El presidente Javier Milei tiene programa de gobierno -motosierra, licuadora y déficit fiscal cero- lo que no tiene es gestión. A la dura realidad que plantea el gobierno tensando a la sociedad argentina, se le suma la incertidumbre de la política en general de cómo sigue la novela. Hay que preguntarle a los funcionarios de Santa Fe y de Rosario cómo les va con sus gestiones en la Casa Rosada. 

“Lo único que sabemos es que no hay plata, pero ese es un argumento general. Después viene la práctica y los temas particulares”, dicen los funcionarios. A manera de ejemplo: hoy por hoy nadie en Rosario puede saber si la Nación cortará o no el pasto en la avenida de Circunvalación o mantendrá las luminarias puesto que se trata de una arteria de exclusiva competencia nacional. “Que nos digan que van a hacer y qué no y nosotros vemos cómo nos hacemos cargo”, repiten los gestores locales y provinciales que se quejan del recambio permanente de funcionarios en los ministerios y de la nula capacidad que tienen para tomar decisiones.

La expresidenta Cristina Kirchner puso un límite al debate a la deriva que eligen muchos opositores y que propone Milei con provocaciones de todo tipo. Pragmática como siempre señaló este fin de semana en un mensaje grabado a los militantes de Nuevo Encuentro que “nuestra oposición al modelo que nos plantean desde un dogmatismo e ideologismo absolutamente incomprensible, no debe ser precisamente desde el dogmatismo también, o desde el consignismo. Sino desde la comprobación empírica”.

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Y adelantó que "tal cual lo preveíamos, el cuadro se agrava cada vez más, agregándose ahora la cuestión del precio de los servicios públicos esenciales", cuestionó en el mensaje. "El aumento de las tarifas, que en realidad debe implicar, ni más ni menos que discutir o rediscutir la cuestión energética y su marco regulatorio en Argentina, significará sin lugar a duda un punto de inflexión en los tiempos que vienen". Y propone para la agenda que “deuda externa y energía deben
ser dos vectores que se entrecrucen en la construcción de una Argentina diferente”.

El panorama también tiene números más o menos precisos aunque no claves de cómo será la respuesta política a esa suma de atrocidades económicas y sociales que se expande por el país como una marcha sobre el agua. El consultor Roberto Bacman describe un fenómeno novedoso al señalar que siempre se tensa la situación durante la campaña electoral, pero después el segmento de los independientes “vuelve a una neutralidad que se ubica en general entre el 25 y el 30%”, dice el consultor. Esto es precisamente, lo que no está ocurriendo.

“Con el ritmo frenético del ajuste, la tensión creció de manera significativa. No hay lugar para medias tintas: o se está a favor o se está en contra de manera absoluta”, señala el titular de CEOP cuya última encuesta vuelve a marcar que los que tienen mala opinión de Milei (52,7 por ciento), son más que quienes lo respaldan (46,8 por ciento). También las expectativas negativas sobre su economía personal superan ampliamente a los que tienen expectativas positivas respecto de su futuro económico. En el mismo clima, casi el 90 por ciento tiene dificultades para llegar a fin de mes (tienen que tocar sus ahorros) o, directamente, no llegan.

La pregunta para la que nadie tiene una respuesta precisa -porque esa respuesta es social y política- es ¿cuánto dura la pesadilla?. El periodista de economía Alfredo Zaiat asegura que en el mejor de los escenarios para el gobierno de Milei, después de una travesía de más de un año con precios desbordados y colapso de la economía real, “la tasa de inflación y el nivel de actividad estarán en el mismo lugar de partida”. 

Pero la diferencia sustancial entre ambos indicadores que mostrarán parecidas cifras nominales “será que la economía liberal libertaria se dará con más desempleo, menores salarios y jubilaciones reales, desarticulación del entramado productivo y peor distribución del
ingreso”.