Cómo operaba el financista rosarino que estafó a más de 40 personas
La Justicia rosarina imputó este jueves a Mauro Esqueff, titular de Grupo Gemas filial Rosario, en el marco de una causa por estafas a través de un esquema Ponzi: prometía rendimientos de hasta 122% en dólares pero terminó engañando a 40 ahorristas que se quedaron con las manos vacías.
La fiscal María Teresa Granato le atribuyó al financista de 35 años el delito de estafa (por 43 hechos en concurso real cometidos a partir de abril de 2021) “en carácter de autor en grado consumado”. En tanto, la jueza Melania Carrara dispuso la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley.
Según Fiscalía, mediante la suscripción de contratos de adhesión a fondos común de inversión, Esqueff defraudó a 40 personas “utilizando maquinaciones y artificios a partir de los cuales las diferentes víctimas cayeron en un engaño entregándole diferentes sumas de dinero con el consecuente perjuicio económico”.
Haciéndose pasar como Administrador del Fideicomiso Arquicentro, realizó una oferta sobre un loteo de Funes y la víctima le entregó 6400 dólares. También vendió otro terreno a otras dos personas, quienes le entregaron 18 mil dólares. Lo cierto es que el imputado "no tenía ningún derecho sobre el terreno, no existe tal loteo, como así tampoco tiene vinculación con el Fideicomiso Arquicentro causando en consecuencia un perjuicio económico” a las víctimas.
Así, estiman que estafó a unas 43 víctimas por un total de 825.321 dólares.
Maniobras
El imputado se presentaba como Asesor Financiero y Comercial, inscripto en la Comisión Nacional de Valores, como parte del “Grupo Inversor GEMAS” que se dedica a la venta de joyas, bijouterie y accesorios a través de su cuenta de Instagram (que supo tener varios nombres).
Tuvo locales comerciales del rubro en calle Maipú al 2400 y en calle Rioja al 900. Asimismo tenía un local, tipo casa de té, en Pte. Roca al 100 con el nombre comercial Gemas. Además de utilizar el local de calle Rioja para la venta de productos, a partir de 2021 "los recibía allí personalmente en una oficina apartada de la atención al público que le servía para obtener confianza y dar apariencia de solvencia frente a sus clientes, oficina donde además se podía observar que se manejaba dinero".
Por otro lado, se presentaba como co-titular del Grupo Gemas (no existiendo otro socio). Ofrecía a las víctimas firmar contratos de adhesiones -que eran inexistentes- con el fin de invertir el dinero en diferentes negocios, como ser importaciones, exportaciones, compra o venta de bienes muebles o bienes inmuebles, restauración de inmuebles, bonos, acciones, instrumentos negociables, inversiones comerciales (participación societarias en comercios) apertura de comercios, compra o venta de fondos de comercios, manufactura y producción, negocios relacionados al agro, compra o venta de cereales, licitaciones públicas y/o cualquier otra inversión derivada de las anteriores en los cuales no tenían los adherentes, según contrato, derecho de intervenir.
En tanto, el dinero a aportar tenía que ser entregado en efectivo y en dólares, y por ello les aseguraba un porcentaje elevado de rendimiento anual que iba variando conforme el contrato que firmaban entre el 86% al 122%. También que el interés (ganancia) se recibía en pesos y que se podía solicitar Rescate Parcial o Total del Capital en dólares y de la ganancia en pesos.
Al principio entregaba esos intereses prometidos, a quien se lo solicitara, a los fines de generar confianza y demostrar solvencia, siendo que, en la mayoría de los casos, convencía a los clientes de reinvertirlos e incluso que aumentaran el capital subiendo con ello el rendimiento, volviendo de esta manera más atractiva la inversión.
Por ello, se firmaban Anexos a esos contratos. Al principio los contratos se hacían con un mínimo de 90 días. Sin embargo, cuando se le empieza a complicar sostener la forma de pago, cambió la modalidad de las contrataciones volviendo más atractiva las inversiones puesto que ofrecía lo que llamaba “fondo de custodia 8, 10 o 15 días” a través del cual la gente podía obtener elevados intereses y a un corto plazo, permitiéndole esto tener una entrada de dinero “rápida” para ir pagando los contratos que se iban venciendo.
Con el mismo fin ofrecía la compra de dólar MEP, por el cual los clientes abonaban determinada suma de dinero con la promesa del imputado de entregar los dólares al cabo de unos días, circunstancia que no ocurría.
La mecánica es conocida como “Estafa Piramidal” o “Sistema Ponzi” siendo que el financista no usaba el dinero de los clientes para invertirlo en ningún tipo de negocio tal como fuera prometido sino que una parte era utilizado para pagar intereses de otros clientes que le permitiera sostener el engaño y otra gran cantidad para su propio beneficio, viéndose reflejado lo propio a través de la adquisición de diferentes propiedades.