La problemática de los casos de doping positivos no es ajena a la historia del tenis argentino. En plena época de “La Legión Argentina” se dieron algunos de los casos más resonantes. El primero en dar positivo un test fue Juan Ignacio Chela en el Masters Series de Cincinnati, allá por el 2000, a quien se le halló metiltestosterona. Fue castigado con tres meses de suspensión, una multa de 8500 dólares y la quita de casi todos sus puntos.

A fines del año siguiente, Guillermo Coria fue sancionado a siete meses de inhabilitación en el circuito después de que una muestra diera positivo de nandrolona en el ATP de Barcelona. En este caso, la sustancia ingerida por el jugador se encontraba en un suplemento vitamínico contaminado. Lo que llevó a Coria a una extensa disputa legal con la empresa que fabricaba el producto. 

En 2004, Mariano Puerta, recibió una suspensión de nueve meses por consumo de clembuterol en el torneo de Viña de Mar y fue reincidente con efedrina en Roland Garros 2005 después de la final ante Rafael Nadal, por lo que fue castigado con 8 años fuera de la competencia y una multa de casi un millón de dólares. La medida fue apelada y obtuvo una reducción a dos años.

En la misma temporada, Guillermo Cañas arrojó en una prueba restos de un diurético, hidroclorotiazida y fue sancionado por dos años y una multa de 280 mil dólares. Finalmente su pena fue de 15 meses. 

Entre los casos menos resonantes, pero que también conforman la nómina de los que ingirieron sustancias prohibidas, se encuentran los doblistas Martín Rodríguez, advertido por un exceso de cafeína por el que solo sufrió la pérdida de los puntos y una penalidad en dinero, y Mariano Hood, en 2005, quién había dado positivo de finasteride, producto utilizado para la caída del cabello.