaban”, abundó.
Según dijo “ese centro cultural pertenecía a una concejala”, y si bien hizo quejas y denuncias, nunca tuvo un buen resultado. “Después por intermedio del (ahora ex) concejal Diego Giuliano, tras un pedido de informe se logró constatar que el local tenía 125 actas de ruidos molestos y siete actas de clausura, pero no pasaba nada porque estaba la municipalidad de por medio”.
“Ahora en la pandemia los vecinos nos acostumbramos a poder dormir” manifestó, y aseguró que “la joda no es los fines de semana, se extiende de lunes a lunes y después a las siete de la mañana venían los camiones de reparto”.