El presidente Javier Milei lo hizo de nuevo. No es que sea un genio, es que es fácil y rendidor hacerlo. Si se discute la cachetada al diputado Facundo Manes, no se discute el contenido del mensaje de la apertura de sesiones del Congreso que tenía más mentiras que Pinocho. Si empuja a los periodistas es para controlar el acceso a ese mensaje inflado y de paso -otra vez- embarcar a las distintas asociaciones de prensa y sindicatos en comunicados pidiendo por la “libertad de prensa”. Es lo que pasó. La irracionalidad no se discute y cuando se debate, se vuelve poderosa y verosímil. 

Pero principalmente, Milei tiene aliados poderosos que mantienen su gobierno tipo Lewis Carrol marchando increíblemente contra los intereses de las mayorías y, muchas veces, contra el asombro del establishment que finge demencia cuando lo gana el miedo.

En el escenario obsceno (fuera de escena) en el que se mueve con comodidad, Milei sabe que el radicalismo y el PRO prefieren mil veces el maltrato y el aplauso estridente a los helados estrellados en la frente que votar junto al peronismo en el Congreso. Lo dijo con toda claridad esta  semana un funcionario provincial de alto rango; en ocasión del debate por la comisión investigadora del criptogate en el Senado. “Que lo investigue (al presidente por la estafa de $Libra) la justicia, o la auditoría del gobierno, pero nosotros no podemos acompañar el pelotón de fusilamiento que plantea el kirchnerismo”. Julián Galdeano, sin ponerse colorado, Ya se había escuchado “no vamos a erosionar la figura presidencial” y en off el argumento del oficialismo santafesino sobre que “estamos poniéndo de pie a la provincia y no queremos bullicio político que entorpezca nuestra gestión”. También cerca del gobernador Maximiliano Pullalo aseguran que no habló con el presidente esa noche y que no ordenó al ignoto senador nacional suplente por Santa Fe Eduardo Galaretto, votar como votó. En fin.

Con tanto bullicio pocos notaron la noche de la tumultuosa asamblea que nadie miró por TV, la principal debilidad política del presidente: A diferencia de Mauricio Macri él sí deberá obtener el aval del Congreso para un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional, sin el cuál el, gato de Cheshire que acompaña a Alicia en su periplo, dejaría de sonreír inmediatamente.

El resto del mensaje es para la papelera, Más ajuste, más crueldad, números distorsionados de una economía que sigue cayendo. Los datos económicos que difundió el Presidente marcan, según su óptica, que la economía Argentina va bien: “creció de punta a punta 5 por ciento en términos interanuales, a diferencia de los agoreros de siempre que pronosticaban una caída vertical” y aseguró: “el ajuste fue expansivo” porque giró en torno “al sector público” y no sobre el privado.

Los números sobre el crecimiento económico contrastan con estimaciones recientes sobre el consumo masivo, principalmente alimentos: se desplomó 10.6 por ciento interanual en enero. La comparación, realizada por la consultora especializada Scentia, es contra el mismo mes de 2024, plena asunción de Milei al Poder Ejecutivo con devaluación del 50 por ciento mediante.

El Gobierno de la Libertad Avanza se autoproclama como anti Estado y contrario a las regulaciones pero hace meses que fija la tasa de interés, el precio del dólar y le pone techo a las paritarias. La medición de la inflación también atraviesa cuestionamientos que no están dirigidos al Indec como institución sino a la encuesta que utiliza para la estimación: no pondera el peso de las tarifas en la canasta actual. En ese sentido, la recuperación salarial que celebra el Presidente también se muestra distorsionada.

También dijo que “eliminamos la obra pública, uno de los curros más grandes de la política”, y opinó que el rubro “no genera trabajo” porque “hay que pagarla” con impuestos,  inflación o  deuda. En términos reales, de acuerdo a un informe de Analytica, el rubro se retrajo 76 por ciento.