Un documental rosarino becado por el Fondo Nacional de las Artes
Mariano Polti posponía un viaje desde hacía ocho años, cuando murió su tía Hilda, pero finalmente un verano partió con su esposa Verónica y sus dos pequeños hijos al chalet en Río Ceballos, a desarmar la casa de sus tíos.
Como Verónica es realizadora audiovisual y montajista, llevaba una cámara prestada y filmó el encuentro con ese pasado que pesaba pero que había que liberar, un pasado de primos militantes del ERP fusilados por la Triple A mucho antes del golpe cívico militar, pero también un pasado de cobijo, porque los tíos Hilda y Miguel eran el epicentro de las reuniones familiares, las vacaciones de todos los primos, así como también eran “los tíos” para todos los vecinos allá en Río Ceballos. Lo que era una tarea de remedo y duelo familiar, se volvió por sí solo un documental exquisito.
El documental dirigido por Verónica Rossi fue bautizado “La casa de los tíos”, y se encuentra en pleno proceso de fin de rodaje, y ya resultó ganadora en el lapso de dos semanas de una beca del Fondo Nacional de las Artes y otra de desarrollo de Espacio Santafesino, cuyo convenio fue firmado el pasado martes.
Ahora con este apoyo económico y simbólico la cineasta y su marido podrán cerrar del todo ese chalet, y principalmente continuar con el legado de los tíos, de contar la historia de la que fueron protagonistas y que fue parte de la historia argentina. Aunque aclaró: "No es un documental que propone revisión de u proceso histórico, sino de cómo esos procesos impactan en una vida privada, es una historia que vivimos, que permanece entre nosotros".
“La casa de los tíos” es un proyecto documental familiar sobre las marcas que la historia deja en las personas, o al menos así lo presentó Verónica, en diálogo con Rosarioplus.com. Quizás por esa idea de que lo personal es político, o porque la historia que develaron los cientos de libros, escritos, fotos y objetos hablaron solos, y porque cada familia tiene un legado en su descendencia natural pero ésta fue trunca por los asesinatos, por todo eso, es un documental hecho por rosarinos que en pleno proceso ya tiene el apoyo público provincial y nacional.
“Mariano ingresó por el patio entre las malezas que pasaban en altura su metro setenta. El hecho de que la casa se encuentre cerrada tras la muerte de su tía le generaba muchas emociones encontradas, era un tema de mucho peso por sentir que debían dar conclusión a esa historia que los marcó desde su infancia”, recordó Verónica sobre aquel comienzo del viaje, que realizaron en el marco de sus vacaciones con sus hijos.
“Abrimos una casa que hacía ocho años que no pisaba nadiem tras la muerte de la tía Hilda. Sus pertenencias estaban intactas, cuadros, adornos, platos en la cocina, y el documental se fue generando sólo, a medida que encontrábamos las cosas caímos en la cuenta que era para contarlo, y por suerte lo veníamos registrando. Fue una convivencia entre las vacaciones familiares, hacerles la comida a los nenes o llevarlos a la playa, y el rodaje, donde ellos también disfrutaron y jugaron con los objetos. Mi marido pasó de la familia a ser el protagonista de mi película”, recordó.
El proyecto documental ya tiene estos dos premios que generan un respaldo institucional y allana el camino, pero no alcanzan para completar la realización. Estas becas permitirán armar una estructura editada (lo que llaman técnicamente un "rough cut", o sea un primer corte en crudo) antes de fin de año, para buscar financiación y terminarlo: "Nos resta un poco de filmación en Rosario, y después todo lo que es montaje, fotografía y sonido".
Más adelante espera que el film se proyecte en festivales y cines, cuya distribución requiere nuevamente de mucha inversión en dólares. Para ese entoces, manifestó que espera cambios significativos en el INCAA: "Confiamos en que se levante el 'cepo' a la realización, porque desde que este gobierno comenzó todo presupuesto fue paralizado, y hay denuncias de que se está subejecutando, por lo que queda el interrogante de dónde fue a parar ese dinero".
Verónica si bien estudió Realización Audiovisual en la EPCTV, se dedica a los montajes de edición, por lo que se trata de su primer film dirigido, aunque cuenta con las varias manos de sus amigos realizadores como Hugo Grosso (una especie de tutor), Mario Piazza, Claudio Perrín y Claudia Schujman.
El archivo histórico familiar y nacional
A medida que desarmaban la casa, la cineasta rosarina precisó que se generaron cosas increíbles, que no fueron planificadas de antemano: “Cuando vieron que nosotros fuimos a vaciar la casa, se acercaron los vecinos que eran allegados de los tíos, y desde HIJOS Córdoba, el Archivo de la Memoria y el Parque de la Memoria de Rio Ceballos. Todos ellos conocían a la tía Hilda, ella siempre recibía a investigadores”.
Los tíos guardaban un patrimonio histórico importante e inédito de notas, papeles y fotos, y de esta forma les dio la pauta de que “podía tener otro destino el material, y así donamos una parte al Archivo de la Memoria, y la otra la usamos para el documental, y los libros se donaron a un centro vecinal que inauguró na biblioteca que lleva el nombre de la tía Hilda Ravier”.
Su marido Miguel Polti fue intendente de la ciudad de Mortero durante el primer gobierno de Perón. Peronista de la primera época, era un hombre muy conocido en toda la región cordobesa, y era muy querido como médico de toda la zona. Verónica contó que “él escribió sobre todo lo que había pasado con sus hijos, mandaba cartas a los diarios, y todos sus textos los conservaron -aun salvándolos como material peligroso durante la Triple A y en la última dictadura- por lo que es sorprendente que se hayan conservado hasta la actualidad”.
Junto a Hilda, siempre fueron muy fraternales y generosos, y su casa era un lugar de amparo para vecinos, “por eso siempre fue una casa muy visitada por todo el mundo, a pesar de haber vivido el horror de perder a sus dos hijos en semejantes circunstancias. Era un mausoleo a su memoria”.
José Polti era estudiante de medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, militante del ERP, y fue asesinado el 17 de abril de 1971 en un enfrentamiento con la policía de Córdoba. Tenía 22 años. Su hermano Miguel Ángel Polti era estudiante de ingeniería química en la UNC, militante del ERP, y fue asesinado el 22 de agosto de 1972 en la gesta horrorosa conocida como la Masacre de Trelew. Tenía 21 años.
En la casa, además de fotos, libros y textos, se encontraron algunos videos en VHS, que ya Mariano había pasado de los originales en Super 8 para que su tía pudiese seguirlos viendo. "Los videos estaban llenos de hongos por la humedad de la casa cerrada, pero tuvimos la gentileza de la Universidad Nacional de Córdoba que los digitalizó".
Verónica conoció a la tía Hilda en varias oportunidades, y la escuchó relatar sobre las vidas que llevaron sus hijos José y Miguel Ángel, y la recordó con admiración ya que "ella al nombrar todo el horror que vivieron no tenía el más mínimo rencor, y me pongo en su lugar y a mi me hubiera devastado perder a mis dos hijos".