El nacimiento del Messi maradoniano
Hace un lustro, el 9 de diciembre se convirtió en una fecha histórica para el fútbol argentino y en el Mundial de Qatar quedó ratificada con una infartante clasificación ante Países Bajos, el día que Lionel Messi se pareció a Diego Maradona en toda su dimensión de capitán y caudillo del seleccionado argentino.
Cuatro años después del superclásico en Madrid, que definió el título de la Copa Libertadores 2018, el 9-D entregó el segundo capítulo más emocionante de la consagración argentina en Medio Oriente, después de la trepidante final con Francia.
El cruce de cuartos de final lo tuvo todo: un Messi indomable dentro de la cancha, un dramático empate neerlandés en la última jugada del tiempo reglamentario, roces, peleas, discusiones y un desahogo inolvidable con el pase de ronda a través de los penales.
Guapo, provocador, confrontativo, el capitán de la Selección descubrió un costado maradoniano jamás visto, que maceró por una disputa con el entrenador del equipo naranja, Louis Van Gaal.
El partido con Países Bajos en Lusail comenzó a jugarse al día siguiente de la victoria frente a Australia, que ubicó al conjunto de Lionel Scaloni entre los ocho mejores de la Copa Mundial de la FIFA. Los antecedentes de la final de Argentina '78, los cuartos de Francia '98 y las semis de Brasil 2014 se combinaron con la polémica entre el prestigioso DT europeo y los dos máximos líderes del plantel "albiceleste": Messi y Ángel Di María.
La previa se encendió con declaraciones del ex entrenador de Ajax, Barcelona y Manchester United "Messi no juega mucho con el rival cuando tiene la posesión del balón. Ahí es también donde están nuestras posibilidades", analizó sobre el astro en una entrevista con la TV de su país.
Con Di María mantenía antiguas asperezas de su convivencia en Old Trafford. "No me gustó que me haya tildado como el peor DT de su carrera. Es uno de los pocos que lo ha dicho y es una lástima. Pero a veces el entrenador debe tomar decisiones que no siempre terminan bien. Es un buen jugador pero tuvo problemas personales. Le entraron a la casa a robar y eso afectó su nivel", recordó.
Los dichos fueron un combustible anímico para la "Scaloneta", como también la filtración a la prensa de las lesiones de Rodrigo De Paul y el propio Di María, quienes fueron puestos en duda hasta minutos antes del partido.
"De Paul y Di María, en principio, están bien. No puedo decir si van a jugar o no. Es extraño que sepan qué pasa en un entrenamiento a puertas cerradas. No sé de dónde salen esas informaciones. No sé si jugamos para Argentina o para Holanda (sic)", cuestionó Scaloni en la conferencia de prensa del día previo al encuentro.
El entrenador finalmente dejó a "Fideo" en el banco de suplentes e incluyó al mediocampista en la formación titular, ordenada con un módulo táctico de cinco defensores, tres mediocampistas y dos delanteros.
En una lectura perfecta del juego, el cuerpo técnico identificó la posibilidad de dañar al rival con laterales externos que rompieran líneas desde atrás. Así llegó el primer gol de Nahuel Molina, quien se desprendió por sorpresa para quedar frente al arquero Andries Noppert tras una magistral asistencia de Messi.
De la misma manera se propició el 2-0 en la segunda etapa, con un penal cometido al "Huevo" Marcos Acuña en una incursión por la izquierda. Messi, goleador en todas las instancias de la competencia, se hizo cargo de la ejecución que entonces lo igualó con Gabriel Batistuta como máximo anotador argentino en Mundiales.
Leo festejó de cara a la hinchada argentina y en su regreso a la mitad de la cancha se paró frente al banco de suplentes de Países Bajos con sus manos sobre las orejas, en modo Topo Gigio, como clara dedicatoria a Van Gaal.
La clasificación a semifinales estaba en el bolsillo hasta el ingreso de Wout Weghorst, un ignoto futbolista del Besiktas de Turquía. Pero el longilíneo delantero, de casi dos metros de talla, cambió el rumbo del partido de forma inesperada.
Descontó con un cabezazo a los 83 minutos e igualó en la última jugada del tiempo agregado, una acción de balón parado ideada con astucia por el director técnico de Países Bajos. El empate, un mazazo para la "Albiceleste", provocó el delirio de los neerlandeses, que asumieron la prórroga fortalecidos para la hazaña.
A lo Diego, Messi le recriminó con dureza al árbitro español Antonio Mateu Lahoz por los 11 minutos adicionados y las constantes faltas a favor de los europeos. Con la mente fría, el capitán realineó a su equipo para los 30 minutos suplementarios, que fueron jugados con máxima tensión en Lusail.
No faltaron roces ni tumultos hasta la tanda de penales, en la que "Dibu" Martínez encaminó la victoria con dos atajadas ante Virgil Van Dijk y Steven Berghuis en los primeros envíos neerlandeses. Messi, Leandro Paredes y Gonzalo Montiel no fallaron como tampoco el "Toro" Lautaro Martínez, quien fusiló al arquero en el quinto penal y sentenció la clasificación.
En la carrera alocada hacia el festejo, Paredes, Nico Otamendi y otros dedicaron gestos a los rivales que habían intentado provocar el nerviosismo de los argentinos en cada ejecución. En su flamante condición de semifinalista, Messi volvió las cercanías del banco de Países Bajos y le recordó a Van Gaal sus palabras de más.
"Se habló mucho antes del partido y sentimos que nos faltaron el respeto. Van Gaal vende que juega bien y solo metió pelotazos a los grandotes, nada más", declaró el capitán argentino en la antesala de los vestuarios, donde tuvo un célebre entredicho con el goleador neerlandés.
Con los ánimos todavía en ebullición, Weghorst se acercó a la zona de las flash-interviews y Messi lo paró en seco: "¿Qué mirás bobo? Andá pa' allá". La respuesta desafiante se convirtió en meme, remera, tatuaje y consagró a Messi como un líder en toda su dimensión, con sangre caliente, como tantas veces se mostró Maradona.
Tras la eliminación, Van Gaal le puso punto final a su etapa en el seleccionado naranja y evitó la polémica con Messi, el gran ganador de la histórica noche del 9-D en Doha.