Salud mental y nueva normalidad: cómo será readaptarse después del encierro
Estrés, angustia y depresión son los más probables cuadros de salud mental que llegarán con la nueva normalidad y el reapropiarse socialmente de la arena pública en la fase de Distanciamiento Social. En eso coincidieron especialistas de la gestión municipal y provincial, así como el consultor en Enfermedades no transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Argentina, Sebastián Laspiur.
Más consumo de alcohol y falta de sueño son algunos rasgos que ya se observan en la población local. "En un comienzo de la pandemia se pensaba que este consumo era uno de los indicadores que iba a bajar al estar cerrados los bares y restaurantes, pero las encuestas poblacionales dieron como resultado que aumentó el consumo per cápita de góndola, o sea la compra en los supermercados”, destacó Laspiur a Rosarioplus.com. Este cuadro se repitió a nivel país, según el especialista pudo observar en su trabajo de consultor del Gobierno Nacional y algunos provinciales.
La situación de estrés por el encierro de 80 días y la incertidumbre sobre este futuro cercano lleva a estos comportamientos “que no son aconsejables pero que se relacionan con el aislamiento y con el miedo a perder a un ser querido, a contagiarse, a perder el empleo, al derrumbe y la crisis, ó de que ésto se prolongue mucho más en el tiempo”, puntualizó.
Por su parte, la directora de Salud Mental municipal Paola Cocconi recordó que la angustia, término que generó revuelo en la última conferencia de extensión de la cuarentena del presidente, suele ser vista como algo negativo, y sin embargo "no es algo bueno ni malo, porque la clave es qué hace con esa emoción cada sujeto. Es clave acudir a los afectos, y no está mal el planteo de Alberto Fernández de lo angustiante de no contar con un Estado presente en una emergencia sanitaria”.
Como cada caso es singular, la clave es escuchar cada singularidad, su necesidad y acercarle los dispositivos del Estado en un momento en que cuidar al ser querido implique no visitarlo, y el proceso de esta nueva normalidad del distanciamiento social es “una salida paulatina, donde se requieren respuestas no binarias, y habrá nuevos desafíos”, aventuró Cocconi.
Cada centro de salud de la ciudad tiene un vínculo con sus pacientes vecinos, por lo que conocen previamente sus singularidades, y lo que se espera reabrir próximamente son los grupos terapéuticos de discapacidad, que funcionaron de forma online hasta ahora, como el grupo El puente del Hospital Roque Saenz Peña, “donde se trabajó con kits de arte en forma remota y con cercanía simbólica”, ejemplificó.
En el sistema de salud de Rosario no se recibieron muchos casos de pacientes Covid 19 positivos que presenten alguna consecuencia de salud mental, más allá de rasgos esperables de “angustia o culpa quizás por haber viajado o contagiado a alguien, pero son síntomas de neurosis sana”, aclaró Cocconi.
El fenómeno del insomnio
El rasgo detectado mayoritariamente por las estadísticas del 0800 Covid provincial en los últimos meses fue la falta de sueño, aseguró el director provincial Matías Marzocchi a este medio.
"Hicimos un seguimiento de la línea desde que empezó la pandemia, y al comienzo aparecía la angustia y el pánico por la incertidumbre, pero en la segunda etapa en mayo el miedo se disipó. En cambio vimos alteración del sueño, relacionado a que la cuarentena se estiraba y vino a marcar un cambio en la vida cotidiana, entendible porque fue un cambio muy abrupto de hábitos en la población, pero llevamos calma porque el insomnio es una reacción esperable”, contó.
Cocconi desde el nivel municipal calificó de forma similar las etapas de la cuarentena: “La primera fue shock y negación, hubo muchas más consultas por temor a lo incierto, y la segunda fue de desesperación y rabia”.
“Las personas están en un alerta constante porque cambió la vida cotidiana, lo planificado que no fue, trabajar con hijos en casa y ser sus profesores, afectan el ánimo, y pueden generar depresión o intolerancia”, amplió.
En sintonía con lo analizado en la línea provincial, el Estudio Tiara sobre el impacto psico-social del Covid 19 -una investigación del Centro de Estudios de Estado y Sociedad Conicet- detectó que entre marzo y abril pasado casi la mitad de quienes respondieron su encuesta durmió "peor o mucho peor a partir del Covid-19”.
Dicho estudio, en base a más de 30 mil encuestados de Ciudad de Buenos Aires, y de las provincias de Santa Fe y Córdoba, midió el malestar psicológico mediante la escala K10 basada en preguntas sobre síntomas de depresión y ansiedad, y como resultado arrojó que “la mitad tiene indicador de malestar psicológico, y otro 28% tiene un indicador de malestar psicológico moderado a severo”.
Y si bien los adultos mayores son la población de riesgo en esta pandemia, en el estudio también se arrojó que “los jóvenes tienen casi cinco veces más malestar psicológico severo que las personas mayores de 60 años”.
El ánimo social que viene
Segun el consultor de OPS Laspiur, “a aquellas personas que ya contaban con trastornos de ansiedad y estrés, o algún cuadro mental previo, la situación de la pandemia probablemente lo exacerbe”.
En torno a este grupo de cuadros de salud mental no se puede predecir cuál será el impacto de la pandemia, porque más allá del “ánimo social”, cada caso es particular de la singularidad del sujeto. “La cantidad de consultas al 0800 por cuestiones de salud mental bajaron con el tiempo, pero seguramente habrá otro tipo de demanda ahora, asociada a la ansiedad y necesidad de certezas sobre este volver a una ‘nueva normalidad’”, aventuró el director de Salud Mental provincial Marzocchi, quien advirtió además que “hay que tener cuidado con las patologizaciones de las emociones al ver las noticias y sentir incertidumbre”.
Precisó que no se puede hacer “futurología” de qué síntomas podrá haber, aunque desestimó posibles cuadros de agorafobia (lo que llaman síndrome de la cabaña, que sí se percibió en sociedades europeas), ya que “la cultura argentina es muy arraigada del encuentro, y eso no será difícil de recuperar en las reuniones de familia y afectos”. Este cuadro, que no se espera que suceda, genera taquicardia o hiperventilación al tener temor a salir.
La directora municipal, en tanto, coincidió en que “es poco probable que aparezcan casos de agorafobia en los centros barriales rosarinos, y cada barrio tiene sus particularidades”, aunque advirtió que “seguramente a un fóbico la cuarentena le resultó algo cómodo, o a alguien que quiera zafar de situaciones subjetivas previas”.
Laspiur por su parte agregó: “No hay precisiones desde los países donde la pandemia es más adelantada, pero si se compara con situaciones similares que atravesó la sociedad como otras epidemias o crisis humanitarias en otras sociedades del mundo, o catástrofes naturales que condicionaron la salud mental, se asumió que una de cada cinco personas podía tener algún problema de salud mental leve o moderada, y uno cada diez puede tener una condición de moderada a grave”.
Todos los especialistas se reconocen en la frase “la de salud mental es la otra epidemia”, y coinciden en que habrá que fortalecer los recursos y la atención de personas que necesiten acudir a la asistencia pública, así como la teleconsulta en salud mental, facilitar las recetas de psicofármacos de forma electrónica, y crear los dispositivos que sean necesarios para continuar con la atención de personas con problemas de salud mental previos así como contener a los que surgieran durante la pandemia.
“Es probable que quienes hayan vivido alguna crisis previa tengan un rebrote por esta crisis, y por haber contemplado esto, coordinamos una red remota en cada una de las cinco regiones de la provincia, donde especialistas en enfermedades mentales asisten la línea del 0800 y la del 107, así como consultas de niñez, centros de salud, discapacidad y mayores. A estos últimos se les ofrece un sistema de video llamadas desde los geriátricos porque son la población de riesgo y son los más aislados de sus familias (lo cual es un disparador de cambios en lo emocional)”, concluyó Marzocchi.
Por su parte Cocconi coincidió en que fue “un acierto” que se haya decidido integrar la salud mental a las líneas de atención de la salud general, con formación especial de los operadores telefónicos. Destacó que desde el comienzo de la cuarentena el 107 recibió llamados de muchos ciudadanos que cuentan con una obra social y que “con el aislamiento se encontraron con que nadie los atendía, y no sabían cómo pedir ayuda, y el sistema público claro que los absorvió”.
Ante cualquier duda o síntoma relacionado a la salud mental, permanecen habilitadas la línea 0800 555 6549 así como en Rosario el sistema integrado del 107, para toda la población. Vecinos de algún centro de salud de su barrio (municipal o provincial) pueden acercarse a la guardia de 8 a 19.