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En el imaginario colectivo, las bóvedas bancarias suelen estar llenas de compartimientos con fajos de dinero, lingotes de oro, bonos y joyas. Pero este no es el caso del banco italiano Crédito Emiliano, con sede en la localidad de Gavasseto: allí los fondos se miden en hormas de queso parmesano. 

Ocurre que la institución está situada en el corazón de la región italiana Emilia Romagna, centro neurálgico de la producción de quesos de la variedad "parmigiano-reggiano". Por este motivo, el banco Emiliano otorga créditos a los productores locales con el único requerimiento de presentar como contraprestación alguna que otra de sus valiosas hormas: es que cada una puede llegar a venderse por 600 dólares.

El particular banco cuenta con más de 300.000 hormas de queso almacenadas en sus bóvedas, la cuales suman un valor total que supera los 180 millones de dólares. El único tema con esta simpática forma de acumulación de capital es que requiere de un cuidado muy especial: sin las precauciones adecuadas, los quesos pueden perder su calidad o, peor aún, pudrirse. De ser así, las pérdidas serían incalculables. 

Además, la cuestión del espacio físico no es menor: cada horma pesa 39 kilos y están apiladas en filas que llegan a los 10 metros de altura. Una bóveda común no alcanza para contener este tipo de valores.
Por supuesto que el banco cuenta con todo un plantel de trabajadores abocados especialmente a las tareas casi artesanales de cuidar estos verdaderos tesoros.

¿Cómo funciona la política de créditos, entonces? Cada productor fabrica unas 7.000 hormas por año y deja 2.000 unidades de garantía. Como cada horma vale unos 600 dólares, el valor de la garantía es de 1.200.000 dólares y el banco otorga un crédito de entre el 60% y 70% de ese monto, o sea unos 650.000 dólares. Bizarro, pero interesante. Al fin y al cabo, el objetivo es apoyar a uno de los sectores claves de la economía regional.