Newell's vive momentos complicados y los responsables parecen estar más preocupados por salvar su propio pellejo que por el bien de la institución. Jugadores, entrenador, director deportivo, presidente y miembros de la Comisión Directiva no han mostrado autocrítica y ponen el esfuerzo en apuntar hacia otro lado.

“He pasado por situaciones peores” repite una y otra vez Sebastián Méndez como si fuera un paliativo para el dolor que está sufriendo el hincha leproso. Su equipo no levanta cabeza, y difícilmente lo haga, por un flojo plantel, malas estrategias previas, cambios tardíos y caprichos por jugadores que no dan la talla pero parecen tener el puesto asegurado en el once inicial.

El Gallego ganó un solo partido de los 7 que dirigió, con un gol agónico en contra, no estuvo a la altura ante Independiente Rivadavia de Mendoza en el Coloso, estuvo más cerca de perder que de ganar ante San Lorenzo, fue humillado por Estudiantes de local, cayó ante un Racing chiquito, fue derrotado en el clásico sin patear al arco y quedó afuera de Copa Argentina ante uno de los peores equipos de la Liga Profesional. Sin embargo, los magros resultados que tienen estricta concordancia con el rendimiento del equipo no fueron suficientes para que el entrenador dimita de su cargo.

Echarlo no es una opción porque la dirigencia, que al menos desde la contratación de Gabriel Heinze en adelante no para de tomar malas decisiones, no puede afrontar el gasto que significaría pagar otro contrato como lo hace con el de Mauricio Larriera. El presidente, Ignacio Astore, trató de defender su gestión aludiendo a una permanencia en primera división gracias a su trabajo al frente del club pero en realidad esto tiene que ver con un fútbol argentino con 28 equipos y no tanto a su propia mano.

Por su parte el director deportivo, Ariel Michaloutsos, hizo lo propio escudándose en la “tierra arrasada” que dejaron Heinze y Pablo Guiñazú. Si bien es innegable la imposibilidad de tener un cambio drástico del rumbo futbolístico de un plantel en los pocos meses de trabajo que lleva, su armado de plantel fue decididamente deficiente.

Más allá del debate sobre si los jugadores incorporados por el ex River están a la altura o no, el desequilibrio del que ya habló Larriera hace tiempo, y que fue en parte lo que lo terminó sacando del Parque Independencia, desnuda todo tipo de defensas. Ante Central Córdoba de Santiago del Estero, Méndez contaba en ofensiva solo con Matías Silvetti y Giovani Chiaverano, dos juveniles con un puñado de minutos.

Los problemas internos de la comisión directiva con renuncias e incluso el vocal que despotricó contra los jugadores en redes post clásico son una clara muestra del momento que está atravesando la institución. Mientras tanto, el pueblo rojinegro que, por ejemplo, viajó a San Nicolás con una actitud conciliadora dejando el reproche de lado para alentar a su equipo, no le queda más que aguantar.

Newell's es un sálvese quien pueda. Todos tratan de salir lo menos dañados de un momento que tiene varios responsables, pero que al parecer nadie se hace cargo.