Nuestro país tiene una rica historia en cuanto a desarrollo tecnológico, y actualmente cuenta con una base de desarrolladores considerados como una de las mejores del mundo. Pero la realidad es que estos trabajadores realizan tareas para empresas extranjeras que luego muchas veces venden sus productos no solo al resto del mundo, sino también a la Argentina. El desafío a futuro es encontrar la manera de aprovechar esa base para que el país vuelva a ser un referente mundial en tecnología. 

Hace 62 años la Argentina apostaba por su capacidad para producir ciencia y tecnología, y traía al país la primera supercomputadora. En diálogo con RosarioPlus.com Manuel Leiva, integrante de la cooperativa de desarrollo de software REDJAR, nos explica como fue este proceso: “La computadora permitía sobre todo hacer cálculos matemáticos, físicos y resolver ecuaciones complejas, fue una revolución ya que era tan eficiente que lo que un grupo de científicos tardaba 3 meses en resolver, la maquina lo resolvía en solo 2 horas”. 

El nacimiento de Clementina 

A finales de la década del ´50 un grupo de científicos argentinos liderados por Manuel Sadosky y Rebeca Cherep de Guber ve la necesidad de que el país disponga de un supercomputador y logran que el gobierno argentino haga una licitación para adquirirla. Ferranti Mercury ganó la compulsa, y la supercomputadora llegó a la Argentina por un costo de alrededor de 150.000 libras esterlinas de ese momento ( Unos 4 millones y medio de dólares de la actualidad) lo que la convirtió en la inversión más importante, hasta ese momento, en ciencia y tecnología de nuestro país. 

La computadora fue llamada Clementina por una canción popular estadounidense llamada “Oh my darling, Clementine” que venía entre los programas de muestra provistos por el fabricante. Clementina tenía la posibilidad de accionar un parlante, lo que permitía generar tonos rudimentarios por software. A pesar de que luego se hicieron programas que tocaban tangos , le quedó el nombre de esta primera canción. 

Respecto de cómo era y funcionaba Clementina, Leiva explicó lo siguiente: “En ese entonces comprar una computadora no era tan fácil como en la actualidad, ocupaban habitaciones enteras, pesaban más de 500 kgs y tenían más de 5000 componentes electrónicos con lo cual movilizarlas de un lugar a otro tampoco era sencillo”. Este contexto generaba que en el pabellón I de la Ciudad Universitaria de Nuñez, lugar donde estaba instalada la computadora, se formen largas filas de científicos ansiosos por utilizarla y resolver así sus cálculos. 

“La supercomputadora funcionaba con válvulas electrónicas y algunos componentes químicos, pero lo más relevante eran largas tiras de papel perforadas, que permitían el ingreso de información y la extracción de nueva información con los cálculos resueltos. No había monitores, ni teclado, ni mouse, solamente datos a través de papel perforado”.

Argentina potencia 

La llegada de Clementina le permitió al país ponerse por primera vez al mismo nivel que EEUU y Gran Bretaña en materia de tecnología, el salto en velocidad para la investigación fue extraordinario. Leiva destaca además algunos de los logros que se consiguieron en ese momento: “Pudimos inventar un lenguaje de programación argentino que permitía adaptar las largas tiras de papel en tarjetas más cortas y leerlas de otra manera para poder acelerar el desarrollo de los procesos que necesitábamos en nuestro país”.

“Además el programa fue desarrollado por varias mujeres que son un ejemplo para la tecnología argentina . Este lenguaje llamado COMIC permitía que en vez de largas tiras de papel indescifrables, sean tarjetitas cortas. Hay que destacar la tarea de Cecilia Berdichevsky que estuvo a la cabeza de la dirección del proyecto y fue el momento donde 5 desarrolladoras argentinas le ganaron a 1000 desarrolladores de IBM en eficiencia y programación”. 

Dictadura y decadencia 

 Clementina funcionó durante unos años, pero con la llegada de la dictadura de Onganía, las cosas se empezaron a complicar. Sobre todo con “La noche de los bastones largos” debido a esa jornada de represión en 5 facultades de la UBA, miles de científicos, entre ellos muchos que hacían funcionar y trabajaban con Clementina, debieron exiliarse de la Argentina, una fuga de cerebros que sería un gran golpe al desarrollo nacional. Además el gobierno de facto desfinanció el proyecto y la máquina empezó a necesitar repuestos importados que nunca llegaron al país. 

 En 1971 un grupo de científicos quiso retomar la aventura de tener un supercomputador en el país para fortalecer a la ciencia y la tecnología. La dictadura hizo caso omiso a la licitación planteada y la cerró. Finalmente Clementina fue vendida como chatarra y solo algunas partes quedan en exposición en museos 

Democracia y actualidad

Con la vuelta de la democracia en 1983, la ventaja que habían sacado otros países en materia tecnológica ya era inalcanzable. Cada vez nuestro país fue importando más elementos tecnológicos. Eso complicó la posibilidad de volver a ser potencia. Leiva remarcó la necesidad de proyectos nacionales:

 “El proyecto Clementina demostró que cuando tenemos las herramientas podemos competir y ser potencia mundial en materia de tecnología como también que cuando dependemos de herramientas extranjeras quedamos limitados y sin capacidad de soberanía en las decisiones”

“Los desarrolladores argentinos son considerados los mejores del mundo para lo que es el mundo de sistemas. Sin embargo lo que ocurre es que según un informe del 2016 de la Cámara Empresaria del Software y Servicios Informáticos. Lo que importamos en materia de tecnología para realizar esos trabajos es exactamente lo mismo que lo que exportamos en calidad de servicios. Es decir tenemos nuestro propio techo de cristal para ser potencia de nuevo. Lo curioso es que las soluciones que compramos de afuera, ya sea en programas informáticos o en materiales, en su mayoría están desarrollados por argentinos que trabajan para empresas del exterior”.

 La pregunta entonces sería: ¿Por qué no lo hacemos nosotros? 

La Argentina puede y debe ser potencia; se demostró con Clementina y se demuestra día a día con muchas empresas de la región, cooperativas y emprendedores que apuestan a lo nacional, que apuestan a ayudar a otras empresas locales con soluciones locales. para que podamos volver a ser potencia en tecnología y desarrollo como lo fuimos alguna vez.

Argentina puede ser potencia en tecnología - [Con Códigos]