Manifestación Federal Universitaria: crónica de una jornada histórica
En la madrugada del martes cientos de rosarinos y más de una decena de colectivos convergían en el Parque Independencia sobre Bv. Oroño. Aún no había amanecido y los trabajadores de Parques y paseos tampoco habían actualizado el calendario floral que aún exhibía la fecha del lunes, cuando docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario recorrían las primera cuadras del boulevard después de Pellegrini buscando el coche asignado.
A las siete y cuarto de la mañana, quince minutos después de lo establecido por las demoras propias de coordinar los desvelos de cientos de personas, y exactamente en el momento en que la claridad se abrió sobre la ciudad, unos doce colectivos prendieron motores y arrancaron rumbo a la Manifestación Federal Universitaria. Unos cinco más saldrían apenas una hora después escoltados también por autos particulares y trafic con el mismo destino.
Las horas iniciales los viajeros las aprovecharon para completar el sueño que les faltaba y recién después de la primer parada, en donde se llenaron termos y se compraron algunos cafés y medialunas para el desayuno, se activó el bullicio en el ómnibus. Las expectativas entre los docentes eran de masividad en la convocatoria, pero también mucho temor ante la posibilidad de la aplicación del protocolo antipiquete. Los días previos Patricia Bullrich había salido a decir que temían provocaciones y que se iban a aplicar las medidas correspondientes.
Los colectivos llegaron a CABA con un sol radiante durante el mediodía que dejó atrás la humedad y nubosidad inicial del viaje. “Hasta acá llegaste Milei”, se escuchó decir a una antropóloga celebrando la jornada de sol. El humor y la ironía fueron una contante en los comentarios, los cantos y los carteles que se vieron en la manifestación. “Un minuto de silencio, para Conan que está muerto”, fue una de las arengas más entonadas y la pegatina “adoctrinaMIENTE” una de las más celebradas.
Los primeros en acercarse a la Plaza del Congreso pudieron ver algunos efectivos de seguridad y móviles policiales dando vueltas. Los temores se acrecentaron y algunos docentes empezaban a comentar las medidas de cuidado ante la posibilidad de que se arrojen gases. Luego, la masividad de la convocatoria disipó todo intento de protocolo antipiquete.
Estudiantes, investigadores y trabajadores de distintos sectores que se sumaron a la manifestación se formaron tras las banderas de sus espacios y esperaron la indicación para marchar. A las 15.30 iniciaría el recorrido hasta Plaza de Mayo pero las horas pasaban y nada se movía. La espera servía para intercambiar las lecturas que los docentes y estudiantes habían traído en señal de protesta, comentar autores y compartir saberes de distintas disciplinas.
Cuando ya habían pasado más de dos horas los docentes rosarinos que formaban tras la bandera de COAD se empezaron a preguntar qué pasaba. “¿Por qué no nos movemos?”. Hasta que llegó la confirmación: “No nos podemos mover, no hay lugar”. No era sólo que no había lugar en la plaza sino que no había lugar en todo el recorrido. Desde el Congreso a Plaza de Mayo una marea de gente había inundado las diez cuadras de distancia en defensa por la educación pública. Quienes marcharon por su cuenta intentaban sin éxito llegar hasta el acto central. “No entra nadie, lo intentamos por todas las arterias y es imposible”, confesaban dos chicas estudiantes de la UBA.
Entonces empezó la pregunta por la cantidad. “Ciento cincuenta mil dice el gobierno e la ciudad. Imposible, calculale medio millón entonces”, afirmó uno de los manifestantes. Quienes estaban en la manifestación se enteraban de las cosas a partir de un boca en boca que iba de punta a punta de la movilización ya que la saturación era tal que estaban incomunicados. No entraban mensajes, ni llamadas, ni se podían ver las noticias a través de las redes. Una trafic de trasmisión televisiva que tenía unos monitores en los que se podían ver las imágenes que estaban capturando dejó atónitos a los que pasaban enfrente que empezaban a comprender que estaban haciendo un hecho que pasaría a los anales de la historia argentina.
Recién a las 18 horas, tras la lectura del documento, cuando empezó la desconcentración en Plaza de Mayo, las columnas se pudieron mover hasta la 9 de Julio. El recorrido de las apenas cuatro cuadras por Av. de Mayo llevó más de una hora y en los edificios se pudo ver banderas colgadas que acompañaban la causa. Todos los que estuvieron en la manifestación se fueron con la sensación de estar acompañados en una causa que el pueblo entendió como justa.