Consumo problemático, el lado del narcotráfico que no está en agenda
El narcotráfico se convirtió en un tema central de la agenda política y periodística de la ciudad. Con cada balacera, allanamiento o robo, los referentes de los diversos espacios políticos sacan a relucir sus propuestas para solucionar la problemática y ponerle fin a un fenómeno tan complejo.
Sin embargo, hay algunas artistas del narcotráfico que no son mencionadas en las conferencias de prensa o las recorridas de campaña: el crecimiento del consumo problemático de drogas y la rehabilitación de los usuarios. A pesar de la falta de atención por parte de los principales partidos políticos de la región, en Rosario existen diferentes organizaciones que trabajan para acompañar a las personas que tienen consumos problématicos. Su tarea no es solo brindar apoyo a los usuarios y sus familias, sino que sirven de nexo para acceder a la asistencia de los direntes niveles del Estado.
“Ninguna persona, joven o adulta, que tenga problemas de adicción está sin protección del Estado”, afirmó Betina Zubeldía, presidenta de la Asociación Civil Madres Territoriales contra las Adicciones, en diálogo con Rosarioplus.com.
La agrupación social que nació en Cabín 9 hace casi una década, se expandió por todos los barrios populares de la ciudad y cuenta con un equipo de 40 personas (donde se incluyen trabajadores de la Salud) para abordar las distintas situaciones que llegan a su sede de boulevar Seguí al 1300.
La Asociación Civil trabaja en coordinación con la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) y la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod), entre otras entidades gubernamentales.
“Hay que aggiornar al Estado, haciéndole saber lo que sucede en el territorio, donde niños empezaron a fumar la cocaína y están fuera de sí”, advirtió Betina, sobre la realidad que está observando en los barrios populares en los últimos años. “La cocaína que se utiliza está tan estirada, que ni siquiera se podría decir que es Paco. El deterioro cognitivo y físico que están teniendo los jóvenes es indescriptible”, lamentó la mujer.
“Fuimos a buscar a muchos chicos a Vía Honda, que se escaparon de los lugares donde están haciendo tratamiento, y vemos a las famosos luciérnagas que a la noche empiezan a prender el encendedor para consumir”, comentó la referente de Madres Territoriales.
En cuanto a la situación del consumo problemático en los barrios populares, Zubeldía volvió a remarcar: “Tenemos que abrir la cabeza de la sociedad y tenemos que hacer prevención. El consumo de hace dos o tres generaciones no era tan perverso como este. Los chicos lloran diciéndote que no quieren consumir más, pero que no pueden dejarlo. Tosen y escupen sangre, tienen la boca y las manos quemadas".
Además, Betina hizo hincapié en la venta de droga como una salida laboral para las personas que tienen que mantener un consumo: “Este momento donde la parte económica y social está muy debilitada, las familias están vendiendo droga, hacen un negocio de narcomenudeo, como una necesidad". “Tal vez lo hacen para consumir, y no para enriquecerse”, agregó.
“Tenemos que empezar a hacer prevención y no demonizar algo que está pasando”, concluyó Zubeldía.
Un trabajo similar al que realiza la Asociación Civil Madres Territoriales, es desarrollado por el Equipo de Salud Comunitaria de Causa - Organización Popular en Villa Banana.
"Las compañeras y compañeros entrevistan a las personas y elaboran una estrategia de abordaje para atender cada situación", indicó Guillermo Campana, referente de la organización. Y continuó: “Lo primero que intentamos es que la persona acepte estar acompañada, después empezamos por ver qué le está pasando y qué tipo de sostén puede tener para desarrollar una estrategia de abordaje”. Luego de evaluar el caso, el equipo interdisciplinario solicita la intervención de la Aprecod o busca otra forma de acompañar a la persona, dependiendo de la red familiar.
En cuanto a la situación de consumo problemático que perciben en el barrio, el abogado comentó: “Observamos que ha penetrado este residuo de la cocaína, que nadie sabe bien qué es, y los pibes que caen en eso están muy complicados, porque tiene un efecto muy rápido y es muy adictivo”. “La marihuana y la cocaína que se consume, que es de muy mala calidad, no está teniendo tanta circulación como eso”, agregó.
“La degradación social lleva al consumo, tanto de las sustancias legales como las ilegales. A medida que el lazo social se debilita, la droga tiene un campo fértil para prosperar”, afirmó Campana, y concluyó: “A los problemas que tienen las personas, como la pérdida del laburo o problemas familiares, se agrega esto”.
Otra agrupación que aborda en el consumo problemático en barrios populares de la ciudad el espacio de acompañamiento comunitario Casa Pueblo Saladillo, ubicada en Lituania al 5200. “Trabajamos fuertemente en la parte de concientización y prevención de los consumos problemáticos. Por su puesto, también hacemos acompañamiento”, señaló Gastón, referente de la agrupación.
“Hay dos vías por las cuales los chicos llegan al espacio: la primera es por un familiar que llega con la preocupación por la situación del joven; y la segunda, que es la que queremos profundizar, es salir a buscar a los pibes, a través de actividades y propuestas que sean de su agrado”, explicó el militante social.
“En la mayoría de las ocasiones, hay un tipo de derecho vulnerado y cada pibe tiene una historia donde el consumo no es la raíz del problema, generalmente va por otro lado”, comentó Gastón, y aclaró: “Cuando se percibe una situación de riesgo, se deriva para la internación”.
Aunque reconoció el crecimiento del consumo de residuos de cocaína en el barrio, el referente de Casa Pueblo Saladillo apuntó: “Más allá de la sustancia, a nosotros nos parece súper importante encontrar qué es lo que lleva a esa piba o pibe a consumir de forma problemática. Si no podemos garantizar una salud física y mental, que tenga en cuenta lo socioambiental, es muy dificil que las personas puedan desarrollarse"
“A veces, duele tanto la realidad que los pibes terminan consumiendo cosas que de otro forma no lo harían", concluyó.