Estaba prófugo, asesinó a un policía y ahora aceptó condena a prisión perpetua
Ricardo Albertengo, un ladrón que se hizo conocido en Rosario por una larga historia delictiva que culminó hace tres años con el asesinato del policía que lo persiguió en el microcentro, aceptó este viernes la condena a prisión perpetua que acordaron los fiscales Ademar Bianchini y Juliana González, por una parte, y su abogado defensor, por el otro.
El tribunal compuesto por Isabel Mas Varela, Patricia Bilotta e Ismael Manfrin refrendaron el acuerdo al que arribaron las partes en juicio abreviado, algo en lo que Albertengo también aceptó. Una actitud singular en estos casos, a sabiendas de que iba camino a una sentencia con todo el peso posible de la ley argentina.
Voceros del Ministerio Público de la Acusación detallaron la cadena de delitos que Albertengo enhebró y que abonaron este desenlace que se firmó en el Centro de Justicia Penal.
El primer hecho imputado ocurrió el 16 de febrero de 2016 en calle Tucumán al 1500, cuando Albertengo ingresó con un arma de fuego a un local de estudios de lengua extranjera, y luego de sustraer dinero a las personas que atendían el lugar las obligó a desprenderse de algunas de sus prendas para luego sacarle fotos con su celular. Finalmente, las amenazó con que no salieran del lugar hasta cierto horario con tal de escapar sin temor a ser perseguido.
El segundo atraco sucedió el 22 de febrero en Buenos Aires al 900, cuando ingresó con un arma de fuego a un local de enseñanza de música y luego de amenazar a una empleada y a la dueña del lugar les sustrajo dinero en efectivo, las dejó encerradas junto a otra persona y escapó.
El tercer hecho fue trágico y ocurrió el 8 de marzo de 2016, cuando en Córdoba y Corrientes una de las víctimas del asalto anterior lo reconoció en la calle, y lo siguió hasta Corrientes al 400, donde pidió auxilio al policía Mauro Mansilla, quien estaba como vigilante de la Asociación de Empleados de Comercio. Esta persona le señaló a Albertengo, y Mansilla fue por él. El policía lo siguió hasta que Albertengo, al percatarse de que era perseguido, entró en un instituto privado de Corrientes al 300 a pesar de que el agente le dio la voz de alto. Cuando Mansilla se asomó a aquella puerta, Albertengo lo fulminó con tres balazos. El policía murió en el momento, y Albertengo tomó su arma reglamentaria y se dio a la fuga. Tres días después se entregó ante la Fiscalía. Entonces se supo que Albertengo estaba prófugo desde 2015, cuando salió de prisión con salidas transitorias para trabajar, y nunca más regresó a la cárcel de Piñero.
Antes de todo eso, en 1995 había asaltado el bar La Granja, en 9 de Julio y Sarmiento. El robo derivó en un atrincheramiento con toma de rehenes y culminó con el homicidio de un cliente del bar. En 2009, habiendo salido de prisión, Albertengo volvió a golpear en una clínica de Oroño al 700. También terminó con toma de rehenes, pero fue aprehendido. Y estuvo preso y condenado hasta 2015, cuando salió con permiso judicial y no regresó hasta que asesinó al policía Mansilla.
El tribunal homologó el procedimiento abreviado presentado por la Fiscalía y aceptado por la Defensa, que condenó a Albertengo a la prisión perpetua por los delitos de: homicidio agravado por el uso de arma de fuego y doblemente calificado, por criminis causa, y por ser la víctima un miembro de las fuerzas de seguridad pública, por portación de arma de fuego y en carácter de autor, por robo calificado por uso de arma de fuego con el delito de privación ilegítima de la libertad, y robo calificado por uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no puede tenerse por acreditada, y privación ilegítima de la Libertad, en concurso real y en carácter de autor.