Arreglar el aire acondicionado en el verano. Hacer unos viajecitos por el país y algunas obras en la casa. Comprar lo que una quiere, para una. Pagar el alquiler o un crédito. Ayudar a sus padres. Sumar unos puntos valiosos en el registro de adopción. Darle a sus hijos lo que necesitan. “No podría tener una vida económica libre, como tengo ahora”, dice Claudia Flores, cuando se imagina, otra vez, sin trabajo estable. Después, enumera, y habla, en líneas generales, de calidad de vida: tener acceso al sistema de salud, a una jubilación, a unos tragos con las chicas y unas vacaciones con su familia. 

Claudia Ariadna Flores es una de las 25 personas travestis trans que ingresaron a trabajar a la Municipalidad a través del cupo laboral trans, que rige desde 2016 en la ciudad. El 13 de junio de este año, después de cuatro años de trabajo, firmó su pase a planta permanente  y se aseguró lo que hace diez años, o menos, dependía sólo de la buena fe política o de algún empleador comprometido: un futuro con menos incertidumbres. En el Día del Orgullo, una historia de vida como reflejo de un colectivo que todavía lucha por el acceso a derechos básicos. 

"Puedo decir que lo logré"

“Es como ganarte la lotería. O algo así”, dice Claudia a RosarioPlus.com. La mujer, de rulos negros y largos, ojos intensos y voz pausada, se define como una persona muy coqueta y lo cuenta todo, menos su edad. Recorre sin titubear, de a poco, la historia de su vida laboral. Lo que cuenta es tan único y propio como colectivo: un relato de vida en los márgenes, rozando la clandestinidad, que se repitió por años en la comunidad travesti/trans y que de a poco empieza a cambiar. “No éramos personas con derechos, éramos ciudadanas de segunda”, sostiene.

A lo largo de su vida, Claudia repartió currículums para recibir siempre las mismas respuestas: que no, que ya seleccionaron, que ya habían tomado a alguien. Tuvo un local de ropa, hizo perfumes, fue empleada de un minimercado y de la dietética de una amiga, y cuidó a una nena mientras su mamá iba a trabajar. También fundó y refundó microemprendimientos. Hace unos 20 años cortó con “sufrir” el trabajo sexual. “No me quedó otra que hacerlo, fue parte de mi historia”, dice, de manera personal y colectiva, porque la exclusión laboral del colectivo no dejó, por años, otras alternativas laborales a las personas travestis/trans. Cada noche en “la zona”, recuerda Claudia, pensaba en tener un trabajo. “Era todo muy terrible. Siempre quise salir de esa situación y ahora puedo decir que lo logré. Yo no estoy en contra del trabajo sexual, quiero que lo ejerza la que quiere, mientras todas tengamos posibilidades”.  

Cupo laboral para salvar vidas

La Universidad Nacional de Rosario, a través del programa Transaberes, publicó en abril de este año un informe sobre el Acceso a Derechos de Personas Travestis - Trans. Los datos, a partir de una encuesta a 147 personas que viven en Rosario y la región, indican que 38 de cada 100 personas travestis/trans tienen trabajo. Y que 70 de cada 100 participan activamente del mercado de trabajo, sea con empleo o buscándolo. Además, 6 de cada 10 recibe alguna prestación social. Más del 85 por ciento de esta población no tiene descuento jubilatorio, ni vacaciones pagas, días por enfermedad o aguinaldo.  

Los cupos laborales aparecieron como una herramienta para empezar a sortear las barreras de discriminación y prejuicio, poniendo como ejemplo de inclusión a los distintos niveles del Estado primero; e instituciones públicas o privadas, empresas, cooperativas y demás después. Cada cupo que se otorga es, además, un sello de mejor calidad de vida para una persona o familia. El trabajo estable es sinónimo de acceso al sistema de salud, a una jubilación, de independencia económica. 

El Cupo Laboral Trans se convirtió en ordenanza en Rosario el 19 de mayo de 2016 y se promulgó a los pocos días, el 2 de junio. La normativa indica que cada año deberán ingresar a la planta de trabajadores y trabajadoras de la Municipalidad cinco personas travestis/trans. En una primera instancia el ingreso es a planta transitoria, a los cuatro años se pasa a planta permanente. Como el caso de Claudia.  Al momento, llevan ingresadas unas 25 personas. 

La provincia de Santa Fe cuenta con una ley de cupo trans aprobada por el poder legislativo el 31 de octubre de 2019 y reglamentada el 8 de septiembre de 2020. Pese a que ya se realizaron varias entrevistas y efectivizaron algunos contratos, su puesta en vigencia plena sigue siendo un reclamo de distintas organizaciones a lo largo y ancho de toda la provincia. A nivel nacional, la ley de Cupo Laboral fue promulgada el 8 de julio de 2021 y aprobada por el Congreso de la Nación el 24 de junio de 2021.

La implementación o creación de un cupo genera una suerte de efecto dominó. El ejemplo lo pone el Estado y lo siguen universidades, sindicatos, instituciones públicas y privadas, empresas, cooperativas, almacenes, locales barriales, kioscos, etcétera. Y las personas que salen de lo binario empiezan a ocupar espacios y, como siempre, como toda su vida, a derribar estigmas y prejuicios.  

Todas para una, una para todas

“Vos te merecés un trabajo, me dijo mi amiga. Te merecés un trabajo estable y formal, que te pueda dar una obra social, no estos microemprendimientos”, recuerda Claudia. “Alejandra me dio mucho empuje, me ayudó a tomar la decisión, a presentarme, a armar mi curriculum. Porque lo que yo pensaba era que lo que hacíamos era para nuestras compañeras y que yo no lo merecía. Pero la verdad es que todas lo merecemos”. La mujer se refiere a Alejandra González, militante del colectivo y amiga, que falleció en 2018, el mismo año que ingresó Claudia, y cuyo nombre lleva el cupo laboral de la Universidad Nacional de Rosario. “Siempre digo que fue un currículum tocado con magia”. 

“Cuando me dan la buena noticia no paraba de gritar, lloré”, dice, estirando las e hasta un final casi infinito. “Fui feliz, como ahora que me incluyeron en esta recategorización”. Desde hace cuatro años, Claudia trabaja en la mesa de entrada de la Dirección de Juventudes. Hace cuatro años, además, que está “bien y tranquila”, y asegura que este trabajo fue la puerta de entrada a adoptar dos niños. “Eso es lo que me dio mi trabajo: a un año de estar ahí poder formar mi familia”.  En la entrevista, Claudia hace una pausa y pide destacar a su coordinadora, Florencia Epstein. "Cada vez que mis hijos no tienen clases o salen más temprano, ella me deja llevarlos a la oficina".

Claudia y sus hijos compartiendo la jornada laboral.

Para Claudia, que una persona trans esté trabajando en la mesa de entrada de cualquier lugar, sea privado, sea público, da “muchísima visibilidad”. “La gente nos ve haciendo otra cosa, puede romper estigmas, saber que nuestra identidad de género no limita nada. No debería incidir en tener trabajo formal o no, somos capaces todas, y todas podemos hacer cualquier tipo de trabajo”.