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La moda de tomarse fotos con el selfie stick (alias “el palito para la selfie”) no es algo novedoso ni moderno. Por el contrario, su origen se remonta a los ochenta, cuando el boom fotográfico no había explotado en muchas partes del mundo. Pocos saben su historia.

Y quién sino un japonés le dio origen y rumbo a esta idea de fotografiarse a uno mismo con una extensión y poder encuadrar bien. Fue en 1983 que Hiroshi Ueda, un empleado de la fotográfica Minolta y aficionado de la tarea, otorgó impulso sin saberlo a un gran invento que 30 años después se vendería en serie.

Sin embargo, no se trata de un adelantado que vio la luz y observó un gran negocio delante de él. Nada de eso. Se le ocurrió como una necesidad tras una situación particular: vacacionaba en Francia con su familia y tras pedirle a un joven que le tome una foto, éste salió corriendo con la cámara.

El entusiasta inventor convenció después de mucho tiempo a sus superiores de Minolta para producir el bastón extensivo. Pero no tuvo la recepción que se esperaba y rápidamente pasó a la historia sin éxito. Unos 30 años después, Ueda lo explicó en una nota para la BBC: “Tengo como 300 patentes, pero a esta la denomino el invento de las 3 de la mañana, llegó demasiado temprano. Fue una idea prematura para el mercado”.

Aunque estaba convencido de que llegaría el día en que se usaría alrededor del mundo por lo que la registró en Estados Unidos. La patente perdió la vigencia en 2003, unos 10 años antes de ser furor. El amigo japonés nunca pudo tomarle el tiempo al mercado y no pudo sacarle ni un peso al invento.