POR MARCOS CORACH (*)

La escandalosa votación de la reforma previsional en la Cámara de Diputados de la provincia, con reglamento forzado y a las corridas en medio de un clima de confrontación, es el broche coherente de un proceso ejecutado por el oficialismo por la vía del atropello tras una ficción de debate en una comisión de utilería.

No sorprende, a decir verdad. Ya es evidente, a esta altura, que se trata de una lógica de gobierno. Se pudo apreciar con toda claridad una semana atrás, cuando a fuerza de escritoriazos se impuso una terna para integrar la flamante Cámara de Ejecución Penal y Supervisión Carcelaria, en una consagración flagrante de la inseguridad jurídica en Santa Fe.

Tampoco faltan las provocaciones. El gobernador, sus ministros y su frente político se cansaron de enfrentar a los docentes, policías, médicos, enfermeros, penitenciarios y trabajadores estatales en general con “el kiosquero de la esquina que paga sus impuestos”. Eso sí, después de los lamentables hechos de violencia en la explanada de la Legislatura, salieron compungidos a solidarizarse con “los servidores públicos” agredidos.

Mientras tanto, todavía estamos esperando la voz de la máxima autoridad gubernamental de la provincia de Santa Fe ante el veto del presidente Javier Milei a la ley de movilidad jubilatoria nacional, que incluía la cancelación de las deudas con las cajas no transferidas. Fuerte con los débiles, débil con los fuertes.

Es sano aclarar que el actual gobierno provincial y sus mayorías legislativas provienen del voto popular y, en consecuencia, cuentan con la legitimidad democrática para imponer el número, como lo vienen haciendo sistemáticamente. Pero también es necesario señalar que se trata de las mismas fuerzas políticas que durante una década estuvieron desgarrándose las vestiduras porque el Congreso nacional se había transformado presuntamente en una escribanía. La hipocresía política está a la vista.

Pese a todo, el peronismo siempre está abierto al diálogo. Como lo estuvo cuando fue gobierno en la provincia hasta diciembre del año pasado, aún con una oposición que se dedicó a boicotearlo ferozmente desde la Legislatura, incluso durante la pandemia. Se llama responsabilidad institucional, aunque no la reconozcan ni la practiquen.

No predicamos un consenso bobo ni romántico, una suerte de vida en rosa en la que todos vayamos de la mano hacia la felicidad. Tenemos diferencias y las dejamos en claro. Pero también sería deseable, más todavía en casos extremadamente sensibles como la reforma previsional, que el oficialismo abriera canales de acuerdo. Las iniciativas contarían con mayor solidez política y se evitarían bochornos como el del jueves.

El dramático momento que vive el país exige apertura, flexibilidad, tolerancia y búsqueda de coincidencias. Santa Fe no escapa al contexto ni mucho menos. Que el penoso tratamiento del ajuste en la Caja de Jubilaciones y Pensiones sirva de lección.

(* Diputado provincial del bloque Hacemos Santa Fe)