A cuadras de Puerto Norte, el sueño interrumpido de las familias en Barrio Toba
Una recorrida por uno de los rincones más castigados de la ciudad. Esta semana cortaron la calle para pedir el regreso de la luz, después de casi dos días sin electricidad. Durante la pandemia, numerosos vecinos se asentaron en el lugar y construyeron sus casillas de chapa.
El sol se levanta de a poco, pero la mañana de viernes sigue fría. Empezó julio y la ola polar se siente en Rosario. Yamila tiene a su hijito en la falda, sentada con su compañero en sillas, improvisadas con un tablón apoyado sobre un balde de pintura. Junto a dos vecinos más, hacen una ronda de mate y bizcochos alrededor del fueguito que sale de lo que fue alguna vez una cajón de verduras, sobre el piso de tierra en el patio de su casilla que ellos mismos levantaron con chapas y bolsas de arpillera. "Por suerte volvió la electricidad anoche, habíamos estado casi dos días sin luz, gas tampoco tenemos. Ayer fui al piquete con otras familias de acá pidiendo que nos den la energía, que se había cortado. Y ahora en un rato nos vamos al centro a cartonear. Nos pagan unos 12 o 13 pesos el kilo de cartón", le cuenta a Rosarioplus.com. Mientras habla, se escucha la bocina del tren de cargas que pasa varias veces al día por al lado de su casa, construida al lado de la vía.
Yamila es una de las que participó de una protesta que fue noticia en la fría tarde del jueves, que mostró la colega Cecilia Cassabone desde el noticiero de la televisión. El piquete había reclamado por la falta de luz, que finalmente volvía en la noche. Pero ahora, aunque haya vuelto la electricidad, los problemas persisten y son más profundos.
"Acá tuvimos un montón de contagiados de coronavirus. Varios de la comunidad se nos murieron, sobre todo ancianos el año pasado. Y con el tema del acceso a la salud, en el fin de semana que fue feriado por el Día de la Bandera nos pasó también lo de Dionicio Saravia, un señor que murió en su casa y que pasó mucho tiempo ahí hasta que se lo puedan llevar para su entierro", relata con dolor Liliana, una de las referentes del barrio. Según denuncian los vecinos, muchas veces cuando se necesita una ambulancia, tarda en llegar o no se animan a entrar, inclusive antes de la pandemia.
Rosa Ferrero es la directora de uno de los dos centros de salud que tiene el barrio, el que depende del municipio. Y le dice a RosarioPlus: "La pobreza estructural sin dudas es un un factor de riesgo ante la pandemia, que puso de manifiesto desigualdades que ya existían. Tuvimos varias personas fallecidas, casi todas con patologías previas. Una singularidad que tiene la comunidad Qom es que tienen una tolerancia muy grande al dolor, por su historia. Y entonces nos pasaba de muchos pacientes que cuando llegaban a atenderse, ya estaban con la enfermedad muy avanzada. Ahora en esta segunda ola, hace casi un mes que estamos vacunando en el territorio. Y encontramos a muchos vecinos que nunca se habían podido anotar en el link oficial. Acá hay población analfabeta, con limitaciones para acceder a la tecnología y también sin documentos".
El corte de calle por el corte de luz
"Nos dijeron que el corte había sido porque alguien se robó los cables del transformador, suponemos que para venderlo", dice ahora Esther. Ella es la responsable del Comedor Todos los Niños, en el que se cocinan cien raciones diarias para los chicos del barrio, gracias a donación de alimentos que reciben. "Un poco de carcaza de pollo o menudos, a los que les ponemos arroz o fideos y hacemos una comida caliente", explica. Mientras tanto, camina hacia la Escuela del barrio para buscar este viernes el bolsón de comida que le corresponde por su hijo Dylan Joel, que tiene 14 años. Esta semana, volvió a la presencialidad el Nivel secundaria, pero en el Barrio Toba la hora del regreso para los chicos de 1ero a 5to año será el lunes. Hoy, toca el turno de repartir alimentos.
La casa de Esther es de material y está pintada de amarillo huevo. Otras son marrones y hay otro grupo de viviendas de color celeste. La pintura se fue gastando una poco en esta última década, pero todavía queda la sensación de que acá había un proyecto muy interesante de inclusión para las familias del Barrio Toba, que llevó adelante en su momento la Fundación Sueños Compartidos, junto al Estado nacional y las Madres de Plaza de Mayo.
"Todo las casillas de chapa que ves, son nuevas. En la pandemia se vino mucha gente acá", señala Esther. Su casa -donde también funciona el Comedor Comunitario- está sobre el Pasaje San Gerónimo y marca el límite de hasta donde llegó el plan original. La suya es una de 462 viviendas que se terminaron. El proyecto incluyó también a la escuela bicultural sobre Juan José Paso y luego se agregó la Comisaría 24, sobre Avenida Travesía. Los trabajos se iniciaron en 2009. Y hasta 2018, no sin dificultades, se pudo avanzar. En ese año se retiró PECAM, la última empresa contratista que se había hecho cargo de los trabajos, por pagos pendientes del Estado nacional. Y ahí quedaron en el camino las últimas 38 familias a las que no se les terminó su casa. En los últimos tres años, además, se sumaron vecinos de otros puntos de la ciudad, que se fueron asentando en el límite oeste del barrio, sobre la vía. También familias que fueron creciendo y se expandieron en ese rincón del predio. A pocos minutos de acá, está Puerto Norte, la postal más lujosa de Rosario, con sus edificios vidriados y torres de altura.