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El cierre del mega pub Johnny B. Good fue una trompada para los gastronómicos y la movida nocturna por ser uno de los locales de referencia del corredor Oroño-Pichincha. Sin embargo, la noticia no es aislada, ya que más de una docena de comercios dedicados al esparcimiento nocturno cerraron y, lo que es peor, el futuro es nada venturoso. 

El combo y los factores que llevan a bajar las persianas no son ninguna novedad. La circulación por la pandemia se redujo enormemente, incluso durante dos meses fue nula. Sumado a esto, los costos fijos son altos, como los alquileres que en algunos casos están dolarizados. Un local grande, apto para una cervecería de unos 500 metros cuadrados, no baja de los 400 mil pesos mensuales. Es simple el círculo: si no hay movimiento, no se consume, no hay ingreso de dinero.

El otro gigante que cerró meses atrás en la zona, puntualmente en la esquina de Jujuy y Oroño, fue Queen's. También la cervecería Blest, sólo para citar algunos ejemplos de comercios reconocidos. A diferencia de los restaurantes, el delivery de comida y bebidas, no es una opción con la que cuentan todos los pubs.

En junio se habilitaron los comercios con distintos protocolos y, los jóvenes, medianamente se han convocado a la zona de cervecerías de Pichincha. Los horarios están recortados y es ahí donde ponen el hilo de esperanza los gastronómicos. 

“Hace falta extender al menos un par de horas el horario, nos ayudaría mucho y también concendría las juntadas clandestinas en hogares que ocurren todos los fines de semana”, dijo a Puntobiz, Reinaldo Bacigalupo, al frente del Mercado Pichincha. Una vuelta a fase 1 tal como promete el gobernador Omar Perotti, con las restricciones totales en este tipo de actividades, profundizaría más la crisis del sector.