La clase media agudiza el ingenio para llegar a fin de mes: estrategias y recortes
Con el bolsillo al rojo vivo, los rosarinos ajustan sus gastos: desde hacer un relevamiento de promociones bancarias previo a ir al supermercado hasta optar por arreglar ropa y calzado, cambiar el cine por una buena peli en casa y espaciar el "cafecito" de los ratos libres.
En el marco de la profunda crisis económica que sacude a la gran mayoría de los argentinos, con una inflación que supera el 62% desde diciembre -cuando asumió la presidencia Javier Milei- hasta febrero, sumado a una caída brutal del salario que se traduce en el derrumbe del poder adquisitivo, la clase media agudiza el ingenio para “llegar a fin de mes”. Por un lado, se diseñan estrategias tales como comprar solo cuando hay promociones bancarias y comparar precios antes. Por otro, se implementan recortes y cambios en el consumo, tanto en materia de ocio como en los gastos “hormiga” de todos los días.
Promociones bancarias y “research” de precios
Una de las estrategias más mencionadas en los testimonios relevados por este portal es el relevamiento de precios antes de ir al supermercado. Además, se le presta especial atención a las promociones bancarias. “Hago un ‘research’ de días de promociones de bancos, descuentos por acontecimientos o cuotas. Por ejemplo, voy al súper los lunes porque tengo descuento con mi tarjeta. Antes de comprar siempre investigo si me conviene ir ese día o esperar. Por ejemplo, si se acerca el Día de la Madre, espero y voy más cerca de ese día, que seguro hay descuentos. No compro casi nada sin descuento. Además, antes comparo precios de manera online”, contó Eugenia, profesional de la Comunicación de 31 años.
Segundas marcas y comprar suelto
Cecilia -docente de 41 años- subrayó que antes de comprar lo que sea lo piensa “dos veces”. “Antes optaba por primeras marcas especialmente de papel higiénico y rollos de cocina y ahora voy por segundas o terceras que también son buenas. También empecé a comprar productos de limpieza fraccionados". En la misma línea, Fernando -comerciante de 36 años- sumó: ”Ahora para el asado familiar de los domingos compro cortes de carne más baratos, cima en lugar de vacío, cerdo en lugar de carne vacuna, evito las achuras y elijo sobretodo cortes sin hueso para que rinda más". “También busco lugares que vendan empanadas a buen precio para poder freezar mucha cantidad y cambiamos la gaseosa por el agua”, sumó.
El "gasto hormiga”
En cuanto a los consumos cotidianos de bajo costo, también llamados “gastos hormiga”, también hubo que tomar nota. “Recorté los 'cafecitos'' porque me parece un absurdo. Antes lo hacía para hacer tiempo pero ahora sentarse a tomar un café son dos mil mangos. Excepto que tenga mucho tiempo o muchas ganas, no lo hago más”, asegura Cecilia. En el mismo sentido, otros tantos eligen caminar unas cuadras o usar medios de transporte alternativos (como la bici o el monopatín) en lugar de tomar un colectivo (cuyo boleto tiene un costo actual de 700 pesos). En tanto, pedir comida diariamente también se volvió un privilegio: “Ahora me cocino más, incluso cuando me junto con amigos cada uno se lleva lo que va a comer”, agregó Eugenia. Incluso algunos llegaron más lejos y eliminaron la popular app de delivery del celular.
Los gastos discrecionales
Todos coinciden en que el mayor de los recortes lo sufren las actividades de ocio y esparcimiento: desde dejar el gimnasio y salir a correr, hasta bajar la frecuencia de las cenas afuera de casa y cambiar la salida al cine por una buena película en alguna plataforma de streaming. “Optamos por planes que no impliquen gastar plata, como pasear por parques o caminar costeando el río”, cuenta Fernando. Eugenia, por su parte, mencionó que dejó de lado los gastos vinculados meramente con la estética, como la semipermanente de uñas que hacía semanalmente y tratamientos similares.
“Antes salíamos a comer dos veces por mes y llamábamos a una niñera para que se quede con el bebé. Pero ahora ese combo nos sale alrededor de 50 mil pesos, una locura. Ahora si salimos es a picar algo, pero mucho menos”, acota Cecilia, mamá de un nene de dos años. Sobre los gastos de crianza, mencionó un cambio de estrategia muy particular: “Antes con el cambio de pañales era más obsesiva, ahora se los cambio cuando tiene mucho pis porque cada uno sale 400 pesos”.
En relación a la indumentaria, la compra se sopesa con mayor detenimiento: “Los precios que se manejan son demenciales. Ahora cuando me tengo que comprar algo lo pienso más. Invierto en comprar algo de calidad pero que sé que me va a durar”, explica Eugenia. Otra opción a la que se recurre mucho es a la “moda circular”, es decir la compra-venta de ropa usada, un alternativa sustentable que toma especial fuerza en época de crisis. En la misma línea, son mayoría los que eligen arreglar ropa y calzado y alargar su vida útil, haciendo que dispare la demanda de dos oficios que resisten en pie al paso del tiempo: el de las modistas, costureras y zapateros.