Un rumor de demolición fue semilla para recuperar el Cine Imperial
La vieja sala de Corrientes al 400 está abandonada hace 36 años. Buscan reabrirla con actividades culturales a cargo del Estado provincial, tal como se hizo con cine El Cairo. El proyecto de expropiación y creación de este potencial cine público tiene estado parlamentario en Diputados, y surgió a partir de conocerse cierta intención de demoler el edificio para un desarrollo inmobiliario.
Hace unos meses un trascendido alertó a los vecinos del centro sobre la posible demolición del ex Cine Imperial, en calle Corrientes 425, para un desarrollo inmobiliario de dos torres de viviendas de 22 pisos. Esto fue desmentido por la Secretaría de Planeamiento municipal. Pero mientras se dilucida esa especulación, germinó una idea que tomó cuerpo en los últimos días: expropiar el inmueble para reabrirlo como en los años de gloria de dicha sala, ahora a manos del Estado como cine público, de igual forma que ocurrió cuando peligraba el cierre de El Cairo en 2007.
Justamente fue la legisladora Mónica Peralta la artífice de aquel proyecto que tuvo fruto en el rescate de la piqueta y la reapertura, vehiculizando el reclamo de la agrupación Amigos de El Cairo. Y es ahora la misma legisladora quien pensó, por qué no intentar salvar el edificio de Art Decó abierto en 1910, característico por sus tres ventanas octogonales arriba de su frente. El lunes realizó una primera reunión con 40 vecinas y vecinos, referentes barriales y de la organización Basta de demoliciones, y personalidades de la cultura, para socializar el proyecto que ya tiene estado parlamentario.
En sintonía, una larga lista de personalidades de la cultura y las artes de todo el país, convocadas por el cinéfilo Julián Kuri, apoyó con una campaña de firmas para evitar la eventual demolición y que el público regrese a ver películas en dicho recinto. "Ya consiguió más de cien, entre los que se cuentan figuras de la Trova como Rubén Goldín y Adrián Abonizio, los reconocidos Litto Nebbia, Coki Debernardi y Leonel Capitano, el fundador de Arteón, Néstor Zapata, y hasta el compromiso de Fito Páez para apoyar la causa", aseguró Kuri en el proyecto de ley ingresado.
El Cine Imperial tuvo varias locaciones, y funcionó como tal hasta su cierre en 1987. La venta del inmueble se produjo recién en diciembre de 2000 a un grupo inmobiliario de bienes rurales inscripto como González Johansen S.A, sobre el cual se especula que se trata de un grupo de inversiones de Bolsa.
La diputada Peralta fue consultada entonces por Rosarioplus.com sobre su proyecto de expropiación, y si considera que tiene sustento el rumor de un desarrollo inmobiliario, aunque no figure en carpeta en Planeamiento municipal, sobre lo cual coincidió que “no hay nada registrado en la Municipalidad ni expedientes que hagan referencia a la posible construcción de un edificio en ese espacio”. Y destacó que dialogó con la directora del Distrito Centro Ayelen Baracat, y con una representante de Planeamiento, y no les consta”. Sin embargo reconoció que “existen muchos rumores”.
Cual fuere la intención de los propietarios del predio en cuestión, ya es considerable un patrimonio histórico por la arquitectura de su frente así como su acervo cultural como sala cinematográfica, y esto es algo que la diputada entendió al momento de pensar la expropiación para una reapertura desde el Estado provincial.
Considerando entonces que la legisladora cuenta ya con la exitosa experiencia de expropiación del cine El Cairo, que afrontó crisis, refacciones y hasta la pandemia, y se trata de un indudable espacio cultural del microcentro rosarino con proyecciones accesibles y gratuitas cada semana, resultaba más que indicado imitar este proyecto en cuestión para el Cine Imperial. El proyecto de ley de expropiación ya ingresó en la Cámara de Diputados, y se prevé se debatirá en las Comisiones de Asuntos Comunales, Presupuesto y Hacienda, y Asuntos Constitucionales.
Entonces este medio quiso conocer en qué se parece y que se diferencia el proyecto con El Cairo, siendo el Estado el que debería costear con obras de refacción considerables y luego regentear: “Los momentos históricos siempre son diferentes. Argentina, cíclicamente, vive momentos de una economía inestable. Hay veces que estamos un poco mejor y otras un poco peor. El Estado, en general, no carece de recursos económicos, de lo que carece es de decisión para invertirlos de forma apropiada. Necesidades hay muchas. Una de ellas, abrir espacios que estén destinados a la cultura. Miremos el ejemplo de Colombia, de Medellín: cuando tuvieron que preocuparse por las problemáticas de narcotráfico, cómo invirtieron los recursos económicos a largo plazo donde se destacaron las políticas culturales y de inclusión social. Siempre la cultura entra en el debate económico bajo el argumento de que existen otras necesidades que son más importantes. Todas las necesidades son importantes”.
A esto agregó que existen diferentes formas de expropiar, “con o sin participación de los dueños por ejemplo”, y aseveró: “Los costos que esto puede implicar, van en la inteligencia y en la creatividad de las políticas de Estado de cómo se asocia lo público con lo privado. Quienes son los propietarios hoy quizás estén interesados en formar parte. Hay miles de maneras, y para eso hay que informarse bien de cómo se pueden realizar las distintas operaciones”.
Recordó que “allá en el tiempo también parecía difícil pero un grupo de personas comprometidas estaban decididos a salvarlo y pudimos trabajar de manera conjunta para lograr lo que hoy conocemos como cine público El Cairo, de lo que estamos orgullosos porque fue un trabajo colectivo de la sociedad civil, el municipio, el gobierno provincial y el gobierno nacional. La recuperación de El Cairo fue un ejemplo de trabajo colectivo de articulación política, quizá de los mejores ejemplos que me tocó en la vida cuando todos tiramos para el mismo lado”.
“Creemos que el Imperial debe seguir los pasos de El Cairo, un espacio cultural que revitaliza la zona céntrica rosarina con la vista puesta en la memoria colectiva. La provincia debe preservarlo por su identidad y para el uso de la ciudadanía toda de forma plural. Que el público regrese a ver películas es posible”, precisó la diputada de GEN.
De ser aprobado en Diputados, el proyecto girará al Senado para su tratamiento y recién luego, sí es aprobado, se enviará al Poder Ejecutivo para su reglamentación. “Es un largo camino pero estamos dando los pasos correctos, y el apoyo de la ciudadanía es fundamental para que este tipo de proyectos triunfen”, resumió.
Un museo de cine
En el Concejo existe un proyecto de creación de un Museo del Cine, vehiculizado por la edila Silvana Teisa, y allí se debatió la opción de llevarlo a cabo en el sitio del Imperial. La diputada Peralta fue consultada sobre si tenía conocimiento de este proyecto de museo, y sobre si cree que es un buen lugar para eso. Y repasó”: “Lo que estamos buscando con el proyecto de expropiación que presentamos en la Cámara es proteger un emblemático edificio de enorme valor histórico, de estilo Art Decó, que hoy se encuentra en elevado estado de abandono y deterioro. Buscamos la preservación del patrimonio arquitectónico e histórico así como la puesta en valor del patrimonio arquitectónico e histórico para la realización de actividades culturales y artísticas con eje en la experiencia cinematográfica y audiovisual”.
En torno a establecer el Museo del Cine, de avanzar aquel proyecto municipal, puntualizó que el pasado lunes, “en la reunión con los vecinos y referentes culturales, Daniel Grecco, quien está motorizando el Museo del Cine, estuvo presente y aportó su mirada al respecto. En ese sentido, creemos que el Cine Imperial podría ser su hogar natural”.
La fachada del Cine Imperial es única en su tipo con reminiscencia de Art Decó: componen su fachada tres ventanales octogonales, un ventanal que abarca los mismos en su ubicación inferior, con dos frisos de bajorrelieve en la parte superior de la fachada, y que dicha construcción fue ejecutada por la empresa Candia y proyectada por el arquitecto Armando Delannoy.
El edificio del cine Imperial fue construido por la desarrolladora Max Glucksmann Exhibidora AAA (al igual que los cines Capital y Palace), que reformó el edificio de calle Corrientes y Tucumán en abril de 1931. En la actualidad el inmueble se encuentra vallado, con sus ventanales con vidrios rotos.
Una marca en la Rosario de antaño
En la mitad del siglo XX Rosario supo ser un semillero de cines, operando en simultáneo más de 50 en diferentes barrios. El primer cine de todos fue inaugurado a fines de 1898 bajo el nombre de Lumiére, que funcionaba en Rioja 1151 frente a la cortada Ricardone.
El Cine Imperial es parte de esos años de oro. Abrió sus puertas en 1910 bajo el nombre de Café Imperial Cinematográfico. Dos años después se mudó a Corrientes 451 como Biógrafo Imperial, y recién en 1917 adquirió el terreno de Corrientes 425, donde funcionó hasta su cierre en 1987.
La sala contaba con mil butacas, y fue la primera de Rosario en contar con aire acondicionado. La inauguración del equipo de aire se realizó el 16 de enero de 1947, con la proyección de los films "El Petrolero San Demetrio" con Walter Fitzgerald y "Tuna Clipper", con Roddy McDowall.
En Rosario, como en gran parte del país, los cines funcionaban como movilizadores de cada barrio, ya que estaban distribuidos por toda la geografía urbana: en Rosario veinte de los cincuenta cines funcionaban en los barrios.
En el año 1986 se fusionó la Exhibidora AAA con United Cinema para poder reformar el equipo sonoro, el proyector y su pantalla, para llegar a ser uno de los cines más modernos del momento con una sala de 1.000 butacas. Asimismo cuenta con una platea alta a la cual se accede desde un lujoso hall por escaleras laterales.
Pero para los años ochenta la tendencia costumbrista comienza a cambiar y se profundiza hacia los años noventa por una política que dio la espalda a la preservación de la identidad, la historia y la memoria colectiva.
El ex Cine Imperial tuvo que cerrar sus puertas el 2 de diciembre del año 1987, siendo sus últimos dueños, antes de la venta en diciembre del año 2000, Gloria María Vaquie y Gerónimo Emilio Vaquie, quienes se lo vendieron a González Johansen Inmobiliaria S.A.